El hecho de que la mortalidad por enfermedades infecciosas suela ser mayor en hombres que en mujeres generalmente se ha atribuido a diferencias sexuales en el sistema inmunitario, que parecen perjudicar a los varones. Sin embargo, las propias poblaciones de patógenos pueden estar ‘decidiendo’ a quién infectar más.

Así lo apunta el artículo que esta semana publican en Nature Communications el investigador español Francisco Úbeda y el profesor Vincent Jansen de la escuela Royal Holloway, en la Universidad de Londres.

En sociedades donde los virus se transmiten más de madres a hijos, la selección natural favorece a los patógenos menos agresivos con las mujeres

“Hemos elaborado un modelo matemático epidemiológico para poder determinar en qué condiciones la selección natural favorece patógenos que son más o menos virulentos en mujeres y hombres, y los resultados los hemos aplicado al interesante caso del virus linfotrópico de células T humanas de tipo 1 (HTLV-1)”, explica Úbeda a Sinc.

Este virus, que provoca una leucemia llamada linfoma de células T del adulto (ATL), afecta a los habitantes del Caribe y Japón, pero de forma diferente. En el Caribe los hombres y mujeres portadores tienen la misma probabilidad de desarrollar leucemia. Sin embargo, en Japón, los hombres infectados tienen entre 2 y 3,5 veces más posibilidades de desarrollar este cáncer de sangre.

“Esta diferencia tan drástica había llamado la atención de la comunidad científica y era difícil de explicar simplemente como una diferencia del sistema inmunitario entre hombres y mujeres; así que, en lugar de centrarnos en el punto de vista del portador, hemos considerado la perspectiva del virus”, explica Úbeda.

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Imagen microscópica del virus HTLV-1 (verde) infectando un linfocito T humano (amarillo). / Enciclopedia Británica-Dennis Kunkel/Phototake

Más probabilidad de transmisión con la mujer

“Con el modelo –añade–, hemos demostrado que la selección natural favorece a los HTLV-1 menos virulentos con las mujeres (tienen menos posibilidad de desarrollar leucemia en este caso) que con los hombres en sociedades en las que hay una mayor transmisión de madre a hijos durante el parto y la lactancia”. Es lo que ocurre en Japón, donde el periodo en que las madres amamantan a su descendencia es mayor que en el Caribe.

Los datos revelan que patógenos como este se están adaptando para ser menos virulentos en las mujeres, a las que consideran más valiosas como vehículo de dispersión y de alguna forma ‘respetan’ más.

“De esta forma aumentan sus posibilidades de ser transmitidos a la siguiente generación durante el embarazo, el nacimiento y la infancia», subraya Úbeda, quien concluye: «La supervivencia de los más aptos es relevante para todos los organismos, no solo para los humanos. Es muy probable que este comportamiento virulento específico del sexo esté sucediendo a muchos otros patógenos que causan enfermedades, además de ser un excelente ejemplo de lo que el análisis evolutivo puede hacer por la medicina”.

Referencia bibliográfica:

Francisco Úbeda y Vincent A.A. Jansen. “The evolution of sex-specific virulence in infectious diseases”. Nature Communications, 13 de diciembre de 2016.

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