La mujer indígena que trabaja en el campo, además de cumplir con las labores domésticas en el hogar, se ve fuertemente afectada en el aspecto físico y con agotamiento emocional, lo que representa un llamado de atención para que profesionales de diferentes disciplinas volteen la mirada hacia este problema y se analice su situación, aseguró Godeleva Rosa Ortiz Viveros, del Instituto de Investigaciones Psicológicas (IIP) de la Universidad Veracruzana (UV).

La universitaria abordó en su libro Repercusiones psicológicas del trabajo femenino dentro y fuera del hogar en amas de casa mexicanas, los problemas y repercusiones que tienen en las mujeres las “jornadas laborales múltiples en su vida”, derivado de un proyecto apoyado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

Tras plantear que la mujer indígena “es la peor considerada, socialmente hablando”, apuntó que otro de los factores que afecta psicológicamente a la mujer de campo es que tras atender su hogar –que no lo considera como trabajo–, participa en la barbecha sin ninguna recompensa ni reconocimiento por ello, y es su compañero quien comercializa el producto y administra el dinero, sin compartir un solo peso con ellas.

Al abundar sobre el trabajo de investigación en el que fundamenta su libro, la doctora explicó que generalmente la mujer tiene a su cargo en México –como en muchos países más– las actividades del hogar además de las de “maridaje”, es decir, “atender al marido, a la familia, la comida y a los hijos, lo que conlleva todas las actividades y responsabilidades de crianza”.

Godeleva Rosa consideró que estas actividades son normalmente desgastantes, pero implican además una función laboral que no cuenta con el reconocimiento social, ni sueldo y prestaciones, sólo por el simple hecho de hacerlo y porque garantiza la reproducción de la fuerza de trabajo en el país y en el mundo entero.

Por otra parte, la investigadora precisó que cada vez es mayor el número de mujeres con estudios superiores que realizan actividades de servicio fuera del hogar, o bien tienen interés por superarse, lo que las lleva a estudiar los fines de semana “o cuando pueden, y esa diversidad de actividades hace que en muchas ocasiones nos sintamos agobiadas”.

”Esta diversidad de situaciones genera algo similar a un choque cultural en donde la mujer asume las responsabilidades del trabajo de la casa, pero no lo considera como tal, ya que al preguntarles si trabajan, la respuesta es ‘No, solamente me quedo en la casa’, y en realidad se queda pero a hacer todo el trabajo de la casa, y eso puede ser bastante agotador.”

Añadió que en esas condiciones, la mujer necesita una justificación social del porqué está fuera de la casa trabajando en otras actividades que no son atendiendo a sus hijos, y en muchas ocasiones se llena de culpa porque enfermó un hijo y no lo pudo atender por ir a trabajar, aunque legítimamente está desempeñando una actividad importante pero siente que está fallando en la otra.

La investigación de Ortiz Viveros se hizo mediante encuestas a mujeres de los estados de Chihuahua y Sonora en el norte del país; Jalisco, Estado de México y el Distrito Federal en el centro; y Veracruz por la zona sur del país.

Detalló que con consentimiento informado se encuestó a mujeres rurales urbanas y que fue Veracruz la única entidad en donde pudo obtener una muestra de mujeres indígenas. Lo anterior motivó a que quedara ese pendiente: profundizar más en la situación de la mujer indígena para poder darle la atención que requiere.

Godeleva Ortiz Viveros es egresada de la Facultad de Psicología de la UV, con Maestría en Salud Pública por el Instituto de Desarrollo de la Salud de La Habana, Cuba, y cuenta con Doctorado en Psicología de la Salud por la Universidad de Guadalajara.

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