Madrid, 24 may (EFE).- Los biocidas empleados en 2001 en la cueva de Lascaux, en Montignac (Francia), para eliminar un brote de hongo Fusarium solani no sólo fueron «ineficaces», sino que además favorecieron la proliferación de nuevos hongos y bacterias.
Científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) han llegado a esta conclusión después de evaluar la ecología microbiana de esta cueva rupestre, un trabajo que aparece publicado en la revista Environmental Science and Tecnhnology.
La cueva de Lascaux, descubierta en 1940, conserva un conjunto de pinturas rupestres y grabados compuesto por más de 1.900 figuras de animales y signos geométricos del Paleolítico Superior.
En 1963, cuando se descubrió que debido a la iluminación artificial, las paredes presentaban abundantes colonizaciones del alga unicelular Bracteacoccus minor, fue cerrada al público.
En 2001, cuando el hongo Fusarium solani empezó a extenderse rápidamente por toda la cavidad, volvieron a saltar las alarmas.
Para frenar el brote, se aplicaron tratamientos muy agresivos con cloruro de benzalconio (biocida), antibióticos y cal viva.
Sin embargo, «tras las primeras aplicaciones, en diciembre de ese mismo año, surgieron las primeras manchas negras en las paredes», explica el investigador del CSIC Cesáreo Sáiz, coordinador del equipo que ha evaluado la cueva prehistórica.
En 2006, el brote «desarrolló un crecimiento explosivo» que hoy es «la mayor amenaza para las pinturas rupestres», explica Sáiz, del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla (CSIC).
La gravedad del problema hizo que en 2008 se volviese a aplicar un tratamiento basado en biocidas semejantes a los del año 2001.
La investigación del CSIC indica que el uso continuado del cloruro de benzalconio entre 2001 y 2004 no sólo no eliminó los hongos, sino que, por el contrario, favoreció su diversidad.
También demuestra que los hongos que hoy colonizan las paredes de esta cueva rupestre son mayoritariamente levaduras negras de la familia Herpotrichiellaceae y la especie Acremonium nepalense, es decir, distintos a los aparecidos en 2007 y 2008.
Por último, la investigación también confirma que entre 2008 y 2011, se produjo una rápida sucesión de hongos.
La situación hizo que a mediados de 2009, el Ministerio de Cultura y Comunicación francés concediera un proyecto de investigación al equipo liderado por Sáiz que, en colaboración con científicos del Institut National de la Recherche Agronomique de Dijon, analizó las comunidades fúngicas asociadas a la aparición de estas manchas negras.
Los resultados del proyecto ponen de manifiesto que el uso de biocidas en la cueva fue un error y que habría que haber optado por una conservación preventiva como la que se realiza en las cuevas de Altamira, Cantabria, o Castañar de Ibor, en Cáceres, según Sáiz.
Las medidas de conservación diseñadas para Altamira incluyen la prohibición de visitas desde 2002, un exhaustivo seguimiento microclimático y microbiológico, y la eliminación, mediante el control de la vegetación exterior, de materia orgánica disuelta en las aguas que se filtran a las capas profundas del terreno.
En Lascaux, los diversos estudios realizados han permitido aislar y describir dos nuevas especies de hongos, Ochroconis lascauxensis y Ochroconis anomala, los causantes de las manchas negras que invadieron las paredes y bóvedas de la cueva.
Los resultados de este trabajo acaban de ser publicados en la revista Fungal Biology.

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