Carcajada

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Cuando escuchas la frase “¡Eres un genio!”, podrás darte cuenta —por la tonalidad y el contexto— si quien te lo dice está en verdad impresionado de tus habilidades intelectuales o está siendo sarcástico y bromea sobre algo que no salió exactamente como tú lo esperabas.

Esto sucede gracias a que la comunicación no se limita a cifrar un mensaje con palabras. Existen sutiles características no habladas que nos indican lo que el otro quiere decir en un enunciado. Esta intencionalidad fuera de lo literal se denomina lenguaje pragmático y es una característica de la comunicación bien estudiada por los lingüistas.

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Pero cómo es que aprendemos a utilizar el lenguaje pragmático y cuáles son las redes cerebrales involucradas en su comprensión, son las preguntas que la doctora Magda Giordano Noyola, investigadora del Instituto de Neurobiología de la Universidad Autónoma de México (UNAM), intenta responder.

“El lenguaje pragmático es una habilidad particular del lenguaje que no se contiene solo en los aspectos gramaticales, semánticos y sintácticos sino que añade la intención que tiene el hablante al decir algo, lo cual puede ser muy distinto a lo que declara. Como es en el caso de la ironía o el sarcasmo, en donde puedes decir ‘¡qué bonito vestido te compraste!’ y resulta que lo que en realidad estás expresando es ‘¡qué cosa tan horrorosa!’”, comenta con humor la investigadora.

Magda Giordano explica que con el lenguaje pragmático, además de comunicar información descriptiva del mundo, comunicamos estados de ánimo: acuerdo, desacuerdo, humor, cortesía, cuestiones como la ironía, el sarcasmo, la metáfora o los actos del habla.

“Por ejemplo, en México somos muy cuidadosos con el uso de la cortesía en el lenguaje: ¡Oiga, disculpe!, ¡por favor!, ¡me haría el favor!… Aunque sea el deber de esa persona darte el ‘papelito X’, no llegas y le dices: ¡el papel X! Con el lenguaje estamos diciendo a la persona que la respetamos”.

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Magda Giordano.

La investigadora hace notar que cada cultura tiene sus formas de lenguaje pragmático y con la globalización ser indiferente a esto puede afectar relaciones comerciales o diplomáticas. Por ejemplo, un ¡qué quieres!, directo y sin rodeos, puede parecer grosero para un mexicano pero no para un español. “Estas cosas debemos aprender a leerlas”.

Consecuencias de no entender la cortesía o el sarcasmo

Es bastante fácil darse cuenta que una misma oración tiene distintos significados dependiendo de la situación en que se emplea, de la relación que se tiene con la persona con quien se sostiene la conversación, de sus gestos, la entonación empleada al declamar el enunciado, entre otras cosas.

Sin embargo, la doctora Magda Giordano explica que para algunos individuos interpretar el mensaje implícito en un enunciado no es tan fácil. Estos sujetos sufren del trastorno semántico-pragmático (TSP).

No comprender la intención de las personas con quienes se habla, más allá del significado de las palabras, suele traer dificultades en la interacción social, problemas en el trabajo y en las relaciones personales.

“Es difícil establecer una relación de cercanía con alguien que no puede expresar mediante el lenguaje otra cosa más que la descripción del mundo”, comenta la investigadora y expone un ejemplo muy actual, el programa de televisión The Big Bang Theory con su personaje Sheldon Cooper. Explica que este personaje solo se expresa en sentido literal y que igualmente solo comprende la parte literal de las oraciones.

Este es un caso de humor donde el personaje funciona en su entorno, pero este trastorno puede llevar a serios problemas emocionales y de aprendizaje. No solo puede mermar el desarrollo laboral, académico y la salud mental del individuo sino de las personas con quienes se relaciona.

El TSP es un trastorno en sí mismo, pero también es un signo observable en patologías como el autismo, la esquizofrenia o el párkinson. Esto indica que es necesario que todo el sistema nervioso funcione para comprender y utilizar el carácter social del lenguaje.

Estudiando las bases biológicas del lenguaje pragmático

Magda Giordano se hace preguntas básicas para dilucidar qué funciones cognitivas sostienen el lenguaje pragmático: ¿una persona con mayor coeficiente intelectual comprenderá mejor la ironía o la cortesía?, ¿estarán involucradas la capacidad de sentir empatía o la teoría de la mente, que es la capacidad de detectar el estado emocional de otra persona?

Para contestar a estas preguntas la estrategia es diseñar reactivos y tareas que lleven a las personas a utilizar el lenguaje pragmático. Ya que se diseñan se pide a las personas que resuelvan estas tareas dentro de un equipo de resonancia magnética.

El objetivo es detectar qué áreas del cerebro se activan al utilizar el lenguaje pragmático y cómo se relacionan; qué áreas del “lenguaje normal” están activas, pero también hasta qué punto se utilizan dep 16 3otras redes cerebrales. Esto incluyendo áreas corticales y subcorticales del sistema nervioso, detalla la especialista.

Las pruebas iniciales se han diseñado para actos del habla y refranes, que son las formas más básicas del lenguaje pragmático. Los actos de habla son las promesas, órdenes y acuerdos que realizamos con el lenguaje. “Cuando decimos ‘nos vemos mañana’, estamos prometiendo, a pesar de que no usamos el verbo, no decimos ‘te prometo estar aquí mañana’”.

Las preguntas en esta línea de investigación son bastantes e incluyen cuestiones culturales. ¿Qué elementos de la educación y de las interacciones sociales de un niño le permiten adquirir estas destrezas del lenguaje y cómo se va desarrollando?

Algunas cuestiones del desarrollo se saben por el trabajo de los lingüistas, como que hay habilidades que se adquieren a cierta edad. Por ejemplo, parece que la ironía es más tardía que la metáfora. Pero hay mucho más por conocer.

Por el momento los estudios se realizan con adultos sanos, pero en un futuro pretenden ampliarse a niños e individuos con alguna patología; además de incorporar el análisis de formas más complicadas del lenguaje pragmático como la ironía.

El proyecto ha recibido el apoyo para la investigación de Fronteras de la Ciencia del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y la idea a largo plazo es establecer un modelo neurocognitivo que explique en qué funciones descansa el lenguaje pragmático y qué áreas están involucradas en su desarrollo, neurológico y psicológico.

El proyecto comenzará atendiendo necsidades de ciencia básica pero tendrá importancia también a nivel clínico. Al equipo de investigación comienzan a sumarse psicólogos, lingüistas, especialistas en ingeniería lingüística y se espera se sumen más investigadores.

El trastorno semántico-pragmático fue reconocido como un diagnóstico en el año 2013, cuando la Asociación Americana de Psiquiatría lo agregó al Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5).
Los niños que sufren este trastorno suelen hablar de manera aceptable en lo que se refiere a pronunciar palabras y construir oraciones. Sin embargo, tienen dificultad para aprender a usar el lenguaje de una manera socialmente apropiada y pueden presentar las siguientes características:
  • Poco interés en las interacciones sociales.
  • Salirse del tema o monopolizar las conversaciones.
  • No adapta el lenguaje a las diferentes audiencias (habla de la misma manera a un adulto que no conoce que a un amigo).
  • No adapta el lenguaje a las diferentes situaciones (habla de la misma manera en el salón de clases que en el parque de juegos).
  • Tiene dificultad para hacer inferencias y entender las cosas que no están aclaradas de modo explícito.
  • No proporciona referencias cuando está hablando con personas que no conoce.
  • No entiende cómo saludar de modo apropiado a las personas, pedir información o lograr su atención.
  • No detecta acertijos, ironía, sarcasmo y/o metáforas.
  • Tiene problemas para entender las comunicaciones no verbales, como las expresiones faciales.

Fuente: Trastorno de la comunicación social (pragmático): ¿síndrome o síntoma? Revista de Estudios e Investigación en Psicología y Educación.

 

Violeta Amapola Nava

Ciudad de México (Agencia Informativa Conacyt)

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