Reconstrucción paleoambiental de la laguna con el recorrido de los megalosáuridos. / Oriol Oms / UAB

Reconstrucción paleoambiental de la laguna con el recorrido de los megalosáuridos. / Oriol Oms / UAB


El Jurásico medio, hace entre 174 y 163 millones de años, es a menudo llamada «la era oscura» de los dinosaurios. El registro fósil ha proporcionado escasas evidencias de huesos y huellas de esta etapa de la historia de la vida en la Tierra que, en relación a los dinosaurios carnívoros (terópodos), estuvo dominada por miembros del grupo de los megalosáuridos, animales de gran tamaño que se desplazaban de forma bípeda. En Europa, los restos óseos más abundantes de este grupo se han encontrado en Francia, Inglaterra y Escocia, mientras que Portugal destaca por el registro de icnitas (huellas fosilizadas) de este grupo de animales.

Un estudio encabezado por Novella Razzolini, investigadora del Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont (ICP) y publicado en la revista Scientific Reports, se centra en unas icnitas encontradas en el Vale de Meio (a unos 100 km al noreste de Lisboa), el yacimiento más grande y antiguo de la península ibérica.

Hasta ahora nunca se habían encontrado evidencias de desplazamientos con un claro objetivo de alimentación

Hace unos 170 millones de años, lo que actualmente es una extensa cantera de más de 7.000 metros cuadrados era una zona bañada por el mar. A poca distancia de la playa, una barrera de arena provocaba que con la bajada de la marea se formase una laguna interior. «Los megalosáuridos aprovechaban esta circunstancia para alimentarse de los vertebrados e invertebrados que quedaban atrapados en las aguas superficiales», explica Razzolini. «El tránsito hacia la laguna de estos animales quedó registrado en el sedimento», comenta.

Uno de los registros de huellas más importantes

Los rastros analizados suponen uno de los registros más importantes de huellas de dinosaurios carnívoros del mundo. Se trata de más de 700 impresiones que se distribuyen en unos 80 rastros que oscilan entre los 30 y 40 metros de longitud. La concurrencia de icnitas ha sorprendido a los investigadores, ya que tradicionalmente se ha considerado que los megalosáuridos –y, de forma general, todos los grandes dinosaurios carnívoros– eran cazadores solitarios y nunca se habían observado tantas huellas de este grupo en una misma zona.

Las huellas de Portugal son las más grandes de la península ibérica y podrían corresponder a un pequeño número de individuos que, de forma recurrente, aprovechaba la marea baja para alimentarse y no implican un comportamiento gregario.

Fue la orientación de los rastros lo que hizo pensar a los investigadores en la posibilidad de que se tratase de desplazamientos motivados por un comportamiento de alimentación. A diferencia de los rastros habituales de rebaños que migran hacia otras zonas, estos animales no recorrían la línea de la costa sino que iban y volvían de la laguna hacia la tierra firme. Uno de los aspectos sorprendentes de la investigación es que más del 90% de los rastros van hacia el mar y muy pocos vuelven. «Posiblemente los dinosaurios hacían el camino de vuelta por algún otro lugar que no se ha conservado en el registro fósil y que quedaba bastante alejado del camino de ida», comenta Razzolini.

El comportamiento piscívoro de los megalosáuridos no ha sorprendido a los investigadores ya que se habían documentado restos de peces en los contenidos estomacales de un megalosáurido en Francia, pero hasta ahora nunca se habían encontrado evidencias de desplazamientos con un claro objetivo de alimentación. Los investigadores creen que sus hábitos no eran significativamente diferentes de otros grupos próximos. «Como los espinosáuridos, un grupo estrechamente emparentado con ellos, los megalosáuridos habrían sido carnívoros oportunistas, alimentándose tanto de vertebrados terrestres como de peces», concluye Razzolini.

Pese a que los rastros del Vale de Meio fueron descubiertos en 1998, las campañas de campo de los años 2014 y 2015 permitieron elaborar una cartografía detallada de la zona y la digitalización 3D de las huellas. Estos nuevos datos permitieron asignarlas al grupo de los megalosáuridos. En la investigación también han participado investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona, el museo de la Conca Della, la Universidad Ludwig–Maximilians de Munich y el Museo Nacional de Historia de la Ciencia de Lisboa.

Referencia bibliográfica:

 Razzolini, N. L. et al. «Ichnological evidence of Megalosaurid Dinosaurs Crossing Middle Jurassic Tidal Flats». Sci. Rep. 6, 31494; doi: 10.1038/srep31494 (2016)

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