Construcción del acueducto de Los Ángeles, 1913- West Coast Art Co

Construcción del acueducto de Los Ángeles, 1913- West Coast Art Co


El 5 de noviembre de 1913 se inauguró lo que entonces llamaron el acueducto más grande del mundo, el destinado a abastecer de agua a Los Ángeles.

En 1904, tras dos años con un cauce fluvial inferior al 30% de lo normal del río Los Ángeles, las reservas de agua de la ciudad se agotaron. En julio de ese año, durante diez días, el consumo de agua de Los Ángeles superó en más de 15 millones de litros a la cantidad destinada a mantener las reservas de la ciudad, evidenciando un más que probable problema de desabasto en un futuro próximo.

Entre 1899 y 1903, Harrison Gray Otis, fundador del periódico Los Angeles Times, y su sucesor y yerno, Harry Chandler, lograron con éxito comprar terrenos a bajo precio situados en la periferia norte de Los Angeles, en el Valle de San Fernando. Al mismo tiempo, se procuraron la ayuda de William Mulholland, ingeniero jefe del Departamento de Agua de Los Angeles, y de J.B. Lippencott, miembro del Servicio de Recuperación de Aguas de los Estados Unidos.

Durante el siglo XIX la ciudad de Los Ángeles tuvo un crecimiento explosivo, impulsado por varios factores, comenzando con la llegada del ferrocarril en el año de 1876 y el descubrimiento de petróleo en 1892. La tasa de población se duplicó en la década de 1890, pasando de apenas 50.000 a más de 100.000 habitantes en el año 1900. En los siguientes diez años la cifra se triplicó, y en 1910 el censo ya superaba holgadamente las 300.000 entradas.

Aunque aparentemente la llegada de esta avalancha de vecinos pudiera resultar algo bueno para la ciudad, la nueva realidad no se presentó carente de problemas. El principal tenía que ver con el suministro agua, hasta entonces surtida de forma natural por el río Los Ángeles, cuyas reservas comenzaron a peligrar cuando se alcanzaron las 100.000 almas.

Tras este preocupante suceso, la Compañía de Agua de la Ciudad de los Ángeles (CACLA), con William Mulholland como responsable, decidió calcular cuál sería el consumo de agua en los años venideros. Para ello utilizaron los datos de crecimiento de los ejercicios anteriores, y los resultados arrojaron que, con una población estimada de 390.000 habitantes, la demanda se situaría entorno a los 220 millones de litros diarios: un 10% más que el caudal máximo histórico registrado en el río Los Ángeles, y más del doble que el dato mínimo.

Fred Eden, exalcalde, ingeniero y predecesor de Mulholland en el cargo de superintendente de la CACLA, hacía tiempo que había puesto el ojo en el río Owens, cuya desembocadura en el lago homónimo, entre la Sierra Nevada y las Montañas Blancas se encontraba a 300 kilómetros de Los Ángeles.

Eden había observado que el agua del río Owens se estancaba formando un lago al final del valle debido a la aparición de una pared de magma relativamente reciente, pero que en el pasado el flujo de agua descendía de forma natural hasta el sur de las montañas que se sitúan al norte de Los Ángeles. Por lo tanto, pensó, sólo había que recuperar el antiguo cauce y dar solución al obstáculo montañoso para llevar el agua a la ciudad.

Lippencott realizó sondeos de aguas en Owens Valley para el Servicio de Recuperación de Aguas mientras era remunerado en secreto por la Ciudad de Los Ángeles. Éste logró persuadir a los agricultores de Owens Valley y a las compañías mutuas de agua para que unieran sus intereses y cedieran los derechos de agua sobre 200,000 acres de tierra a Fred Eden, agente de Lippencott y ex alcalde de Los Angeles. Eden, enseguida, renunció a su puesto en el Servicio de Recuperación de Aguas, aceptó empleo en el Departamento de Agua de Los Ángeles como asistente de Mulholland e hizo entrega a la ciudad de los mapas, sondeos de campo y mediciones del río Owens. Esos estudios fueron la base del diseño del acueducto más largo del mundo.

Posteriormente un informe encargado a Frederick H. Newell, ingeniero jefe del Servicio de Reclamaciones de EE.UU. y jefe de Lippincott confirmó la viabilidad de extraer agua del río Owens.

Después de numerosos pleitos con los vecinos del valle Owens, que con mucha razón veían peligrar su modo de vida, las obras para construir el acueducto empezaron en otoño de 1908. El presupuesto era de 24’500,000 dólares y se necesitaban 5,000 trabajadores.

Para julio de 1905, el periódico L.A. Times de Chandler, inició una etapa de presión mediática hacia la población al publicitar que el condado se vería pronto sin agua a menos de que votaran a favor de la aprobación de un paquete de bonos para financiar la construcción del acueducto. Incluso se crearon condiciones artificiales de sequía, desviando el agua hacia el alcantarillado y se prohibió a los residentes el riego de céspedes y jardines, lo que propició que se aprobaran los bonos.

Con estos fondos, y gracias a una resolución especial aprobada por el Congreso que permitía que los municipios fueran propietarios de terrenos fuera de sus límites geográficos, la ciudad de Los Ángeles adquirió la tierra que Eden había comprado a los agricultores de Owens Valley y se inició la construcción del acueducto.

Las obras incluyeron la construcción de 142 túneles con una longitud total de unos 70 kilómetros, 55 kilómetros de canal a cielo abierto, más de 60 kilómetros de canal cubierto de hormigón y unos 160 kilómetros de conductos prefabricados que hubo que transportar y colocar en el lugar determinado, algunos de los cuales tenían tamaño suficiente como para conducir por su interior.

También se necesitaron construir más de 500 kilómetros de carreteras pavimentadas y líneas de ferrocarril, dos plantas hidroeléctricas, una de las mayores fábricas de cemento del mundo, casi 400 kilómetros de líneas telefónicas y más de 2.300 edificios, entre casas, almacenes, graneros y hospitales.

Además, y como principal reto, hubo que instalar unos 20 kilómetros de sifones de acero. Uno de ellos, situado en el cañón de Jawbone, tiene casi dos kilómetros y medio de longitud y un peso total de 3.216 toneladas, con una caída de más de 260 metros hasta el fondo del cañón antes de ascender por la otra pared. El mayor de todos mide más de 6.6 kilómetros, de los cuales 4.75 están hechos a base de tubos de acero.

Miles de personas llegaron a la zona atraídas por los generosos sueldos y el seguro médico que ofrecían los promotores de la faraónica construcción, y más de 5.000 hombres trabajaron en las obras, que duraron cinco años, hasta 1913. Afortunadamente se saldaron con un reducido número de muertos y heridos: 43 fallecidos, un discapacitado permanente y 1.282 accidentes menores.

El 5 de noviembre de ese mismo año el acueducto fue inaugurado, convirtiéndose en el más grande del mundo, con 375 kilómetros de longitud y un caudal de casi 14.000 litros por segundo. Mulholland fue aclamado por su diseño, que había conseguido hacer fluir toda el agua por gravedad, y la población de Los Ángeles veía un futuro próspero en la moderna y colosal infraestructura.

Pero la alegría no duró demasiado.

Los ataques perpetrados por los ciudadanos del Valle y el Lago Owens, que veían como sus tierras fértiles se secaban para limpiar los váteres de la gran ciudad, fueron constantes durante los años 20, en lo que dio en llamarse la Guerra del Agua. Y en 1928 la explosión de la presa de San Francis, en el norte del condado, inundó completamente las ciudades de Castaic Junction, Fillmore, Bardsdale y Piru, matando a cientos de personas y hundiendo en la desgracia el nombre de Mulholland, en quien recayó la responsabilidad.

Pero la cosa no quedó ahí, ya que las predicciones hechas por el intendente habían sido un desastre. El dato estaba claramente subestimado, y en 1930 la ciudad ya había crecido hasta más de 1.2 millones de habitantes, frente a los 390.000 previstos en 1904. A pesar de que el acueducto se había diseñado para transportar mucha más agua de la prevista a priori (más de 1.200 millones de litros diarios, frente a los 220 millones de litros calculados), la construcción terminó quedándose pequeña.

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