Carlos Roncero. / Vall d'Hebron Barcelona Campus Hospitalari

Carlos Roncero. / Vall d’Hebron Barcelona Campus Hospitalari


Un estudio liderado por profesionales de la sección de Adicciones y Patología Dual del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Vall d’Hebron y del Vall d’Hebron Institut de Recerca (VHIR) afirma que 7 de cada 10 (es decir, el 67%) de los pacientes tratados en centros de salud españoles por adicción a la heroína, sufren, como mínimo, un trastorno psiquiátrico asociado.

El trabajo ha analizado los datos de 621 pacientes en tratamiento por esta adicción, proporcionados por 74 instituciones. Esta cifra lo convierte en pionero al proporcionar una imagen muy detallada de las problemáticas psiquiátricas derivadas del consumo de heroína, como ha explicado su coordinador, Carlos Roncero, jefe de Sección de Adicciones y Patología Dual del Servicio de Psiquiatría Vall d’Hebron. El estudio ha sido publicado recientemente en Psychiatry Research.

El 84% de los pacientes que han participado en el estudio son hombres, con una media de edad inferior a los 40 años. El 47% no tiene empleo y el 19% tiene problemas legales. Casi todos, el 94%, están siendo tratados con metadona, la mayoría, el 82%, tiene otros tipos de adicciones (sobre todo tabaco, alcohol y cànnabis), y el 59% padece también, como mínimo, una enfermedad infecciosa, como hepatitis C o infección por VIH.

Comorbilidad psiquiátrica

El 67% de los casos analizados son casos de patología dual, presentando más de un trastorno psiquiátrico a la vez. El más frecuente es la ansiedad, presente en el 53% de los participantes, seguido de alteraciones en el estado de ánimo (48%), alteraciones en el sueño (41%), alteraciones relacionadas con el consumo de substancias (36%) y alteraciones de la personalidad (27%).

El trastorno asociado más frecuente es la ansiedad, presente en el 53% de los participantes

La esquizofrenia y otros trastornos psicóticos, problemas graves que no se suelen diagnosticar, afectan al 12% de los pacientes, y son más frecuentes en aquellos que también abusan de la cocaína. La proporción de pacientes con, como mínimo, una comorbilidad psiquiátrica, se incrementa significativamente con la dosis de metadona que se recibe, según los autores del estudio. Estos problemas son “marcadores de posibles recaídas”, que hay que tener en cuenta. Esto obliga a evaluar “a todo paciente adicto, en especial al que depende de la heroína” para buscar “si hay otros trastornos, sobre todo en los que reciben altas dosis de metadona”, añade Roncero.

Otro factor destacado es la diferencia entre los trastornos detectados en hombres y en mujeres, que presentan más desordenes en la sexualidad y la identidad de género. Un hallazgo “esperable”, según Roncero, aunque considera que al analizarlo hay que tener en cuenta la baja cifra de mujeres participantes en el estudio.

Un problema de infradiagnóstico

Para el experto, el estudio demuestra que las comorbilidades psiquiátricas en los pacientes adictos están infratratadas. El 12% no recibe el tratamiento farmacológico específico para tratarlas o solo lo recibe parcialmente. Este dato no indica, según explica, la “mala praxis” de los profesionales que la siguen, pero sí que obliga a prepararlos para detectarlas, mejorar el proceso de diagnóstico para conseguirlo y la gestión del tratamiento.

El problema es que “los síntomas quedan escondidos”, según el coordinador del estudio, “por la dependencia de la heroína, que es muy grave”. Se trata de “pacientes muy complicados, que necesitan más tiempo de evaluación para buscar todos los problemas derivados de su dependencia”, apunta el coordinador del estudio, que explica que esta clase de paciente necesita más tratamiento y terapias más intensivas para tratar su problemática.

A la hora de hacer frente a estos casos, se destaca que hay que tener en cuenta que los pacientes presentan un peor nivel de ocupación laboral y problemas graves de salud, laborales, familiares, legales, de alcoholismo y psicológicos que los que no tienen trastornos psiquiátricos asociados.

Este dato, sumado a las diferencias entre hombres y mujeres llevan a adoptar una perspectiva de género en el tratamiento, “buscar los trastornos” siguiendo este criterio, y, a la vez, “aplicar el tratamiento en función del trastorno o trastornos” que sufra cada paciente.

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