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El esfuerzo conjunto entre Estado-empresas-instituciones de educación para incentivar de manera coordinada las inversiones en innovación científica y tecnológica en México reduciría las desigualdades en esos campos, en relación con las naciones industrializadas y las emergentes, consideró la doctora Alenka Guzmán Chávez.

 

Entrevistada en el Foro Consultivo Científico y Tecnológico al término de la presentación del libro Innovación en América Latina. Argentina, Colombia y México, que coordinó con los doctores Gabriel Yoguel e Ignacio Llamas Huitrón, la académica de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) afirmó que “la dependencia de México en la materia es demasiado elevada”.

 

En 2015 “97 por ciento de las patentes fue de extranjeros y tres por ciento de nacionales”, lo cual indica que el sector productivo “paga regalías por ese concepto a todos aquellos que traen la tecnología a México”.

 

La disparidad está presente, tanto en el ámbito interno como en el internacional, porque el número de prototipos registrado por el país es menor frente al de naciones desarrolladas y emergentes como China o India.

 

“Entre 1980 y 2015 el país contabilizó aproximadamente 1,300 registros de derechos de invenciones concedidas en Estados Unidos, en tanto que los chinos en un sólo año presentaron más de 1,000”, apuntó la investigadora del Departamento de Economía de la Unidad Iztapalapa.

 

La estrategia del Estado mexicano respecto del impulso de la innovación y el desarrollo tecnológico no ha sido la correcta, ya que es “destinado un gasto en ese rubro de 0.4 por ciento del Producto Interno Bruto, frente a 1.5 por ciento de China o 1.0 por ciento de Brasil, mientras Estados Unidos y Corea del Sur alcanzan 4 por ciento, lo cual muestra dónde se ubican la ciencia y la tecnología” en México.

 

La doctora Guzmán Chávez consideró que el libro contribuye a identificar la innovación como una tarea fundamental, para que las naciones de América Latina aspiren a un crecimiento económico e “incluso con las próximas discusiones para renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) pone en evidencia que tenemos muchas debilidades en la materia frente a nuestros socios comerciales”.

 

Si Donald Trump denuncia que hay un elevado déficit comercial, agregó, “entonces no registra lo que su país gana por la dependencia tecnológica, “que es el muro del conocimiento que Estados Unidos levantó cuando firmó el acuerdo”.

 

El doctor Víctor Gerardo Carreón Rodríguez, director adjunto de Planeación y Evaluación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), consideró necesaria una política pública consistente, de mediano y largo plazos, que genere certidumbre “para no proseguir en los últimos vagones del tren del desarrollo”.

 

Al Estado le corresponde generar “el marco institucional de coordinación que permita tener un sistema nacional de innovación sólido, en el que el sector público, el privado y el académico trabajen en un mismo sentido y objetivo”.

 

El doctor Carreón Rodríguez dijo que el Conacyt está ocupado en las estrategias de: Formación y fortalecimiento de capital humano –Programa de Becas, Sistema Nacional de Investigadores y de Cátedras–; Fortalecimiento y financiamiento de infraestructura física y laboratorios, y Fortalecimiento regional para las entidades federativas en ciencia y tecnología.

 

También con el Programa de Vinculación que está destinado a incentivar al sector privado a invertir en el avance tecnológico, asociado con las instituciones de educación superior y la contratación de personal calificado.

 

“México es un país que hace un esfuerzo importante en los sectores público y privado en el tema de innovación, pero a pesar de que no estamos al nivel de las naciones de primer mundo –Estados Unidos, Japón, Suiza–, se han alcanzado mejoras importantes que han permitido ir en la dirección correcta”.

 

Las fortalezas están reflejadas en que “hay talento humano –una larga tradición del programa de becas Conacyt con poco más de 300,000 beneficiarios de posgrados– e infraestructura –excelente red de laboratorios, instituciones de educación superior– encaminado a incentivar la vinculación empresas-estado-academia para trabajar en nichos que ofrezcan progreso.

 

La doctora Claudia Noemí González Brambila, académica del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), indicó que el libro Innovación en América Latina. Argentina, Colombia y México, aspira a la reflexión, el análisis y hace propuestas de lineamientos sobre el tema que incluye a los agentes sociales, los ámbitos tecnológicos, sectoriales y sociales entre esos tres países latinoamericanos.

 

Además resalta la importancia de estudiar por qué las empresas de la región no demandan el conocimiento que se genera en las universidades y centros de investigación, y las políticas públicas que han promovido una consolidación del sistema con la esperanza de que, eventualmente, haya una transición de ciencia a innovación, a pesar de la evidencia de que tal relación lineal no existe.

 

El eje conductor de la obra es el análisis empírico riguroso con datos y modelos econométricos sólidos que permiten mostrar los beneficios y limitaciones del tema, información necesaria para los tomadores de decisión, inversionistas, empresarios y emprendedores.

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