Somos simples buscadores del tiempo perdido, pero a veces lo encontramos”. Esta reflexión del destacado arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma aparece al cierre de su obra más reciente, Grandes hallazgos de la arqueología. De la muerte a la inmortalidad, y fue también el punto de partida de su presentación en la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU) 2014.

         Acompañado en los comentarios por la rectora Sara Ladrón de Guevara y la antropóloga Guadalupe Vargas Montero, Matos Moctezuma charló con los asistentes que colmaron el auditorio de la Facultad de Música. Sergio Vázquez Zárate, director de la Facultad de Antropología de la UV, fungió como moderador.

         Para el arqueólogo, ganador de la Medalla “Henry Nicholson” de la Universidad de Harvard, el llamado de la arqueología llegó a los 18 años, cuando leyó un clásico de la disciplina, Dioses, tumbas y sabios de C.W. Ceram. “Empecé a leerlo y no pasé del capítulo uno, que estaba dedicado a Egipto, entonces allí enloquecí; es decir, me apasionó enormemente aquello que estaba leyendo, las andanzas de muchos arqueólogos, entre ellos Howard Carter, que era el arqueólogo inglés que encontró la tumba de Tutankamón”.

         Aventuró que este libro podría ser una especie de respuesta a aquél que le interesó en la arqueología porque comienza con la tumba de Tutankamón.

         La obra está dedicada al público en general y narra las historias que acompañan el descubrimiento de cinco tumbas ejemplares; su intención es describir la aproximación entre el personaje sepultado y el arqueólogo, cómo la muerte del primero y su posterior descubrimiento por parte del segundo pueden brindar la inmortalidad, de ahí su subtítulo, explicó el autor.

“Escogí esas cinco tumbas pues lo que trato es dar el enfrentamiento, la confrontación entre el personaje enterrado ahí –a veces por miles de años– y el arqueólogo; cómo se da esa aproximación; cómo se saca a la luz la tumba, todo su contenido; la importancia del personaje, porque estos cinco personajes tenían las vidas de la gente en sus manos, tenían un poder ilimitado.”

         Un elemento importante del libro es que se refiere a hallazgos en el siglo XX, por lo cual se da cuenta de los avances tecnológicos aplicados en la arqueología, desde el uso de la fotografía hasta las técnicas más modernas que a la fecha se siguen aplicando en las excavaciones arqueológicas, incluso en la tumba de Ahuízotl.

“Los arqueólogos tratamos con sociedades que fueron, con hombres que fueron, con cacharros que se hicieron mil años antes; estamos tratando con elementos muertos y por eso manejé esa frase del título de Proust, ‘En busca del tiempo perdido’; quién mejor que los arqueólogos estamos en busca del tiempo perdido y a veces lo encontramos”, manifestó.

Al referirse a la obra, Ladrón de Guevara puntualizó que un entierro es el ritual religioso por excelencia, por ello “nada mejor que el escenario de un sepulcro para adivinar la vida de un difunto”.

Apuntó que el autor indaga en los resquicios de las civilizaciones originarias alrededor del mundo: en Egipto con la Tumba de Tutankamón, en China con la tumba del Emperador Qin Shi Huangdi, en Mesoamérica con la Tumba Número 7 de Montealbán, la Tumba del Templo de las Inscripciones de Palenque y la Tumba de Ahuízotl frente al Templo Mayor, que es la propia investigación de Matos Moctezuma.

         “A su erudición se suma la ligereza de su pluma y su prosa grata y amena sin perder el rigor del dato preciso. He aquí un libro para todos aquellos interesados en nuestro pasado universal como civilización. No es un texto para arqueólogos, es un texto escrito por un gran arqueólogo que evita los esoterismos académicos que suelen abundar en los reportes arqueológicos.”

         A continuación, Vargas Montero, académica del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales de la UV, señaló que el texto “nos lleva de la mano al conocimiento de las tumbas más emblemáticas de la antigüedad. El viaje en el tiempo por Egipto, China, Mesopotamia, Mesoamérica; se convierte, a través de la lectura, en un verdadero placer”.

Con la lectura conocemos por qué Eduardo Matos Moctezuma es arqueólogo, agregó; “en la obra se percibe la pasión por el tema, la pasión por el quehacer elegido y llevado a cabo, la fascinación del tema de la muerte se advierte, sin lugar a dudas, en sus obras anteriores y en la presente”.

Está escrito con una pluma narrativa suelta, entendible, amena, que hace accesible su lectura tanto a legos como especialistas, el lector encontrará en el libro la definición de arqueología del autor como un diálogo entre preguntas y respuestas, cuestionando sus principales aportes y sus protagonistas.

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