En América Latina es necesario que los espacios públicos se llenen de manifestaciones artísticas y literarias, de filosofía, creatividad y verdad, “para que desaparezcan esas sombras nefastas de las violencias que trizan y destejen lazos comunitarios y éstos puedan rehacerse”, consideró Gabriel Restrepo, sociólogo y académico de la Universidad Nacional de Colombia.

         El especialista en ciencias sociales impartió la conferencia “Teoría dramática de la sociedad y gestión cultural de la creatividad” el martes 26 de noviembre en el Ágora de la Ciudad, a invitación del Centro de Estudios, Creación y Documentación de las Artes y el cuerpo académico Inteligencia Artificial e Innovación Educativa de la Universidad Veracruzana.

         Compartió que en sus 67 años de vida, ningún día ha experimentado un sentimiento de paz: “El 9 de abril de 1948, ese holocausto y las desesperanzas, ese arder de la capital (de Colombia) en el desasosiego se ha repetido”.

         Opinó que aunque las constantes “erupciones como volcanes” que se experimentan en lugares como México y Colombia tratan de entenderse a través de la teoría, lo que hasta ahora existe es insuficiente. Por ello, aseguró, es necesario “tener el coraje” de crear otra que sea pertinente y relevante.

         En ese contexto Restrepo detalló en qué consiste su “teoría dramática”, que si bien parte de la sociología, es trans y multidisciplinar, se aproxima directamente al teatro y su centro es la pasión.

         Justificó que son las pasiones y no las acciones racionales las que guían la vida social. Por ello, comentó, lo que se necesita saber es cuáles son ese tipo de pasiones que animan a las sociedades y cómo se pueden transformar.

         A través de esta teoría, el sociólogo apuesta a la conversión de las pasiones negativas en positivas, por ejemplo la violencia convertirse en amor.

         “La teoría dramática es además una teoría tramática, y ahí es donde viene la relación con la gestión, porque se trata fundamentalmente de ver cómo se puede tramar”, explicó.

         Dijo que lo fundamental de la teoría dramática es ver cómo el creador (no sólo el académico, sino gestores populares) puede tramar ante “sociedades traumáticas”.

         “Ante sociedades que son destejidas no solamente por la violencia (en el caso de México por el narcotráfico), sino por el capital global que es individualista y tasajea permanentemente, recorta comunidades, tejidos familiares y de amistad.”

         Para él, nación sólo hay una, y Estado puede ser cualquiera (de tendencia política de derecha, izquierda o del centro) que no ha encontrado apropiación con la multiplicidad que integra la nación, como sí lo han hecho las artes y las letras.

         Por eso, dijo, en América Latina se tiene una razón expandida que es necesario potenciar mediante una gestión cultural, que ponga en escena esa creatividad del teatro, la pintura, la escultura, la oralidad, la música.

         “Tenemos una razón expandida que se debe potenciar mediante una gestión cultural que ponga en escena esa creatividad y la proponga como algo que traspase a los diferentes ámbitos de la cultura y de las instituciones del mundo globalizado –el Estado, la escuela, entre otros– para que haya más horizontalidad, respeto y atención.”

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