Según un artículo publicado en la revista Science Translational Medicine, las dificultades persistentes para dormir podrían ser indicadores tempranos del Alzheimer, de acuerdo con una investigación emprendida en ratones por científicos de la Washington University School of Medicine.

En un modelo animal los científicos descubrieron que durante los primeros signos del Alzheimer en el cerebro el ciclo de sueño natural se veía afectado significativamente. “Si las anormalidades del sueño inician en la etapa temprana de la enfermedad, estos cambios podrían servir como signos detectables de la patología, a fin de que podamos administrar una tratamiento más oportuno a los pacientes”, dijo el doctor David M. Holtzman del Departamento de Neurología de la Washington University.

El laboratorio de Holtzman es el primero que asocia los problemas de sueño con el Alzheimer, a través de experimentos en ratones genéticamente alterados para desarrollar el padecimiento. En 2009, el doctor ya había demostrado en un estudio que los niveles de placa senil o amiloide en el cerebro (indicador de la enfermedad de Alzheimer) aumentan naturalmente cuando los ratones estaban despiertos y decrecían durante el sueño; al privar a los animales del sueño el ciclo se alteraba y se aceleraba la formación de placa.

Durante los estudios también se identificó a una proteína llamada beta amiloide, cuyos niveles en el cerebro de ratones y humanos desaparecía durante la formación de las placas, como primeros indicadores de la enfermedad, según los estudios de Jee Hoon Roh, colega del doctor Holtzman. Esto sugiere que las placas se relacionan con la producción de beta amiloide, interfiriendo con el ciclo de sueño natural.

Para comprobar que la beta amiloide estaba ligada a los problemas para dormir, los investigadores aplicaron una droga para mantener los noveles de la proteína a otro grupo de ratones modificados genéticamente para desarrollar Alzheimer, y observaron que los ratones no desarrollaron placas y que sus patrones de sueño se mantuvieron normales, así como los niveles de beta amiloide en el cerebro.

Por el momento, lo investigadores evalúan si estos trastornos del sueño ocurren en las personas que presentan los primeros signos de la enfermedad, pero que aún no tiene problemas de memoria o de tipo cognitivo, punto en el que aún se puede intervenir terapéuticamente.

 

Referencias:

 

J. H. Roh, Y. Huang, A. W. Bero, T. Kasten, F. R. Stewart, R. J. Bateman, D. M. Holtzman. “Disruption of the sleep-wake cycle and diurnal fluctuation of  -amyloid in mice with Alzheimer»s disease pathology”. Science Translational Medicine.

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