El programa correspondiente al viernes 21 y sábado 22 de febrero de la Orquesta Sinfónica de Xalapa (OSX) contiene una de las obras representativas del talento creativo de Giuseppe Verdi (1813-1901).

Esta obra se ejecutará en el horario de costumbre a las 20:30 horas en la sala de conciertos del Complejo Cultural Tlaqná, el viernes 21, y se repetirá el sábado 22 en la sala principal del palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México.

Se trata de la Misa de Réquiem, resultado del dolor y el sentimiento piadoso que despertó en el músico la desaparición de una de las glorias de la literatura italiana y mundial, Alessandro Manzoni (1785-1873).

“Ha muerto. Ahora todo ha terminado. Y con él termina la más pura, la más sagrada, la más elevada de nuestras glorías”, escribió Verdi al enterarse de la muerte de Manzoni. “No tengo corazón para asistir a su entierro. Iré un poco después a visitar su tumba, solo y sin ser visto, y tal vez para proponer alguna forma de honrar su memoria”.

Un año más tarde, en mayo de 1874, el compositor se encontraba en la iglesia de San Marcos para dirigir su Réquiem dedicado al literato, con un coro de 120 voces, una orquesta integrada por los mejores instrumentistas de la región y un elenco que incluyó a la primer intérprete de su “Aída”, Teresa Stolz, la mezzosoprano María Waldmann, el tenor Giuseppe Capponi y el barítono Armando Maini.

A la edad de 61 años de edad, Verdi concretó una de sus creaciones de mayor celebridad, tan interpretada actualmente como sus óperas Rigoletto o La Traviata. La aceptación del público fue inmediata aunque, como es frecuente con las creaciones de particular genialidad, no faltaron los críticos que la atacaron brutalmente y sin consideración alguna.

En el Réquiem de Verdi es posible advertir, desde su mismo inicio, todos los elementos que el misterio de la muerte ha depositado en la humanidad entera. Y en lo mismo coexiste un himno a los seres vivos, a las angustias y enigmas que forman parte de todo periplo vital, con la omnipresente sombra de la muerte que, finalmente, es el adecuado contraste para el milagro de la vida.

Son muchos los momentos memorables en esta partitura. Si hemos de centrar nuestra atención en los mismos, será necesario resaltar el impactante inicio en pianissimo casi inaudible que habrá de pasar a súbitas irrupciones de coros a capella y solistas. Un violento dramatismo sigue al primer fragmento, con el Dies irae y su aterrador llamado de trompetas antes de pasar al Tuba mirum, la descripción de la resurrección de entre las tumbas.

Aquí el canto del bajo es mediante frases entrecortadas, representativas de la angustia ante el Juicio Final. Nadie, con excepción de Héctor Berlioz (1803-1869), ha sido capaz de describir con tan espeluznante realismo los horrores del hombre frente a sus pecados y ante el cataclismo de la destrucción absoluta.

Para esta obra monumental y pilar en el repertorio de la música sacra del siglo XIX, la OSX contará con la presencia de destacados solistas como la soprano Eugenia Garza, la mezzosoprano Grace Echauri, el tenor José Luis Ordóñez y el bajo-barítono Rosendo Flores. Actuará también el Coro de la Universidad Veracruzana que encabeza Alfredo Domínguez. La dirección será del titular de la OSX, Lanfranco Marcelletti.

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