Las leyes secundarias que harán operativa la reforma energética descuidan cuestiones vitales para el país como el ceder a las compañías privadas la administración de los recursos energéticos nacionales y el control de información estratégica sobre este recurso, considera el doctor Nicolás Domínguez Vergara, profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

En su estudio Sobre el futuro de México después de la reforma energética, el físico analiza a detalle las implicaciones de la nueva legislación y afirma que con la puesta en marcha de las nuevas leyes secundarias se desnacionaliza el sector energético y las compañías privadas se apropiarán legalmente de una parte de la renta petrolera que se ha estado obteniendo a través de Petróleos Mexicanos (Pemex), así como de una fracción de las ganancias de las actividades que ha estado realizando la Comisión Federal de Electricidad (CFE).

Afirma en esta investigación que el gobierno federal ha puesto en la ruleta el 40 por ciento de sus ingresos petroleros cuando es incierta la cantidad de recursos financieros que se obtendrá tanto de las compañías privadas como del nuevo Pemex.

El experto en energía y desarrollo tecnológico advierte también en sus reflexiones finales que el potencial despojo de propiedades para que las compañías privadas desarrollen sus actividades generará conflictos en el campo, un sector ya de por sí azotado por el narcotráfico y el abandono del gobierno.

Objeta la afirmación propagandística del gobierno federal de que la reforma energética hará posible que los precios de electricidad y gas natural bajen.

Eso sería posible, dijo el académico, si ocurren “milagros” tales como: que las trasnacionales desistan de obtener ganancias; los gobernantes, administradores y directivos sean competentes y abandonen prácticas corruptas; las leyes secundarias no trasgredan la Constitución; los precios internacionales del petróleo se mantengan o aumenten, y no se incremente el precio de la gasolina.

Habría que esperar también, abundó, que la exploración y explotación de hidrocarburos no produzcan daños a la economía, al medio ambiente y la salud de la población; y sobre todo tener la “suerte” de que la geología les favorezca para descubrir los hidrocarburos que se afirma existen.

Revela que las “nuevas metas” difundidas por el gobierno después de la reforma energética –un aumento de la producción de petróleo a más de 3 mil millones de barriles diarios y una baja en el precio de la electricidad– en realidad estaban planeadas en las prospectivas 2013-2027 de petróleo y petrolíferos de Pemex y del sector eléctrico de la CFE, sin que mediara la reforma energética y pese a las restricciones presupuestarias que tenían.

La prospectiva del sector eléctrico, afirma el docente, planteaba una reducción en el precio de la electricidad que se mantendría hasta 2027, sin necesidad de ceder la propiedad, control y administración del sector, en cambio hoy con la reforma energética ya en marcha no se informa ni cuándo, ni en cuánto bajarán las tarifas eléctricas y cuánto tiempo se mantendrán así; lo único que se conoce es la preponderancia que están adquiriendo las compañías trasnacionales en este sector energético, como es el caso de Iberdrola.

El profesor del Departamento de Sistemas de la Unidad Azcapotzalco de la UAM señala que “si el objetivo principal de la reforma energética es aumentar la seguridad energética de Estados Unidos, entonces fue un éxito rotundo; si fue para asegurar la soberanía de México es un fracaso definitivo; y si el propósito fundamental era asegurar el abasto energético nacional sustentable, suficiente y a precios accesibles, el éxito de la reforma pende de alfileres”.

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