El son jarocho en Estados Unidos (EU) se ha convertido en reflejo de la identidad y de la resistencia que acompaña los movimientos sociales de los migrantes desde la época del activista César Chávez, afirmó Daniel Sheehy, director del Centro de Folklor y Patrimonio Cultural del Instituto Smithsoniano en el país de América del Norte.

En su participación dentro del Coloquio Veracruzano de Otoño 2014. “La música veracruzana. Historia, prácticas, retos” que organiza la Universidad Veracruzana (UV), presentó la ponencia “El son jarocho. Sonido, significado y sustentabilidad” donde habló de su relación personal con el son y su descubrimiento.

Fue cuando estudiaba Dirección Musical en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) que conoció a un músico proveniente de África y se acercó a las músicas afroamericanas.

“Una grabación cambió mi vida y ésta fue el fandanguillo que escuché de los hermanos Gutiérrez”, comentó ante el auditorio de la USBI.

Desde entonces se interesó por conocer más acerca de esta música y viajó a Veracruz en 1968, donde inclusive tocó con algunos grupos en Boca del Río. Posteriormente, gracias a una beca de la Fundación Fulbright pudo volver en 1977 para hacer investigación y recolectar instrumentos, así como grabaciones.

Sheehy subrayó que en Los Ángeles se encontró de vez en cuando con manifestaciones de los campesinos con César Chávez, en eventos sociales, en la UCLA durante la época del movimiento chicano por los derechos civiles y era muy obvio que el son jarocho tenía ese valor, ese sentido de causa, de identidad mexicana, de resistencia social.

Planteó que al día de hoy este significado se ha ampliado, “el significado viene de los seres humanos, de los seres que viven la realidad en EU y tienen otra situación, por lo que le dan otro significado, como un acto de resistencia social”.

Otra vertiente que ha generado interés y cada vez mayor presencia de grupos es el movimiento de los jaraneros, a los que reconoció: “La idea fue muy inclusiva, rescatar todos los recursos que había en cuanto a instrumentos, en cuanto a contextos y hacer algo de comunidad, esto tuvo un gran efecto en Estados Unidos en términos de inclusión social”.

Ejemplificó estos cambios con la realización anual del “Fandango Fronterizo”, evento que reúne en Tijuana a soneros y jaraneros en ambos lados de la reja que establece la frontera entre EU y México, donde celebran un fandango con bailadores y músicos tocando simultáneamente en los dos países.

“Yo diría que el son jarocho está en una muy buena posición para ser sostenible, para avanzar, para crecer, se ve por todos lados e incluso estaba pensando en los nuevos significados que se le da en Estados Unidos y en otras regiones y que será casi como era antes, que no era una sola cosa, cada comunidad tenía su estilo y ahora a un nivel más amplio estamos llegando a ese punto”, concluyó.

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