Hablar del fiel compañero del hombre nos genera inmediatamente la idea del perro; sin embargo, existe un animalillo microscópico (desconocido por muchos de nosotros) con el que los humanos guardamos una relación más intima que data desde hace miles de años, desde nuestros antepasados prehistóricos.

Este bicho del que hablo es un ácaro que los científicos conocen con el nombre de Demodex  folliculorum (Simon). Los ácaros forman parte del grupo más antiguo, diverso y numeroso de animales que ha existido desde que apareció la vida en el planeta: el de los artrópodos, por ello podemos decir que los ácaros son parientes de las arañas y los alacranes.

Ácaros parásitos de la piel del hombre. Demodex folliculorum Simon, de los poros de la cara.

Ácaros parásitos de la piel del hombre. 

Demodex folliculorum Simon, de los

poros de la cara. 

 

Lo interesante de Demodex folliculorum es que vive en los poros de la cara y se alimenta del material secretado por las glándulas sebáceas asociadas a los folículos pilosos. Ha acompañado al hombre a lo largo de toda su evolución, mucho antes de que pudiera considerarse como Homo sapiens.

La presencia de este ácaro en los poros de nuestra cara no debe ser motivo de preocupación, ya que a pesar de que se comporta como un parásito, viviendo a nuestras expensas, no nos causa ninguna molestia debido a todo el tiempo que ha pasado con los humanos. Sólo llega a causar algún daño cuando invade los folículos de las pestañas, pero son casos muy raros.

Normalmente estos ácaros se distribuyen en toda la cara, sobre todo en la nariz, pómulos barba, frente y párpados. Se encuentran en un 20% de los adolescentes y en 100% de las personas adultas, cuyo cutis grasoso de poros abiertos y puntos negros es característico. Obviamente nosotros ni tenemos en cuenta que albergamos a cientos de ellos en nuestro rostro.

Es importante señalar que el acné, tan conocido entre los adolescentes, es de naturaleza completamente distinta y nada tiene que ver con el Demodex, aunque ambos pueden coincidir en un mismo individuo. Cabe destacar que el ácaro prefiere estar alejado de las supuraciones y se desarrolla mejor en individuos de piel sana (¡limosnero y con garrote!).

Así que cada vez que saludemos a algún amigo(a) o familiar con un beso en la mejilla, sabremos que aparte de transmitir afecto estaremos transmitiendo unos cuantos bichitos. 

 

Fuente: libro “Animales desconocidos: Relatos acarológicos”.

Autora: Dra. Anita Hoffmann

Editorial: Fondo de Cultura Económica.

Colección: La ciencia para todos. 

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