Entre los poco más de 400 habitantes de Tepoxtlán, Guerrero, municipio de Ahuacuotzingo, corrió como pólvora la noticia de que en el atrio de su antigua iglesia, la cual hace tiempo pensaban que era mejor destruir, se habían encontrado un par de entierros de la época de la Colonia, con más de 300 años de antigüedad.

Para los pobladores de Tepoxtlán, el descubrimiento hecho por especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), representa un breve relato de cuando el Templo de San Agustín, hoy considerado monumento histórico, comenzó a edificarse bajo la presencia de la misión agustina en la región.

El hallazgo efectuado a mediados de noviembre pasado, surgió luego de trabajos de mantenimiento y consolidación que se efectuaron en la parroquia (cerrada al culto desde hace años) con recursos del Programa de Empleo Temporal, en el cual participan el INAH y la Secretaría de Desarrollo Social.

Al realizar unas calas en la pared norte del atrio, a un lado de la fachada del templo -con la intención de conocer el estado estructural del inmueble que es afectado por la humedad-, se hallaron las ruinas de un muro que formó parte de un basamento prehispánico. Siguiendo con la exploración, se vislumbró la presencia de residuos óseos a distintas profundidades.

El antropólogo físico Jorge Cervantes Martínez, del Centro INAH Guerrero, acudió al lugar y pudo determinar que parte del muro prehispánico fue destruido, probablemente entre los siglos XVI y XVII, para introducir los ataúdes donde se colocaron los restos mortuorios de una mujer de entre 15 y 17 años, y los de un niño que al fallecer ya rebasaba el año de edad.

El experto comentó que por la posición anatómica de los entierros, sobre todo el de la fémina que se halló en mejores condiciones, se puede inferir que ambos cuerpos fueron sepultados conforme la tradición cristiana: el cadáver se colocaba sobre su espalda en posición extendida, orientado hacia la salida del sol, y los brazos cruzados sobre el pecho.

De acuerdo con las prácticas funerarias del culto católico, el interior y el exterior de los templos fueron, una vez consumada la evangelización, los espacios asignados para la sepultura. Los atrios solían ser el lugar conferido a los españoles pobres, indios y castas, casos que podrían corresponder al par de osamentas ubicadas en el Templo de San Agustín en Tepoxtlán.

Jorge Cervantes detalló que la mujer sufrió escoliosis lumbar  (deformidad anormal de la columna), y al ser sepultada su pecho fue adornado con un collar de 26 cuentas de vidrio rematado con una medalla. Actualmente se lleva a cabo la limpieza de este objeto para reconocer la imagen religiosa contenida en su carátula.

En el caso del menor, que debió tener entre 12 y 18 meses al morir, la observación en fragmentos del cráneo y de las tibias demuestra que estuvo sometido a un “estrés nutricional”, posiblemente luego de que fue destetado. Para el antropólogo físico, este contexto, aunque pequeño, permite conocer algunas características de la vida en Tepoxtlán en los primeros siglos de la Colonia.

Por otra parte, en lo que respecta a las labores realizadas mediante el Programa de Empleo Temporal, con éstas se ha podido dignificar un importante patrimonio, el Templo de San Agustín. Debido a su deterioro, los pobladores pensaron en algún momento en derruir este antiguo inmueble y edificar uno nuevo, sin embargo la idea se revirtió gracias a la acción oportuna de la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos del INAH.

En los tres meses anteriores se destinaron aproximadamente 200 mil pesos y se ofreció empleo temporal a una veintena de lugareños para restituir este patrimonio. La arquitecta Sheyla Yamel Magallanes, del Centro INAH Guerrero, responsable de estos trabajos, refirió que uno de los criterios utilizados fue el retiro de todo el cemento añadido al edificio y la recuperación de la arquitectura vernácula de tierra.

Lo anterior resultó una grata experiencia para los trabajadores, quienes aplicaron un sistema constructivo que suelen usar en sus casas. De esa manera, en su vieja iglesia intervinieron las grietas con entretejidos de adobe y aplanados de tierra.

El púlpito y el hermoso retablo barroco (de madera y cubierta de hoja de oro) del siglo XVIII del Templo de San Agustín, también fueron objeto de limpieza. El piso de la nave principal fue sustituido por una loseta de barro similar a la de origen, se niveló el espacio del atrio y se rehabilitó la barda perimetral. Además se reintegraron elementos perdidos a la torre del campanario.

Estos trabajos y hallazgos han motivado el interés de los pobladores de Tepoxtlán por crear un museo comunitario, por lo que también se rehabilitó la construcción de adobe y teja ubicada en el atrio.

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