La esquizofrenia, la bipolaridad y el trastorno obsesivo compulsivo son tres de las seis patologías psiquiátricas más recurrentes en los adolescentes, refirió Valeria Notzani Mendoza Huerta, egresada de la licenciatura en Biología de la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Al referirse al tema Neurotransmisores y su relación con las patologías psiquiátricas, en el foro La Metro en el Metro Un paseo por el conocimiento, Mendoza Huerta señaló que estos padecimientos son causados por múltiples factores: ya sea de tipo biológicos, antes o después del nacimiento; mutaciones en el ADN, herencia o experiencias psicosociales en las primeras etapas del desarrollo; o por causas que provocan desajustes químicos en los neurotransmisores.

La esquizofrenia generalmente comienza en los años de adolescencia o a principios de la adultez y sus síntomas se caracterizan por comportamientos extraños, escuchan o ven cuestiones inexistentes (alucinaciones), se aíslan y sus emociones disminuyen, explicó la estudiante de la maestría en Ciencias Agropecuarias.

También tienen problemas para prestar atención, sostienen firmemente creencias que no son reales (delirios), sus pensamientos \’saltan\’ entre diferentes temas (asociaciones sueltas). 

El trastorno bipolar se divide en dos fases: manía y depresión. En la primera, los síntomas consisten en un control deficiente del temperamento, comportamientos imprudentes y falta de autocontrol, tales como beber alcohol, consumir drogas, tener relaciones sexuales con muchas parejas y hacer gastos exagerados.

En la fase depresiva, estos pacientes suelen estar tristes y con estado de ánimo bajo, presentan dificultad para concentrarse, recordar o tomar decisiones; su alimentación también se ve alterada, pues pueden perder apetito y peso, o bien, tener un consumo exagerado de alimentos y aumento de peso; sentimiento de minusvalía, desesperanza o culpa, pérdida de placer en actividades que alguna vez disfrutaba.

El trastorno obsesivo compulsivo se caracteriza por un pensamiento intrusivo, recurrente y persistente, que produce inquietud, aprensión, temor o preocupación; así como conductas repetitivas denominadas compulsiones que ayudan a reducir la ansiedad.

Estas enfermedades pueden prevenirse si se conocen los antecedentes familiares. Si se aprende a diferenciar entre la personalidad y los síntomas de los padecimientos. Y si se evita el consumo de alcohol y drogas, pues son detonantes de padecimientos mentales.

Es necesario también cuidar el cerebro, evitando en lo posible situaciones de estrés o violentas; tener buenos hábitos alimenticios, evitar lugares con bajo contenido de oxígeno, meditar y dormir por lo menos ocho horas diarias.

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