Al comienzo de 2012 llegará al mercado la “Light Field Camera”, o cámaras de campo luminoso, desarrolladas por la empresa estadounidense Lytro. Para ellos, “el producto representa el cambio más importante en la fotografía desde la transición de la película al digital”.

Eso porque tanto el fotógrafo como el espectador pueden cambiar el punto de foco de la imagen incluso después de que la foto esté hecha, algo impensable si se utiliza cualquier otro tipo de cámara.

“Al contrario de las máquinas convencionales, que sólo consiguen captar la escena en dos dimensiones, los sensores de las cámaras de campo luminoso pueden registrar el color, la intensidad y la dirección de todos los rayos de luz, en cuatro dimensiones”, asegura la empresa.

La tecnología empleada se basa en un conjunto de microlentes acoplados al sensor, que le permite capturar más luz que las cámaras normales y en más de un ángulo al mismo tiempo. Además, la compañía desarrolló un software específico para el equipo, capaz de crear imágenes interactivas que “permiten tanto al fotógrafo como al espectador enfocar las imágenes después que estén hechas, además de cambiar la perspectiva de la escena y modificar la visualización entre 2D y 3D”.

La ventaja de esta técnica es que el fotógrafo puede concentrase más en el encuadre y preocuparse por el foco en un momento posterior, eligiendo, por ejemplo, si desea destacar una flor que esté en primer plano de la escena o la gente o el paisaje que estén al fondo. Se puede ver una demostración de imágenes en http://www.lytro.com/living-pictures.

 

PELOTA FOTOGRÁFICA.

 

Otro tipo de fotografía interactiva es la producida por la “Throwable Panoramic Ball Camera”, que tiene forma de pelota y es capaz de hacer imágenes panorámicas de 360º.

Las 36 cámaras acopladas a su cuerpo son accionadas al mismo tiempo cuando la pelota es arrojada hacia arriba y alcanza el punto más alto. Un software compone una sola imagen panorámica que, al ser descargada en el ordenador, permite que el usuario navegue por la escena en todas las direcciones posibles.

Al utilizar cámaras simples, como las de los móviles, la calidad técnica de la imagen final aún no es de las mejores, pero sirve con eficiencia al mercado de fotografía aficionada.

 

FOTOGRAFÍA INSTANTÁNEA.

 

Tales avances no suponen, entretanto, la muerte de las innumerables técnicas de fotografía analógica. Un reflejo de eso es el renacimiento de las películas instantáneas, comúnmente conocidas por la que fue su marca más famosa, la Polaroid.

En 2008, tras el anuncio de que esta empresa dejaría de producir las instantáneas, un grupo de 10 ex funcionarios de la firma, convencidos de que “el futuro es analógico”, crearon “The Impossible Project”. Adquirieron una de las plantas productivas de Polaroid en Holanda y empezaron a desarrollar sus propias películas. Los primeros paquetes llegaron al mercado en 2010, salvando del completo desuso a las 300 millones de cámaras instantáneas existentes en el mundo, según dice la empresa.

Si en la década de 1970 el proceso de la fotografía instantánea era considerado de última tecnología, hoy es apreciado por ser casi artesanal. Por eso, muchos fotógrafos siguen utilizando este soporte en el desarrollo de sus proyectos artísticos. Valoran la peculiaridad de los colores y la textura proporcionada por estas películas, que muchas veces generan resultados imprevistos.

Es el caso, por ejemplo, del Colectivo SX-70, un grupo de siete brasileños provenientes de diversas áreas de la fotografía (moda, publicidad, periodismo), que exploran las posibilidades del medio en sus proyectos documentales. Ya tienen publicado un libro y han participado de un gran numero de exposiciones.

 

DE LAS CÁMARAS DE PLÁSTICO AL IPHONE.

 

La búsqueda de imágenes atractivas también explica el gran éxito comercial que supuso el relanzamiento de las cámaras Diana y Lomo. Las primeras fueron creadas originalmente en el Hong Kong de los años sesenta, mientras que las Lomo son de origen ruso, de los años ochenta.

Para atender al gran mercado de aficionados de estos dos gigantes asiáticos con productos muy baratos, sus fabricantes crearon cámaras totalmente hechas de plástico.

El efecto generado por la mala calidad de sus lentes hizo que la Diana y la Lomo se hicieran muy apetecibles entre los fotógrafos profesionales, atraídos por sus imágenes borrosas y de colores súper saturados, proporcionando imágenes oníricas e imprevisibles.

Percibiendo el potencial de mercado que había para este soporte, unos estudiantes austriacos decidieron crear la Sociedad Lomográfica. Tras participar de un sinnúmero de exposiciones en grandes museos en los años noventa, empezaron ellos mismos a producir las cámaras de plástico. Hoy en día poseen tiendas en más de 30 países.

Una versión digital de este tipo de lenguaje fotográfico apareció con el Instagram, una aplicación para el iPhone y, al mismo tiempo, una red social para compartir imágenes en red. Este software ofrece un gran número de filtros para aplicárselos a las fotos tomadas, capaces de cambiar el color, la saturación y el contraste de las imágenes, añadiendo un aire retro bastante llamativo.

El fotógrafo norteamericano Benjamin Lowy, por ejemplo, utiliza este recurso en su trabajo profesional. Lowy cubrió la guerra en Afganistán y en Libia llevando consigo solamente su iPhone. “Las cámaras pequeñas de los móviles son inocuas y permiten una mayor intimidad con los sujetos fotografiados. Fue una experiencia liberadora poder fotografiar sin bolsas llenas de equipo, simplemente reaccionando al mundo a mi alrededor”, afirma.

 

MÉTODOS DEL SIGLO XIX.

 

Aunque en pequeña escala, hay fotógrafos que prefieren desarrollar sus proyectos artísticos utilizando métodos del siglo XIX. La brasileña Cris Bierrenbach, por ejemplo, trabaja con el daguerrotipo. Fue con esta técnica que el francés Louis-Jacques-Mandé Daguerre (1787-1851) inventó la fotografía, en 1839.

Su proceso es completamente artesanal. Consiste en sensibilizar a una placa de cobre pulida con sales de plata, exponerla a la luz y revelar la imagen con el uso de químicos específicos. A diferencia de las películas convencionales, el resultado es una imagen única, imposible de ser reproducida a partir de la pieza original, y que dependiendo del punto de vista, oscila entre el positivo y el negativo.

En la serie “Esquecidos” (“Olvidados”, en español), de 2010, Bierrenbach creó  daguerrotipos a partir de las fotografías digitales que había tomado en Haití, dos días después del terremoto que devastó el país, en enero del mismo año.

La fotógrafa registró, inicialmente, las ropas abandonadas en las calles de Porto Príncipe. “Para mí, aquellos objetos eran la representación del momento de la destrucción y del desaparecimiento de millares de vidas. Por eso, inmediatamente supe que debería trasladar estas imágenes al daguerrotipo, porque así podría rescatar uno de los primeros usos de la fotografía: la post-mortem. De esta forma, las imágenes ganan una nueva posibilidad de lectura: dejan de ser apenas una representación de un objeto, para transformarse en un objeto memorialístico”.

Por su parte, la fotógrafa estadounidense Sally Mann es una de las seguidoras del colodión húmedo. Este método empieza con la aplicación de material fotosensible a placas de vidrio de gran formato. En seguida, se las expone a la luz utilizando cámaras adaptadas, mientras la solución esté todavía húmeda. El resultado son imágenes bastante oníricas, muy detalladas pero también con manchas borrosas muy peculiares.

En la serie “Body Farm”, Mann fotografió cuerpos humanos en descomposición en un centro de estudios forenses. Por medio del colodión húmedo creó una atmósfera fantasmagórica y lírica en sus imágenes, por medio de la cual sugiere el debate de conceptos como la memoria y la muerte.

Si en este momento los avances tecnológicos buscan desarrollar nuevas formas de fotografía interactiva, los métodos analógicos mantienen su contemporaneidad. Por supuesto que, por cuestiones de mercado, la fotografía para las masas será cada vez más digital y los procesos analógicos serán cada vez más caros y restrictos. Algo que, en lugar de desincentivar, atrae cada vez más a los amantes del arte fotográfico.

 

Por Leonardo Wen.

EFE – Reportajes.

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