“Cuando entrevistaba a don Gilberto siempre fue frente a una taza de café, era un gran conversador y la orden era no interrumpirlo, entonces lo dejábamos hablar”. De esa manera recuerda la cineasta Lillian Liberman el proceso de filmación del documental “Visa al Paraíso”, producido en 2010.

En entrevista para la Academia Mexicana de Ciencias, la realizadora habló sobre el desarrollo del documental que narra la vida de Gilberto Bosques Saldívar (1892-1995), el diplomático poblano que como cónsul de México en Francia ayudó a salvar la vida a cerca de 40 mil personas perseguidas al término de la Guerra Civil Española y el franquismo, así como por el fascismo nazi y por ser militantes de la resistencia francesa, entre 1939 y 1944.

El documental de 108 minutos de duración tiene como base ocho entrevistas, de dos horas cada una, que la cineasta realizó a Bosques después de conocerlo en su cumpleaños número 100 y en las que contó su vida y su trabajo en el Servicio Exterior mexicano. “Los dos sabíamos que algún día haríamos algo con ese material, pero no sabíamos cuándo ni qué exactamente”.

Al final resultó en el documental “Visa al Paraíso”, que además de la participación de Bosques presenta los testimonios de: Friedrich Katz, Fernando Serrano Migallón, Luis Prieto, Pedro Castro, Flory Klapp, Claudia Bodek, Nuria Simarro, Sara Rallo, Concepción Fernández Lozano, Roberto Civera, Rafael del Castillo, Cecilia Elio, Rita Chayet, Alberto Enríquez Perea y Leo Zuckerman.

La lista de personas rescatadas por la intervención de Gilberto Bosques es muy larga e incluye a obreros, mineros, maestros, científicos, intelectuales, profesionistas, artistas, entre las que se cuentan, por ejemplo, las pintoras Remedios Varo y Leonora Carrington.

“Mi objetivo fue contar principalmente la historia de don Gilberto; entonces una historia se fue conformando de otras historias, para mí fue un aprendizaje muy importante de la vida”, reconoció Liberman.

La directora aseguró que el diplomático mexicano sabía la importancia de lo que hacía al ayudar a todas esas personas: “Siempre lo supo, tenía una claridad absoluta. Era una de esas personas que sabían sopesar (…) tanto -el presidente- Lázaro Cárdenas como él y otros que también ayudaron, conocían la importancia que tenía el traer a México a toda esa gente y que era la mejor gente de España y que no tenían a dónde ir”.

Recordó que cuando filmaba la película, Bosques, al ir contando los hechos y haciendo gala de una gran lucidez, le decía dónde encontrar los testimonios físicos que apoyaban lo que narraba, ya fuera un documento oficial, una fotografía, etcétera; incluso dijo que el diplomático también había realizado algunas filmaciones en 8 mm en los dos castillos-albergues (Montgrand y La Reynarde) que acondicionó para recibir a los asilados en 1939 y 1940”.

Para Lillian Liberman era importante plasmar la narración de los hechos como ocurrieron, porque “no se pueden interpretar, son lo que son. Era necesaria la historia de don Gilberto bien establecida de lo que hizo y no hizo. Por esa razón acabó en documental, ya que quería que fuera muy preciso contar cómo fue todo, con documentación que sustentara lo que planteaba en la película y eso le dio mucha fuerza”.

Liberman aseguró que la película le permitió aprender los valores que reflejaba Gilberto Bosques como la humildad, la ética y la coherencia: “Nuestro personaje hace ver al espectador de la película que para él fue una gran oportunidad servir en una gran causa, esa es la postura correcta, dar un servicio, entonces tener la oportunidad de reflejar a un hombre así en el cine es un gran privilegio”.

Entre los reconocimientos que ha recibido el documental “Visa al Paraíso” se encuentran: el Premio del Público en el XIII Encuentro de Cine Sudamericano de Marsella (Francia, 2011); Mejor documental mexicano del V Festival Internacional de Cine Documental de la Ciudad de México (México, 2010) y Mejor investigación (Lillian Liberman) del Festival Pantalla de Cristal (México, 2010).

… Y le conté la historia de la familia Bodek

No somos una familia religiosa, pero tenemos claro a quién le debemos la vida. Si don Gilberto Bosques no hubiera hecho lo que hizo, nosotros no la contábamos y cuando digo no la contábamos, me refiero a mi abuela, mis padres, mis hermanos y mis hijos . . .

La socióloga Claudia Bodek es una las personas entrevistadas que aparece en el documental “Visa al Paraíso” de Lillian Liberman. Su testimonio es el de una mexicana descendiente de una familia de origen germano judío, cuyos abuelos paternos tuvieron que abandonar su país en 1933 perseguidos por los grupos fascistas alemanes, pudiéndose instalar en España donde apenas tres años después dio inicio la Guerra Civil Española, en la que participaron al servicio de la República. Su abuelo, un médico nacido en Berlín, perdió la vida en el conflicto. Su abuela viuda y sus dos hijos lograron salir de España y se dirigieron a Francia. Ahí recibieron la protección de Gilberto Bosques y la ayuda para llegar a México en 1939.

“El exilio es el conjunto muy amplio de situaciones diversas, y don Gilberto en ese aspecto recogió el sentir, la necesidad que expresaba otro grupo de personas –no precisamente las del exilio español-, muchas de ellas venidas de España, vía las Brigadas Internacionales (…) hubo cerca de 30 mil a 40 mil voluntarios que fueron a pelear a suelo español y una vez que se perdió la guerra ¿dónde se iban a quedar? entonces yugoslavos, polacos, ingleses, estadounidenses, italianos, alemanes y checos, sin documentos, recibieron la protección de don Gilberto. No todos pretendieron ni quisieron venir a México, pero todos tuvieron un documento de identidad, una legalidad… Mi abuela, por ejemplo, era una apátrida pues Hitler quitó a todos los judíos la nacionalidad”.

Bodek recuerda que a México ya habían llegado judíos desde décadas atrás procedentes de diferentes países principalmente de Europa. Con la nueva migración judía entre 1939 y 1944, junto con la del exilio español, coincidiendo ambas comunidades (y otros grupos) en los barcos que fletó Bosques para el traslado a América, y compartiendo espacio y tiempo, se facilitó el establecimiento de relaciones y nuevos contactos, y la manera en que después se integraron a la vida cotidiana del país que los recibió y acogió -participando los judíos además en organizaciones antifascistas como “Alemania Libre”-, se originó una gran riqueza a través de estos diversos exilios.

“La comunidad judía en México le debe en gran medida a Bosques el ingreso de estos judíos en la primera mitad del siglo pasado, aunque cabe decir que esta migración fue limitada, selectiva, no fue tan abierta e indiscriminada como sí lo fue con la del exilio español, debido a que la comunidad judía tiene otras características por estar integrada a su vez por varios grupos, lo que precisamente da mucha riqueza. Los judíos que llegaron en la época de Bosques no rebasaron las dos mil personas, había legalmente ciertas restricciones y don Gilberto en ese sentido sí rompió los cánones establecidos por la Secretaría de Relaciones Exteriores”.

Claudia Bodek, una de las más activas promotoras del reciente homenaje al diplomático mexicano organizado por la Academia Mexicana de Ciencias, mencionó que cuando su padre llegó a México contaba con 15 años de edad y tenía muy claro todo lo que su familia había pasado y de la ayuda que recibió. “Fue él quien hizo que nos quedara muy claro a mis hermanos y a mí que le debíamos la vida a Gilberto Bosques, a partir de entonces descubrí a ese gran hombre.

“Mi padre visitó a don Gilberto varias veces en México, y en los años 80 y principios de los 90 varios historiadores, gente de la desaparecida República Democrática Alemana, le hicieron un homenaje y en él rescataron al personaje de Gilberto Bosques y el exilio político, no solo el exilio judío, sino el exilio político alemán en México y en general en América Latina, y es así, a través de estas actividades que empezó a formar parte de nuestra vida familiar cotidiana. Un día me habla Lillian Liberman para solicitarme una entrevista…”

Y Claudia le cuenta la historia de la familia Bodek.

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