Hanoi: la metrópolis que debilita a los "pueblos de artesanos"

En el pueblo de Duong Ô. / IRD/S. Fanchette :


Vietnam es un país en donde existen miles de «pueblos de artesanos». Cada uno está especializado en una labor artesanal: obras de arte, objetos religiosos, textiles, cestas, productos agroalimentarios, etc. Tan sólo en la periferia de Hanoi, la capital, existen más de 500 pueblos artesanos.
Agrupados en «clusters» (conglomerados), estos pueblos se han modernizado y han diversificado su labor tras la apertura económica del país en la década de 1980. Desgraciadamente, la globalización de los mercados y la metropolización de la capital fragilizan estos sistemas de producción ancestrales, debido a la competencia directa que ejercen sobre el mercado inmobiliario y la mano de obra.

El desarrollo acelerado de la producción industrial en los países emergentes trastorna los equilibrios a nivel mundial. Este nuevo reparto fragiliza los sistemas de producción tradicionales, que por costumbre demandan mucha mano de obra. En Vietnam en particular, los investigadores del IRD y sus colaboradores vietnamitas analizan el impacto de la industria globalizada sobre el sistema ancestral de los «pueblos de artesanos».

Un sistema tradicional que se ha modernizado

La periferia de Hanoi, la capital, es conocida por albergar estos pueblos en donde se perpetúan tradiciones artesanales. Más de 500 pueblos, especializados en la fabricación de objetos de arte y religiosos, productos agroalimentarios, industriales, textiles o cestería, se desarrollaron a algunos kilómetros de la capital, algunos desde hace más de mil años. En el delta del río Rojo que cuenta con una densidad de población elevada, la labor artesanal siempre ha estado asociada con el cultivo del arroz, lo que permite disponer de una mano de obra elevada cuando no es temporada de cosecha.

Tras la apertura económica del país en los años 1980, este sistema de producción se moderniza y se amplía. Gracias a la apertura de fronteras y a las políticas de estimulación económica del gobierno, estos pueblos han podido diversificar e intensificar su producción, con una orientación más fuerte hacia la exportación. Agrupados en «clusters» (conglomerados) de una misma actividad, los pueblos de artesanos concentran una mano de obra que cuenta con varios miles de trabajadores. De esta forma, ocupan aproximadamente a un 20 % de la población rural activa, la cual obtiene ingresos muy superiores a los generados únicamente por las actividades agrícolas.

El gremio artesano se encuentra amenazado

Gracias a los censos realizados por geógrafos y economistas entre los años 2003 y 2013, se sabe de muchos factores que frenan el crecimiento de la labor artesanal. En primer lugar, se puede citar la competencia de origen chino y de las empresas vietnamitas del sector formal, así como la adaptación necesaria a las normas internacionales de producción. El acceso al mercado inmobiliario también representa un nuevo obstáculo para el desarrollo de las empresas artesanales, dado que la metropolización de la capital ha acentuado la presión y la especulación por el suelo. Cada vez es más difícil para los artesanos tener acceso a espacios en donde llevar a cabo su producción, y esto beneficia a las grandes industrias, financiadas por capitales externos y apoyadas por el gobierno que quiere dar una imagen de modernidad. Aunque las grandes industrias ofrecen un gran número de empleos, estos son de naturaleza temporal y discriminatoria (ya que ocupan principalmente a jóvenes y a veces, únicamente a mujeres), y mal remunerados debido a las labores repetitivas y poco especializadas. Las posibles deslocalizaciones generan incertidumbre sobre el futuro de este tipo de industria, que no permite establecer de forma duradera a la clase obrera en los sitios en donde se implanta. Los pueblos de artesanos por el contrario, generan un establecimiento territorial sólido y crean con éxito una clase de artesanos locales que pueden transmitir sus conocimientos de una generación a otra.

La mundialización de los mercados y la metropolización de la capital amenazan el futuro de estos sistemas de producción que ofrecen empleos bien remunerados y duraderos.

(Institut de Recherche pour le Développement (IRD))

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