Un estudio científico publicado en la revista Molecular Psychiatry identifica nuevos genes implicados en el autismo, un trastorno poligénico y de difícil diagnóstico y tratamiento hoy en día.  Los trastornos del espectro autista (TEA) son un grupo de patologías multifactoriales que afectan a uno de cada 80 o 100niños en edad escolar. Todavía no se conocen con detalle las causas del autismo; pero todo apunta a que la genética tiene un papel destacado. Desde hace años, existe una investigación internacional muy activa orientada a identificar genes candidatos que expliquen el origen y el desarrollo de la enfermedad.

En busca de nuevos genes candidatos

Participan en este trabajo Bru Cormand, Claudio Toma, Bàrbara Torrico y Alba Tristán, del Departamento de Genética y del Instituto de Biomedicina de la Universidad de Barcelona (IBUB), adscritos al campus de excelencia internacional BKC; Concepció Arenas (Departamento de Estadística de la UB) y Mònica Bayés, investigadora del Centro Nacional de Análisis Genómico (CNAG), con sede en el Parque Científico de Barcelona (PCB-UB), y los equipos liderados por Amaia Hervás, coordinadora del Servicio de Salud Mental Infantil y Juvenil del Hospital Universitario Mutua de Terrassa, y Marta Maristany, del Hospital Universitario Sant Joan de Déu, centros adscritos al campus de excelencia internacional HUBc.

Según señala Bru Cormand, jefe del Grupo de Investigación de Neurogenética del Departamento de Genética de la UB, «los estudios hechos con gemelos monocigóticos (genéticamente idénticos) y dicigóticos muestran que esta patología tiene una carga genética importante». Así, «si un gemelo monocigótico es autista, la probabilidad de que su hermano también lo sea es del 60 al 90%; si hablamos de gemelos dicigóticos, la probabilidad cae hasta un 20%», dice el experto. Esto indica que la genética desempeña un papel importante en el origen del autismo; pero todavía no se ha podido completar la asociación entre la patología y la colección de genes alterados en un individuo concreto.

Mutaciones heredadas en el autismo: una perspectiva nueva

Hasta ahora, los estudios sobre la genética del autismo se habían centrado sobre todo en las mutaciones de novo —que aparecen en los hijos y no están presentes en los progenitores— en familias con un único hijo afectado. Pero el trabajo publicado en Molecular Psychiatry, que tiene como primer autor al experto Claudio Toma, aporta una perspectiva innovadora en el estudio de la genética de los TEA: «Hemos estudiado por primera vez a escala genómica las mutaciones que el padre o la madre han transmitido a los hijos. En total, se ha estudiado un conjunto de diez familias con dos o tres hijos afectados de autismo cada una», detalla Bru Cormand.

La investigación se basa en la metodología de secuenciación y análisis del exoma humano (whole exome sequencing, WES), que es la fracción del genoma que se traduce en proteínas. Esta técnica innovadora y bastante reciente se está revelando como una estrategia de gran eficiencia en el diagnóstico de enfermedades hereditarias. El estudio, que identifica más de 200 variantes raras heredadas por los hijos por vía materna o paterna, apunta a los genes YWHAZ y DRP2, entre otros, como nuevos candidatos en la investigación de las bases genéticas del autismo.

El trabajo muestra que las mutaciones más frecuentes son las que dan lugar a proteínas truncadas, no funcionales y más cortas de lo normal. Algunos genes identificados en el estudio también están mutados en pacientes afectados por otras patologías neurológicas y psiquiátricas (epilepsia, déficit de atención con hiperactividad, retraso mental, dislexia, etc.). «Por ejemplo, el gen YWHAZ, que participa en la migración y la plasticidad neuronales, está asociado a otras patologías como la esquizofrenia», explica Cormand. «Todo apunta, pues —continúa el experto—, a la idea de que muchos de estos trastornos tienen en parte una carga genética común». Además, según remarca Claudio Toma, «cuantas más alteraciones truncantes hereda un individuo autista, más bajo tiende a ser su coeficiente intelectual».

Autismo: un efecto acumulativo

Hay que llegar a un número determinado de variantes heredadas para que el autismo se manifieste en los hijos, según se desprende del estudio. «Los factores genéticos heredados podrían tener un efecto aditivo, de forma que la enfermedad solo se manifestaría si se llega a un umbral determinado», explican los autores. También podría haber interacción entre diferentes genes afectados, un aspecto que habrá que investigar en el futuro.

Identificar genes asociados al trastorno del espectro autista es fundamental para encontrar dianas que ayuden a desarrollar terapias efectivas para los pacientes. Habrá que impulsar futuros proyectos para definir el paisaje genético de los individuos afectados, identificar cuáles son los genes importantes y desarrollar nuevas herramientas de diagnóstico genético.

Tal como señala Cormand, «el perfil genético no será idéntico en todos los pacientes; pero esperamos que haya una fracción compartida por los afectados». Según concluye el investigador, «todavía se está lejos de poder elaborar un diagnóstico genético de esta patología; pero si se avanza en el conocimiento de las bases genéticas, se podrán impulsar nuevas intervenciones terapéuticas sobre el autismo, un trastorno que actualmente se aborda solo con estrategias paliativas y poco específicas».

El trabajo de investigación publicado tiene el apoyo de La Marató de Tv3, el Ministerio de Economía y Competitividad, la Fundación Alicia Koplowitz y el Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Raras (CIBERER).

Equipo científico en el que participan los investigadores Bru Cormand, Claudio Toma, Amaia Hervás, Conchita Arenas y Alba Tristán, entre otros expertos
Equipo científico en el que participan los investigadores Bru Cormand, Claudio Toma, Amaia Hervás, Conchita Arenas y Alba Tristán, entre otros expertos

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