El incremento de mujeres emprendedoras en el ámbito económico nacional es producto de la evolución natural del papel femenino en la sociedad, donde la educación y un mejor acceso a la formación profesional son elementos  fundamentales para el éxito, señaló la licenciada Clara Elena Valladares Sánchez, investigadora del Departamento de Economía de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). 

La profesora ofreció la conferencia: Liderazgo y empoderamiento, ¿Qué motiva a la mujer emprendedora? –en el marco de las X Jornadas por el Día Internacional de la Mujer. Mujeres productivas y emprendedoras: desarrollo y progreso para todos– convocado por la Coordinación de Extensión Universitaria, la Sección de Enlaces y Eventos Universitarios e inaugurado por el doctor José Octavio Nateras Domínguez, rector de la Unidad Iztapalapa.

De acuerdo con datos de la Encuesta de Ocupación y Empleo del INEGI y del Instituto del Emprendedor, a julio de 2013, 19 por ciento de los emprendedores en México –casi cuatro millones– son mujeres; sobresale su participación en los sectores: servicios profesionales personales, el comercio y la educación.

 

El proyecto de Medición Mundial de Emprendimiento determinó que hay 163 millones de mujeres emprendedoras en el mundo, cifra que representa casi 41 por ciento de todos los emprendedores.

 

El tema del emprendimiento no puede ser evaluado sin dejar de lado la equidad de género, pues a través de la historia de la humanidad, el trabajo femenino ha sido condicionado por su sexo.

 

Hoy la igualdad y el empoderamiento de la mujer, además de ser derechos  humanos, son un objetivo fundamental para el progreso del desarrollo como establece el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

 

La Coordinadora  de Calidad, Evaluación y Mejora Continua (CCEMC-UAMI) dijo que si bien la filosofía del empoderamiento tiene su origen en la escuela popular desarrolla por Paulo Freire, la socióloga Margaret Shuler identifica a éste “como el  proceso por medio del cual las mujeres incrementan su capacidad de configurar sus propias vidas y su entorno, una evolución en la concientización de las mujeres sobre sí mismas, en su estatus y en su eficacia en las interacciones sociales”. 

 

Los grupos feministas consideran que el empoderamiento incluye tanto el cambio a nivel individual como en los procesos y estructuras que reproducen la situación desfavorable y subordinada de la mujer.

 

Pero no debe verse como la dominación de uno sobre otro, sino como la libertad de escoger y de actuar a partir del acceso a la información como condición necesaria para elegir y decidir alternativas de acción. Es lograr que la persona se recupere a sí misma con base en la toma de conciencia de sus propias competencias.

 

En otro sentido hablar de liderazgo femenino lleva a una categorización que atribuye “cualidades” a un grupo asumiendo una visión estereotipada, al ubicar claro-oscuros.

 

Es cierto que la mujer ejerce su liderazgo de forma diferente a la mayoría de los hombres, pero se está ante una nueva concepción en la que la creatividad, la sensibilidad y la comunicación están presentes dentro de un sistema de organización menos jerárquico, más horizontal.

 

La intuición, empatía, disponibilidad de trabajar en equipo y buen trato, cualidades tradicionales consideradas como femeninas, debieran ser incluyentes dentro de los niveles directivos.

 

El liderazgo femenino es la utilización de las características propias de las mujeres al interior de las organizaciones y su rol de mujer está condicionado al entorno político y cultural donde se encuentra inmersa y a su herencia biológica.

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