Muchos esperaban que ISON se convirtiese en el cometa del siglo, iluminando el cielo nocturno durante los últimos meses del año 2013. Sin embargo, este cometa apenas fue visible desde la Tierra. Afortunadamente, el Observatorio Solar y Heliosférico (SOHO) contaba con un asiento en primera fila para presenciar su desintegración.

Esta imagen es una composición de las observaciones realizadas a lo largo de tres días, del 28 al 30 de noviembre de 2013. El cometa entra en escena por la esquina inferior derecha, bordea al Sol y sale por la esquina superior derecha. La brillante estrella de la esquina inferior izquierda es la supergigante roja Antares. 

Los astrónomos habían estado siguiendo al cometa durante algo más de un año, mientras se aproximaba al Sol, hasta que a finales de noviembre entró en el campo visual de la cámara LASCO C3 de SOHO. 

ISON iba a pasar muy cerca del Sol, a tan sólo 1.650.000 kilómetros de su ardiente superficie, unas 50 veces más cerca que el planeta más interior, Mercurio. Por este motivo ISON fue clasificado como un ‘cometa rasante’. Si sobrevivía al encuentro se volvería extremadamente brillante y estaría bien situado para poder ser visto desde la Tierra, surcando el cielo nocturno. 

Los cálculos de su órbita revelaron que ISON había empezado su viaje hacia el Sol hace unos 3 millones de años, cuando se alejó de su órbita original tras el impacto con otro objeto. Ahora, su destino se decidiría en cuestión de días. 

El 27 de noviembre ISON empezó a brillar con más intensidad, pero justo antes de alcanzar el punto de su trayectoria más próximo al Sol, empezó a debilitarse de nuevo. Esto era una prueba inequívoca de que su núcleo de hielo se había fragmentado. 

Muchos pensaron que este había sido su fin, pero ISON parecía haber sobrevivido, emergiendo al otro lado del Sol. No obstante empezó a disiparse con rapidez, dejándonos sin espectáculo nocturno. Un reciente análisis de los datos de SOHO demuestra que el núcleo se desintegró justo antes de alcanzar el punto de máxima aproximación sin dejar restos significativos, tan sólo una nube de polvo y vapor. 

La desintegración del cometa ISON fue una oportunidad excepcional para comprender mejor el comportamiento de los cometas. Otra gran oportunidad es la que está ofreciendo el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko. La sonda Rosetta de la ESA se reunió con este cometa a principios de agosto de 2014 y posó el módulo Philae sobre su superficie en noviembre. La sonda acompañará al cometa durante su máxima aproximación al Sol, que tendrá lugar entre las órbitas de Marte y de la Tierra. Aunque este cometa no vaya a correr la misma suerte que ISON, marcará un antes y un después en los estudios de estos cuerpos celestes primigenios.

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