Más allá de ser un actor, Joaquín Cosío dijo que hace las cosas por placer, por el gusto que le producen, así que además de la actuación, Cosío también es amante de la literatura, fruto de esa relación es su libro de poemas Bala por mí, el cordero que me olvida.

En el bar El Refugio, el actor del cine mexicano, que ha participado en películas como El infierno y Matando Cabos, platicó con un nutrido público de jóvenes y adultos sobre la literatura y sus gustos, entre viejos amigos, en donde la gente pudo conocerlo un poco mejor y mirar otra de sus facetas como artista.

Este poemario, como mencionó el actor, es sobre Ciudad Juárez, lugar en el que creció, un poco antes de la época actual, en que la violencia es uno de los primeros referentes de la ciudad.

Le escribió este libro porque es la ciudad de su adolescencia, “un oasis de los tugurios y de la vida nocturna, es una ciudad a la que le debo una gran vitalidad. Que ha sido destruida y vejada desde el principio de su historia y que es un cuidad extraña porque han ocurrido muchas cosas. Le debo todo, grandes hallazgos, como mi vida amorosa. Mi vida creadora como tal la conocí ahí. Ciudad Juárez ha sido dejada al extremo de la ignominia, de la burla, por el estado político. Así que le hago este poemario que escribí durante 10 años”.

Cosío dijo que una gran motivación para escribir el poemario fue irse de la ciudad y que algo muy interesante es que de ser un lugar cotidiano y vívido, se trasformó en una cuidad lejana al escribir de ella, ya que de alguna manera, le dio otra perspectiva. “Algunos poemas aún los escribí en aquel Juárez porque era inevitable sentirse afectado por la violencia que estaba llegando, por la cosas que pasan allá. Así que el libro tiene poemas para la cuidad y sobretodo para los acontecimientos de la ciudad y mi relación con ella. Con la distancia Juárez comenzó a ser una ciudad ficticia, a la que fui invistiendo y reinventando”, dijo Cosío.

Joaquín Cosío dijo que las actividades que ha asumido es porque le brindan un placer absoluto; no estudió actuación ni literatura formalmente, así que tal vez es poco lo que sabe, dijo, algo que lo hace un “tipo bastante inculto”, aunque le gusta la historia y la historia del arte, pero estos gustos, escribir y actuar, agregó, son preferencias cotidianas que no están sistematizadas en él, o que practique con una estructura más académica, así que las referencias que hay en su textos, son cosas que le gustan, cosas de su cuidad.

Le pasa que debido a que su trabajo de actuación es público, le gusta la literatura porque es algo más privado, íntimo y discreto que ha ejercido desde los 17 años, y no menos grato.

Por otro lado, habló de las diferencias que le ofrece cada una de estas artes. Por ejemplo, la actuación le permite explayarse, usar sus sentidos, su cuerpo, pero esto lo inhibe también, y leer poesía es mostrar algo que está inmerso en algunos recovecos de nuestro interior y exhibirlos y hacerlos público.

Y esto, dijo, al menos a él le causa un cierto pudor.

En cuanto a la forma de su poesía, explicó que tiene más interés en la sonoridad y que a pesar de ser una obra tan breve, se ha transformado bastante y siempre hay una musicalidad y a veces le interesa más una palabra por su sonido que por lo que quiere decir, “me gusta construir algo que pueda imaginar y que suene y que tenga brillantez”.

Durante la presentación, Cosío habló con gusto sobre lo que hace y contestó a las preguntas de los jóvenes y presentadores, de los que expresó que: “Es divertido que estos jóvenes de veintitantos años que me estén haciendo preguntas y yo esté nervioso”, pero no parecía, más bien se veía un poco emocionado por compartir algunos versos de su obra y conversar de lo que uno habla con sus amigos, la vida, la melancolía, la familia y el placer de hacer lo que a uno le gusta.

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