Eucalipto arcoiris

Eucalipto arcoiris


Manuel Martínez Morales

Dices, con lágrimas en los ojos y empleando palabras de la poeta Elena Alonso, que decidiste dejar de resistir, para que lo que tenga que doler duela, lo que tenga que nacer nazca, y lo que tenga que ser sea. Que ya no puedes más, que no sabes qué hacer ante este mundo del absurdo tecnificado que nos envuelve, nos arrastra y nos destroza.

Sollozando, afirmas que como ya no sabes qué es lo que comes, tienes miedo que tus órganos internos sean una amalgama enferma, invadidos por moléculas sintéticas de todo tipo y bien puede ser que, sin que lo sientas ni lo sepas, ya seas un cyborg. Y eso te espanta y acongoja pues sientes que en cualquier instante dejarás de ser humana, que tal vez ya no lo eres.

En el coche, frente a los manifestantes que bloquean la calle y aún con lágrimas en los ojos, clavas tu pupila en Mané y preguntas: ¿Qué es un monopolio?

En tal encrucijada, Mané sólo atina a fingir demencia y, recordando a otro poeta, responde cualquier cosa: que todas las chimeneas tosen toneladas de gases tóxicos, que cae polvo gris sobre la piel del mundo, y que también estallan, a esta hora, un millón de motores que vuelven a casa. Signos de la normalidad, continúa Mané, que no impiden que las enfermedades pulmonares arrasen con los viejos, dejen tocados a los recién nacidos, o empañen de hollín sus pulmones y sus gafas.

Ella, calmando su llanto, replica que las manzanas que comemos son transgénicas con quién sabe qué consecuencias para nuestra salud. Agrega que la producción de organismos genéticamente modificados (OGM) alcanza proporciones de espanto.

Comenta a Mané que el Movimiento Mundial por los Bosques reporta que ya hay cientos de parcelas experimentales de árboles transgénicos, la gran mayoría está en Estados Unidos, China, Brasil y Canadá. Solamente China ha aprobado la liberación comercial de árboles transgénicos maderables y por vez primera se plantea su liberación comercial a gran escala en América Latina. Varios países del continente tienen investigación y alguna experimentación en esta área, incluyendo a Argentina, Chile, Costa Rica, Uruguay y México. Según un informe de la Coalición Mundial por los Bosques, desde 2007 hay empresas experimentando con eucaliptos y pinos transgénicos en el estado de Guerrero, lo cual sería grave ambiental y socialmente, pero además ilegal, ya que no existe ninguna solicitud a este respecto en los registros de la CIBIOGEM (Comisión Intersecretarial de Bioseguridad de los OGM) México.

Se ha advertido que los eucaliptos transgénicos tienen fuertes impactos negativos sobre los campesinos, la biodiversidad, el agua y la tierra. Al igual que los transgénicos agrícolas, no son para satisfacer ninguna necesidad de la gente, sino que están diseñados únicamente para aumentar las ganancias de las empresas. Los enormes monocultivos de eucaliptos que existen han desplazado miles de familias indígenas y campesinas. Esos sembradíos no permiten que nada subsista dentro o alrededor, debido al uso intensivo de agrotóxicos y a la cantidad de agua que absorben. Las plantaciones de eucaliptos son cortadas para su procesamiento a los 6-7 años. Luego vuelven a crecer una o dos veces más, pero en 20 años sólo queda un enorme desierto de tocones estériles, el suelo completamente agotado, envenenado, sin nutrientes y las fuentes de agua de los alrededores desecadas. En varios países no sólo han desplazado a los campesinos de su tierra, también los vecinos han debido marcharse debido a la falta de agua. Dentro de las plantaciones no crecen otras especies vegetales ni animales, por lo que los movimientos ecologistas las llaman “desiertos verdes”.

La contaminación con polen de cultivos agrícolas transgénicos es un problema serio, pero con los árboles transgénicos, por estarlo emitiendo durante décadas a distancias mucho mayores, la situación se vuelve dramática. Las interacciones de ese polen con especies silvestres o cultivadas, al igual que su impacto sobre la biodiversidad, son imprevisibles por el tiempo y el radio que cubren. Paradójicamente, en lugar de que esto lleve a prohibir los árboles transgénicos, éste es el argumento que usan en Brasil las empresas para presionar la legalización de otra peligrosa tecnología transgénica: Terminator, un método para hacer plantas suicidas, con semillas que se vuelven estériles al contacto con ciertos químicos. (Silvia Ribeiro: “Árboles transgénicos y resistencia campesina”)

No llores más, pide Mané, y ella responde: cómo no llorar, si esos eucaliptos ya no son los que acompañaron mi niñez con su suave aroma; ahora son otra cosa, no puedo imaginarlo; déjame, Mané, déjame llorar por esos árboles que ya no son más.

Fingiendo comprender algo que escapa a su escaso entendimiento, para consolarse Mané musita algunos versos de Antonio Orihuela:

Y se pone el sol/ no sin una incierta belleza/ que hace aún más hiriente/ toda esta ruina/ que paga/ periódicos, políticos, libros de poesía/ y hasta la restauración de todos los santos y santuarios de la ciudad/ antes de llevarse por delante a los que acuden a sus procesiones./ Espacios de desolación/ en otra mayor desolación/ por la que va cayendo lentamente la tarde.

Reflexionar para comprender lo que se ve y lo que no se ve.

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