Proyecto Genoma Humano

Proyecto Genoma Humano


Manuel Martínez Morales

El mundo terminará lleno de lágrimas

cuando el último hombre dé el último mordisco

a su mujer muerta.

     El hombre, el homo faber contemporáneo, se pierde a sí mismo en los artefactos que construye. La técnica es el olvido del ser, nos advierte Martin Heidegger. En esta confusión «posmoderna» que sufrimos, ciencia y técnica se funden en una sola colección amorfa de fórmulas y operaciones que posibilitan la transformación de la naturaleza y del hombre mismo, en una escala nunca antes vista en la historia. Se confunde la operación tecnológica con el conocer, con el auténtico saber. En esta absurda y desaforada manipulación de la naturaleza creemos dominar al mundo y con ello llegar a reinar en el cosmos.

La terca realidad nos devuelve como en un espejo la terrible imagen de nuestra propia capacidad destructiva. El calentamiento global de las aguas oceánicas y la atmósfera se debe, sobre todo, al uso atropellado de los motores de combustión interna alimentados por derivados del petróleo; otros grandes cambios climáticos obedecen a la exacerbada deforestación y a la irracional explotación del suelo; la extinción de especies vegetales y animales a todo lo ancho del planeta amenazan con socavar el delicado equilibrio ecológico alcanzado a lo largo de millones de años.

El estudio de las bases moleculares de la vida a partir de distintas disciplinas -biología molecular, ingeniería genética, bioinformática, genética evolutiva, etcétera- tiene como objetivo último, de acuerdo al paradigma adoptado por los tecnócratas, diseñar y por tanto controlar la vida de  seres vegetales, animales y humanos.

Así, los patrocinadores del proyecto Genoma Humano anuncian que en poco tiempo, a partir de la manipulación genética, podrán erradicarse la mayoría de las enfermedades que asuelan al hombre, se prolongará la vida humana y se crearán nuevas especies vegetales y animales. En fin, este costoso y publicitado proyecto, cuyo objetivo último  -descifrar el código genético humano- parece haber progresado tiene como horizonte probable la creación de una nueva especie de homínidos.

Pero estos virtuosos de la técnica, ajenos al saber humanista y a la historia, han olvidado las ideas y los descubrimientos del gran pionero de la biología moderna: Charles Darwin. En su obra fundadora, «El origen de las especies», Darwin afirma que hay ciertos fenómenos biológicos derivados de la constitución genética de los organismos que no encuentran, y que difícilmente encontrarán, una explicación satisfactoria.

En particular, el eminente científico menciona en las primeras páginas de la obra referida el fenómeno de la variación correlativa: «Cambios importantes en el embrión o larva ocasionarán probablemente cambios en el animal adulto. En las monstruosidades, las correlaciones entre partes completamente distintas son muy curiosas…Los criadores creen que las patas largas van casi siempre acompañadas de cabeza alargada. Algunos ejemplos de correlación son muy caprichosos: así, los gatos que son completamente blancos y tienen los ojos azules, son sordos generalmente…Por tanto, si el hombre continúa seleccionando, y por consiguiente aumentando, cualquier peculiaridad, casi sin duda se modificará involuntariamente otras partes de la estructura, debido a las misteriosas leyes de la correlación…Los resultados de las diversas leyes de la variación, ignoradas u oscuramente conocidas, son infinitamente complejos y variados.»

Esta gran variabilidad correlativa que se observa entre distintos caracteres de un organismo es imposible de controlar. Digamos que tal vez sea posible que, vía la ingeniería genética, una pareja pueda decidir que su próximo hijo tenga los ojos verdes, lo que no se sabe es si los ojos aparecerán en la nuca del bebé o en el lugar apropiado. El efecto de un gen en los caracteres de un individuo está correlacionado con los efectos de quien sabe cuantos otros genes, de tal manera que modificar uno de ellos puede tener efectos impredecibles en el individuo.

En física se sabe desde hace décadas que no es posible predecir con exactitud ni siquiera la evolución de un sistema compuesto por tres cuerpos sólidos interactuando mecánicamente. ¿Cómo es entonces posible la arrogancia de pretender controlar la resultante de la interacción de los cien mil genes que componen el genoma humano?

El otro aspecto olvidado por los genios de la manipulación genética es que todo organismo interactúa con su medio. Una especie modificada genéticamente tendrá indudablemente efectos impredecibles, de naturaleza caótica, sobre el ambiente en que se introduce.

De ahí pues, que la ignorante soberbia de los tecnológos -olvidados de la obra de Darwin, fundadora de la biología moderna- esté conduciendo a la especie humana a un laberinto que tal vez no tiene salida.

Reflexionar para comprender lo que se ve y lo que no se ve.

La ciencia desde el Macuiltépetl: ¿Qué diría darwin del proyecto genoma humano?

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