Dos caracoles de jardín

Dos caracoles de jardín


Manuel Martínez Morales

Es verdad, como dice una canción de Jorge Dexler, que las musas huyen si las asedias. Por lo que resulta más conveniente dejarlas que se manifiesten cuando les venga en gana. Son esas voces internas que emergen del magma hirviente que todos llevamos dentro, conformando eso que algunos denominan el campo de lo inconsciente. Condensación de percepciones, recuerdos, sensaciones, deseos, conocimientos, frustraciones, alegrías y tristezas, que fluyen en nuestro interior y que, si tenemos suerte, se manifiestan en sueños, en fragmentos de poemas, melodías e incluso de ideas lógicas y racionales. Hay quien, por temor a ser juzgado loco, acalla esas voces sin dejarlas expresarse.

Hace unos días Mané nos contó, en torno a una mesa de cantina, que una musa le había hablado en sueños. Que él se encontraba ya en pijama y dispuesto a dormir, en su recámara, en el segundo piso de una vieja casona situada en el centro histórico de la ciudad. Y escuchaba una voz que lo llamaba desde la calle, diciéndole: “profesor, necesito su ayuda para preparar mi clase del lunes que tratará sobre música y matemáticas, las formas que tienen en común; y como no conozco de esto le pido me ayude”. Como ya anochecía, Mané no podía ver a través de la encortinada ventana quien lo llamaba. No obstante, replicó que si la ayudaría, que esperara al día siguiente para reflexionar sobre el asunto y buscar alguna bibliografía. Pero la musa insistió desesperada que ya no le daba tiempo, que le urgía preparar la clase.

Dice Mané que entonces despertó, inquieto, y se percató de que aquel sueño había agitado su magma interno que comenzó a escurrir a borbotones por sus redes neuronales, despertándole un sinnúmero de ideas en torno al tema. Por ejemplo, recordó la conferencia que había escuchado hacía décadas, impartida por un músico y un matemático en la cual se expuso que las composiciones de Bach obedecían a una regularidad que en matemáticas correspondía a la estructura algebraica conocida como “grupo”.

Aquella plática significó un giro definitivo en el sendero de vida del personaje, pues la analogía lo maravilló; primero demostrada matemáticamente y después con una demostración práctica: a partir de la definición de un grupo, éste se tradujo en una partitura que fue ejecutada por un cuarteto de cámara. Maravillosa música, fascinantes matemáticas.

De entonces a ahora, han sido muchos los matemáticos e investigadores de otras disciplinas quienes han buscado y encontrado sorprendentes patrones matemáticos en la naturaleza.

Uno de estos estudiosos es George Spencer Brown, quien hace años publicó un breve ensayo, de carácter más bien divulgativo, titulado Las leyes de la forma. Y más recientemente un riguroso tratado matemático con el mismo nombre.

La biografía de Spencer-Brown es enciclopédica. Después de estudiar medicina, estudió filosofía (con Wittgenstein) y psicología en Cambridge. Dió clases de filosofía en Oxford y de matemáticas en la Universidad de Londres (a través de Bertrand Russell). Fue discípulo de R. D. Laing, uno de los fundadores de la antipsiquiatría. En 1959 empezó a trabajar en una empresa de diseño de circuitos electrónicos que necesitaban a alguien que pudiese aplicar la lógica binaria a estos diseños, y ahí empezó todo. En 1969 publicó «Laws of Form», el resultado del proceso de depuración sobre la lógica y las matemáticas a la que le llevó su trabajo en el diseño de circuitos. Con el pseudónimo de James Keys ha publicado libros de poemas y otro libro curioso, «Only Two Can Play This Game», una comparación entre las maneras de pensar en Oriente y en Occidente.

La biografía es enciclopédica y sin embargo Spencer-Brown fue una figura casi marginal, falleció en 2006. Éste es un extraño caso, y en parte es debido a las propuestas que hizo sobre la resolución de diversos problemas matemáticos, que no fueron aceptadas. Lo tiraban a loco. Pero hay una parte del trabajo de Spencer-Brown que ha influido en Maturana y Varela, en Luhmann, en Kauffman y otros reconocidos pensadores. Otro de tantos que es visitado por las musas. Y las escucha.

Reflexionar para comprender lo que se ve y lo que no se ve.

Laws of Form- George Spencer Brown

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