La ciencia es mucho más que sólo un catálogo de hechos y teorías, también incluye las bases filosóficas, la historia de su desarrollo, las estructuras sociales, las leyes que la regulan y las políticas que las favorecen, afirmó el distinguido médico, investigador y conferencista Ruy Pérez Tamayo, quien se presentó el marco del Festival de la Lectura realizado del 10 al 14 de junio en la USBI Coatzacoalcos.

El Doctor Honoris Causa por las universidades autónomas de Yucatán, Colima, Puebla, Tamaulipas y de México, aseveró que “la ciencia es una forma de vivir la vida, este concepto es muy amplio pero verdadero”.

Agregó que la divulgación científica en México persigue dos metas: incorporar el espíritu de la ciencia en la cultura nacional y difundir el conocimiento científico en toda la sociedad. “Se tienen obstáculos milenarios que están profundamente arraigados en la cultura pues prevalece lo mágico-religioso en el esquema y la vida donde se observan en la cotidianidad”.

Dada la prevalencia y nivel de injusticia social que se presenta en México y que afecta a la mayor parte de la sociedad, “la ciencia trata de alejarnos de los mitos y tradiciones relacionadas con la realidad, dejar de ver al mundo como un valle de lágrimas y a la naturaleza como un misterio impenetrable, tenemos que dedicarnos con firmeza a combatir de manera progresiva esta ignorancia sobre todo lo que somos y lo que nos rodea”.

Pérez Tamayo añadió que la ciencia, como la conocemos en la actualidad, inició en el siglo XVII y marcó una de las grandes diferencias de los países desarrollados (que ofrecen calidad de vida) con los subdesarrollados.

Ruy Pérez describe el espíritu de la ciencia como una actividad humana y creativa que tiene como objetivo la compresión de la naturaleza, cuyo producto es el conocimiento obtenido por un método científico organizado de forma deductiva y que aspira al consenso de los individuos técnicamente capacitados.

Recalcó que en esta descripción se debe especificar cómo se hace la ciencia. Hacer ciencia consiste en la integración de dos acciones: tener ideas  sobre la realidad y ponerlas a prueba, el campo de acción es la naturaleza, el objetivo es la comprensión de la misma: ¿qué?, ¿cómo?, ¿por qué? y ¿para qué?, hay que seguir el método científico.

Para Ruy Pérez Tamayo, las reglas de la ciencia son: No decir mentiras, pues existe una diferencia entre la mentira y el error, éste es inevitable porque la perfección no es parte de la condición humana, pero el científico está obligado a reducirlo al mínimo posible; en cambio la mentira sí es inevitable y está proscrita en la ciencia, pero no en la publicidad, la política o el amor.

No ocultar verdades, el científico debe presentar todos los datos que lo llevaron al resultado relevante. Cuando se oculta la información no se dice una mentira, pero sí se impide que la ciencia haga sus críticas en los procesos, esto se da en las empresas comerciales y constituye las bases de las patentes.

No apartarse de la realidad, la ciencia es el estudio de la naturaleza de lo que existe, no se deben incluir explicaciones sobrenaturales o fantásticas, porque es ir en contra de su espíritu, hay que mantenerse dentro de la realidad y descartar los milagros como explicaciones válidas.

Respetar la consistencia interna, la ciencia es violada por los novelistas y poetas que hacen de ella historias románticas.

No rebasar el conocimiento, la inducción como operación mental es perfectamente válida siempre que se haga como hipótesis, especulación y predicción, con el compromiso de verificación y de cambio o rechazo siempre que no se comprueba. Hay teorías que pretenden explicar todo y no explican nada.

También dijo que los hechos también se equivocan, es difícil estar bien seguros de que las cosas son como parecen ser, aunque estén dadas las pruebas, debemos observar muchas veces, con distintas técnicas, comparaciones, analogías, aceptar las críticas y observaciones de otros científicos.

Pérez Tamayo también recalcó que la ciencia es parcial y transitoria, es preferible  verla como la mejor explicación que se tiene hasta ese momento sobre los fenómenos estudiados y lo suficientemente sólida para permitirnos construir puentes que no se caigan, aviones que vuelen y colocar a un hombre en la luna y que millones de personas lo vean en la televisión.

Para finalizar, señaló que hay preguntas que no pueden contestarse porque simplemente no tienen respuesta: ¿a qué huele la esperanza?, ¿de qué color es la abstracción?, ¿De qué color es el sabor de la fresa?, ¿En dónde está el castillo de Blanca Nieves?, ¿cuánto pesa un metro cúbico de vacío?

“La madurez intelectual se alcanza cuando se aprende a vivir reconociendo que hay muchas cosas que todavía no sabemos, y aceptando, disfrutando y comprendiendo lo que sí sabemos, así se formará una sociedad del conocimiento.”

Los comentarios están cerrados.