Árbol baobab en un paisaje degradado y árido en la provincia Oriental de Kenya- Foto: Flore de Preneuf, Banco Mundial

Árbol baobab en un paisaje degradado y árido en la provincia Oriental de Kenya- Foto: Flore de Preneuf, Banco Mundial


La desertificación, la degradación de las tierras, la sequía y el cambio climático están interrelacionados, apunta Ban Ki-moon, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas en este Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, que se festeja el 17 de junio.

Refirió que como resultado de la degradación de las tierras y el cambio climático, hoy las sequías son más intensas y se producen con más frecuencia, al igual las temperaturas extremas, mientras que en contraste, las inundaciones también son más cada año.

Más del 50% de las tierras agrícolas están mediana o gravemente degradadas, y cada año se pierden 12 millones de hectáreas de tierra que dejan de ser cultivables, advirtió.

Esto ocasiona que los medios de subsistencia y el bienestar de cientos de millones de personas esté en peligro: Cerca de 800 millones de personas padecen subalimentación crónica como consecuencia directa de la degradación de las tierras, la disminución de la fertilidad de los suelos, el uso insostenible de los recursos hídricos, las sequías y la pérdida de diversidad biológica.

Y el panorama puede volverse peor, pues durante los próximos 25 años, la degradación de las tierras podría reducir la producción mundial de alimentos hasta en un 12%, lo que incrementaría en un 30% los precios de los mismos.

Soluciones para este problema mundial no existen, ni a corto plazo, ni  a largo plazo, «la desertificación y la degradación de las tierras no solo afectarán el suministro de alimentos, también propiciarán un aumento de las migraciones y pondrán en peligro la estabilidad de muchas naciones y regiones», puntualizó.

Por esta razón -dijo-, los dirigentes mundiales decidieron que lograr la neutralización de la degradación de las tierras sería una de las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Ello implica rehabilitar cada año al menos 12 millones de hectáreas de tierra degradada.

La agricultura climáticamente inteligente y sostenible -apuntó- es otro método importante cuya aplicación no solo ayudará a las comunidades a crear resiliencia al cambio climático, sino que también contribuirá a mitigar sus efectos al tomar carbono de la atmósfera y devolverlo al suelo. La transición a una agricultura sostenible también aliviará la pobreza y generará empleo, sobre todo entre los más pobres del mundo.

Pero además este método odría crear, para 2050, unos 200 millones de puestos de trabajo en todo el sistema de producción de alimentos.

Este año, el lema del Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía es: «Protejamos el planeta. Recuperemos la tierra. Involucremos a la gente». En este Día, Ban Ki-moon instó a todas las partes a que cooperen para ayudar a neutralizar la degradación de las tierras en el marco más amplio de los esfuerzos por alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible y construir un futuro con dignidad y oportunidades para todos.

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