Lucie Sauvé

Lucie Sauvé


La educación es un asunto altamente político, “un poderoso instrumento de control social”, para lo mejor y lo peor, puntualizó Lucie Sauvé, miembro del Centro de Investigación en Educación y Formación Ambiental y Ecociudadanía de la Universidad de Quebec, y una de las máximas representantes del campo de la educación ambiental a nivel mundial, cuyo sello distintivo es que no ha separado el componente académico del político.

Lucie Sauvé, recibió el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Veracruzana (UV) el 8 de marzo y como parte del programa dictó la conferencia “Educación ambiental y ecociudadanía: cosmovisiones y cosmopolíticas”.

Ahí retomó la propuesta que produjo el grupo de trabajo de educación en el marco de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible que se celebró en Río de Janeiro, Brasil, en 2012: “La educación que precisamos para el mundo que queremos”.

En ese documento, dijo, se indica que la crisis global es también una crisis de la educación y que ha sido despojada de su profundo contenido político y particularmente de su potencial para formar ciudadanos capaces de pensar un orden económico y social diferente.

En ese sentido es que trabaja el equipo colegas del Centro de Investigación en Educación y Formación Ambiental y Ecociudadanía de la Universidad de Quebec: “En nuestro centro de investigación aprendemos a través de diversos proyectos bien conectados con nuestra realidad. También aprendemos mucho con nuestros colegas de América Latina, a través de proyectos de cooperación interuniversitaria que permiten acercarnos a otras realidades.”

Tiene además enormes compromisos políticos con la lucha en contra de las mineras canadienses, lo cual le ha merecido grandes simpatías en México, donde se padece precisamente este problema.

Ella organizó un grupo de expertos en Canadá para investigar y vigilar el trabajo de estas empresas, en primer término en el propio territorio canadiense, pero también fuera de él.

En Quebec, como en Canadá en sí –puntualizó-, el gobierno es políticamente de la derecha y Sauvé lamentó “muchísimo” el rol que juega en debates internacionales sobre el cambio climático, así como la falta de ética de las empresas extractivas (que tienen “un paraíso fiscal” en ese país).

En consecuencia, surgen y se organizan cada vez más movimientos sociales y ambientales, es decir, “ecosociales”. En el caso de su provincia, la cuenca del río San Lorenzo está amenazada por diferentes fuentes de contaminación, incluyendo el uso de pesticidas y proyectos de explotación del petróleo y gas de esquisto a lo largo del valle.

“Todo el valle ha sido vendido por casi nada a la industria del gas y petróleo, incluyendo la explotación de petróleo en el Golfo de San Lorenzo, cinco veces más pequeño que el Golfo México y con aguas frías.”

Además, la provincia de Quebec se encuentra en un contexto macro regional “muy complejo”, explicó, pues es la vía de salida del combustible producido en el oeste canadiense, es decir, está “en la tela de araña norteamericana” del transporte de gas y petróleo.

“No sólo hay el problema de la explotación de los hidrocarburos en el territorio quebequense, se deben enfrentar también los proyectos de transporte de petróleo del oeste por tuberías, trenes, barcos con todos los riesgos inaceptables.”

Pero es más sorprendente, pues Quebec tiene muchas fuentes de energía renovable, destacó.

“Como en todos los lugares del mundo, estamos luchando contra estos proyectos exógenos, invasivos e impuestos que promueve la economía extractiva y que determinan el desarrollo de nuestras regiones, de nuestros países, sin debate democrático”.

Aclaró que en todos lados se vive la misma doble tensión: por un lado están “las tenazas de la oligarquía” político-económica, y del otro, los movimientos de indignación y de resistencia.

“En México, en Quebec, en todos los países invadidos por una economía exógena se observa que son las mismas dinámicas que causan tanto los problemas sociales como los ambientales, pero si bien estos movimientos son asociados a mucho sufrimiento social, hay que reconocer que son también importantes crisoles de aprendizaje.

”Debemos aprovechar y celebrar las oportunidades que nos ofrecen estas dinámicas de denuncia y resistencia, para aprender colectivamente, para construir un saber: desarrollar una inteligencia colectiva y trabajar en definir un proyecto social común.”

Precisamente, indicó, la educación es el motor del proceso de construcción del proyecto social, en todos sus campos: formal, no formal, informal, comunitaria, popular, todas las formas de dinámica de aprendizaje.

“La educación deber ser un espacio de libertad de pensamiento, de estudio crítico de las realidades, un crisol de propuestas de desarrollo alternativo, un motor de cambio y no un espacio donde se fomenta el pacto político-económico de una economía globalizada.”

Sauvé lamentó que los estados sean dirigidos como empresas y que se limite la participación pública sólo a una estrategia para obtener la aceptación social de las decisiones ya tomadas por la esfera político-económica.

Por ello se pronunció para que la sociedad civil asuma tareas exigentes y ejerza una vigilancia crítica sobre las decisiones relativas a los asuntos públicos en materia de alimentación, energía y recursos naturales.

“La sociedad civil debe luchar en contra o pro de políticas, planes y proyectos. Debe comprometerse en el vasto proyecto colectivo de la innovación ecosocial para proponer alternativas y a pesar de la falta de recursos y en contextos de emergencia, los grupos ciudadanos lo realizan con mucho coraje, tenacidad y talento colectivo.”

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