La mitad de la población mexicana no cuenta con ingresos para adquirir una dieta saludable y 10 por ciento de los habitantes del país omite una o dos comidas diarias por falta de recursos económicos, señaló el doctor Luis Ortiz Hernández, profesor-investigador del Departamento de Atención a la Salud de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), quien ganó el primer lugar del Premio de Investigación en Nutrición 2014, en la categoría Entorno Social y Cultural de la Nutrición, que otorga el Fondo Nestlé para la Nutrición de la Fundación Mexicana para la Salud A.C..

El académico participó con el trabajo Disponibilidad de alimentos en los hogares mexicanos de acuerdo con el grado de inseguridad alimentaria, realizada junto con la licenciada Reyna Guadalupe Valencia Valero, también académica de la UAM.

Luego de recibir su reconocimiento, en ceremonia realizada en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán el pasado 14 de noviembre, el profesor de la Unidad Xochimilco informó que para este estudio se realizó una encuesta a más de 27 mil familias mexicanas, muestra representativa de todo el territorio nacional, y se analizó la más reciente Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares.

“Los más preocupante de estos datos es que en México hay niños que se van a la cama sin comer”, declaró.

Paradójicamente, prosiguió el doctor Ortiz Hernández, la gente que no tiene dinero para adquirir alimentos saludables empieza a desarrollar obesidad.

“Estos hogares están comprando alimentos baratos que son ricos en azúcares y calorías: aceite, arroz, productos de trigo, y no pueden comprar frutas, verduras, carnes magras y lácteos que tienen un mayor contenido nutrimental” apuntó.

Agregó que el único alimento de alto valor nutritivo que consumen los hogares de menores ingresos es el frijol. “No lo compran porque sea saludable, sino porque es barato”, aclaró.

El investigador consideró que los programas de asistencia social del gobierno federal, como Prospera, “no funcionan. Una familia que recibe un cheque mensual de $500 o $700, se sirve de él dos o tres días, y después sigue sin dinero para comer”. Además de que su cobertura es insuficiente.

Este tipo de programas comenzaron en los años ochenta con el sexenio de Carlos Salinas, “pero la pobreza no ha disminuido, las estadísticas de inseguridad alimentaria se mantienen idénticas desde esa década”.

El académico afirmó: “los cheques, además de ser insuficientes para satisfacer el hambre, están cargados de estigma. Recibir dinero de (la Secretaría de) Desarrollo Social no es la forma socialmente aceptable de satisfacer el hambre”.

Es la segunda ocasión que esta mancuerna de académicos gana el Premio de Investigación en Nutrición. En 2010 fueron distinguidos en la misma categoría con un monitoreo de medios que demostraba que durante la programación televisiva para niños se trasmiten más comerciales de alimentos altos en azúcar y grasa.

La doctora Sara Elena Pérez Gil, también profesora de la Unidad Xochimilco de la UAM, formó parte del equipo de investigadores que se hizo acreedor al segundo lugar en la misma categoría con el trabajo Cuerpo, imagen y saberes alimentarios en infantes oaxaqueños, México: un primer acercamiento, desarrollado en el Departamento de Estudios Experimentales y Rurales del Instituto de Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán.

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