El razonamiento estadístico algún día será tan necesario para lograr una ciudadanía efectiva, cómo lo es la habilidad para leer y escribir.

H.G. Wells

Cuando tomé uno de mis primeros cursos de Estadística, usábamos como texto un popular librito titulado How to lie with statistics (Cómo mentir con estadísticas), de Darrell Huff e Irving Geis (Norton & Company, 1993). Este libro contenía una serie de ejemplos tomados de la vida real, que mostraban la forma en que un conjunto de datos obtenidos correctamente y analizados con apego a la metodología estadística establecida, podían ser interpretados en forma engañosa. Un ejemplo que alguien  -posiblemente inspirado en este librito- construyó es bastante ilustrativo.

            Veamos pues la parábola del pollo. Dos personas tratan de compartir un pollo, pero una de ellas se las ingenia para comerse el pollo entero en tanto que la otra se queda sin probarlo. Si calculamos el promedio de pollo ingerido por estas dos personas obtenemos lo siguiente: un pollo entre dos personas, es igual a 1/2 , es decir en promedio (medida estadística válida, muy popular y aceptada) cada persona consumió medio pollo. Eso dice la estadística, aunque la cruda realidad nos muestra que no fue así: una persona se comió el pollo entero y la otra se quedó nomás mirando. Si embargo no hay truco ni engaño estadístico, el promedio está correctamente calculado, solamente que las cifras –interpretadas descuidadamente- nos dan una imagen distorsionada de la realidad.

   Es así como diariamente somos engañados con trucos de este tipo para hacernos creer que vivimos en un mundo feliz. Por ejemplo, consideremos el ingreso promedio (o PIB per cápita) en México.

El PIB per cápita en México se ubicó en 10,689 dólares (133,398 pesos) por habitante al cierre del segundo trimestre de 2013, por lo que este indicador sigue en niveles por debajo de los alcanzados antes de la crisis financiera internacional, cuando registró 11,230 dólares por cada mexicano en la primera mitad de 2008, según datos del INEGI y Banxico. Note que de estas cifras se infiere un ingreso mensual promedio (por cabeza) un poco arriba de los 11 mil pesos. Si en realidad así fuera, imagine usted el nivel de vida que, en general, tendríamos los mexicanos.

Durante este periodo, el INEGI reportó que el valor del Producto Interno Bruto (PIB) fue de 15.77 billones de pesos, con 118.3 millones de mexicanos, mientras que el precio promedio del dólar del periodo abril-mayo fue 12.48 pesos por unidad.  Es decir –al igual que en la parábola del pollo- se divide el total del ingreso nacional entre el total de mexicanos (contando bebés, enfermos, jubilados, desempleados, etcétera).

Pero sucede que se aplica la parábola del pollo pues, como es sabido, el ingreso se distribuye muy desigualmente. Aunque no tengo las cifras exactas a la mano, más o menos el 5 por ciento de los mexicanos se come el pollo casi entero, pues se apodera del 90 por ciento del ingreso, y el restante 95 por ciento de habitantes, se las arregla con el 10 por ciento del ingreso. Lo cual se traduce a que –en cifras redondas- a 6 millones de mexicanos les tocan aproximadamente 14 billones de pesos y los restantes 112 millones les corresponde 1.7 billones (1 billón de pesos= 1 millón de millones). Es decir, en el primer grupo, el ingreso pero cápita es de 2.3 millones de pesos por cabeza (184,294 dólares) en tanto que en el segundo grupo la cifra es de 15,200 pesos per cápita (1,218 dólares). Por favor, note que el INEGI, haciendo cálculos sin tomar en cuenta la desigualdad del ingreso aporta el dato de 10,689 dólares per cápita anual. Las cifras del INEGI no revelan como se reparte el pollo.

Como puede apreciarse, estos datos –calculados de la misma fuente- revelan la enorme desigualdad en el ingreso que existe en nuestro país. De tal manera que, aún si aceptamos las cifras aportadas por el INEGI, que no consideran esta desigualdad en la distribución, se llega a ciertas conclusiones como las siguientes.

En el comparativo internacional, datos del Banco Mundial (BM) revelan que el nivel del PIB per cápita de México se encuentra por debajo de países como Chile, Brasil, Argentina, Venezuela y Uruguay, o bien de economías en crisis financiera como Portugal, Irlanda, Grecia, Italia o España.

Dentro de la región de América Latina, Chile es la economía con mejor nivel en este indicador con 15,363 dólares por cada habitante, seguida por Uruguay con 14,449 dólares y Venezuela con 12,767 dólares.

De acuerdo con el BM, la economía con mejor producto por habitante es Luxemburgo con 107,476 dólares, por delante de países con niveles debajo de los 100,000 dólares como Noruega, Suiza, Australia y Dinamarca.

El PIB per cápita de México está por muy por debajo de lo que necesita para asegurar un nivel de bienestar aceptable, lo que se dificulta aún más por la aguda desigualdad en la distribución de ingreso, considera Juan Carlos Moreno Brid, de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

Considerando la desigualdad en el ingreso, tomando en cuenta al sector de la población  con menores ingresos, podría concluirse que la mayoría de los habitantes de México –el 95 por ciento con ingreso per cápita de 1, 218 dólares- tienen un nivel de ingreso por debajo de países como Pakistán (2,860), Chad (1,970) y Bangladesh (1,790). Ni que decir si hacemos la comparación con países de mayor ingreso y menor desigualdad, como Suiza ( 46, 474) o Canadá (45, 593); según cifras estimadas para el 2013 por el FMI. Y notemos que el sector de mexicanos privilegiados con mayor ingreso per cápita (184, 294 dólares)  tienen un nivel superior por ejemplo al de Luxemburgo, estimado en alrededor de 107 mil dólares per cápita. Podría decirse, metafóricamente, que los ciudadanos pertenecientes al selecto grupo se comen pollo y medio.

Algunos expertos han afirmado que el insuficiente nivel del producto per cápita refleja las décadas de escaso crecimiento de la economía mexicana, agravado por el hecho de que México fue de los más afectados con la crisis financiera internacional. Su desempeño posterior ha sido débil y sigue fuertemente atado al sector externo, que perdió fuerza. Urge entonces a la economía recargar su dinamismo en el mercado interno. Para ello es necesario establecer políticas fiscales efectivas para lograr una distribución más igualitaria del ingreso a fin de fortalecer el mercado y consumo domésticos.

El director adjunto de la CEPAL afirma que México perdió densidad industrial. Por ello, las exportaciones no tienen la capacidad de ser la locomotora de crecimiento que arrastre al resto del aparato productivo a una senda robusta de expansión.

«En los últimos 30 años, la brecha del PIB per cápita de México frente al de EU es cada vez más amplia. Para avanzar hacia un desarrollo con igualdad es necesario, además de una reforma fiscal, elevar el coeficiente de inversión y dedicar más recursos a la innovación así como canalizar más y mejor el crédito a la actividad  productiva. A esto último puede ayudar mucho la banca de desarrollo», recalca.

A pesar de la apreciación del tipo de cambio observada en el segundo trimestre del año comparada con el mismo periodo de 2012, la debilidad económica y el incremento poblacional, repercutieron en un menor ritmo de crecimiento en el PIB que le correspondería a cada habitante en México.

Por otro lado, Clemente Ruiz Durán, académico de la UNAM comenta: «Este año la economía no ha podido crecer al ritmo que está creciendo la población. Por lo mismo el PIB per cápita se ha venido deteriorando. El indicador tendrá un crecimiento prácticamente nulo y con ello un problema de bienestar. No se genera empleo de calidad que el país requiere y la población realiza actividades de subsistencia en el sector informal, donde no hay valor agregado y en ese sector se desempeña el 60% de la población ocupada”.

El modelo económico debe incorporar a las actividades no estructuradas a la formalidad, pero esto se logra con un crecimiento económico sostenido de largo plazo, agrega Ruiz Durán, concluyendo que: «El estimado de crecimiento de 1.8% de Hacienda es una tragedia para este país. México no ha encontrado los motores para su crecimiento, el gran problema es que por una parte no crecemos y por otra parte la producción que se hace es de muy bajo valor agregado, la indefinición económica esta orillando a la gente al mercado informal y aun crecimiento de la pobreza».

Solamente me resta comentar que –aún omitiendo la parábola del pollo- los indicadores económicos reflejan la grave crisis económica por la que atravesamos y a la cual no se le ve pronta salida. Por el contrario, todas las reformas y demás políticas económicas aplicadas en los últimos tres decenios apuntan al ensanchamiento de la ya amplia brecha en la distribución del ingreso en México.  

Para entender cabalmente la situación es necesario que los expertos, los conocedores de la estadística –por ejemplo- neutralicen la manipulación que de las cifras hace la clase gobernante para engañarnos. Entre tantas otras cosas, debemos intentar, con la participación de los especialistas, crear una cultura popular numérica para que los ciudadanos puedan comprender –a través de la lectura y análisis de cifras- lo que ocurre en torno a nuestra vida. Metáforas tan simples como la parábola del pollo nos acercan a esta comprensión.

¿Qué parte del pollo le toca a usted? ¿Siquiera chupó una alita?

Manuel Martínez Morales

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