Con una breve historia de la radio indigenista, Antoni Castells i Talens, investigador del Centro de Estudios de la Cultura y la Comunicación (CECC) de la Universidad Veracruzana (UV), colabora en obra colectiva editada por la Universidad de Alabama titulada Technology and culture in twentieth-century Mexico.

En el volumen, Castells i Talens expone en colaboración con José Manuel Ramos Rodríguez, académico de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), el surgimiento y conformación de la radio destinada a las comunidades indígenas de México.

“Hemos trabajado juntos desde hace una década en temas de comunicación indígena. Nos pareció interesante mostrar cómo la tecnología, que generalmente ha ido en contra de las culturas indígenas, también había servido como herramienta de resistencia cultural y lingüística”, detalló.

“En nuestra investigación habíamos visto cómo la radio se había usado para estos fines, como es algo que surgió a finales del siglo XX; en 1979, cuando surge la primera radio indigenista, hicimos la propuesta de elaborar una breve historia, les gustó la idea y nos aceptaron.”

La sorpresa vino cuando miraron el índice del libro que incluye capítulos escritos por Carlos Monsiváis, Juan Villoro, Ricardo Pérez Montfort y Naief Yehya, entre otros investigadores, tanto mexicanos como norteamericanos.

El libro lo publica la Universidad de Alabama y es editado por Araceli Tinajero, profesora del City College de Nueva York y autora de varios libros, y J. Brian Freeman, profesor invitado en la Universidad Fairleigh Dickinson.

Castells i Talens comentó que los editores manifestaron interés desde que recibieron el artículo, precisamente por ser marginal, como una parte olvidada de la historia de México y América Latina en general, que son los pueblos indígenas.

Con el movimiento zapatista los pueblos originarios estuvieron en el foco de atención de la sociedad y de las universidades, luego vino “La otra campaña” en 2006 y a la fecha ha disminuido.

“Hay pocos investigadores de Estados Unidos que publiquen aquí y pocos investigadores mexicanos que crucemos la frontera y publiquemos allá, este libro es una excepción seguramente porque lo promovieron a través de la Asociación de Estudios Latinoamericanos, gran organización que mantiene mucho intercambio académico con investigadores de América Latina.”

El libro ofrece un enfoque innovador, de acuerdo a los editores, y es inusual que una obra de estas dimensiones aborde cómo ha influido la tecnología en el México del siglo XX.

Respecto a su artículo, el académico dijo que “muchas veces la tecnología llega al mismo tiempo a las grandes ciudades como a los pueblos indígenas, no llegan más tarde sino que llega todo a la vez, además de los rezagos, como la falta de agua, pero la tecnología llega al mismo tiempo”.

Cuando surgen estas radios son producto del Estado mexicano, llegan a través del Instituto Nacional Indigenista (INI), ahora Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), y han sido criticadas como supuestos instrumentos de propaganda y proselitismo político.

Por el contrario, en los resultados de su investigación conjunta han observado que sí existe la censura pero no hay proselitismo ni un uso político o partidista de las radios; “la censura se debe a un cierto temor en las comunidades y tiene una explicación”, precisó, “sus trabajadores son indígenas y hablan en lenguas indígenas, son gente comprometida con su misma comunidad que lo asumen de manera automática”.

Han recibido mucha presión desde los políticos locales y regionales, del Estado, e incluso del movimiento zapatista, afortunadamente también han recibido el apoyo del INI, por lo que se convierten en importantes espacios de negociación.

Otro elemento que los defiende es la implementación de un mecanismo de protección basado en no abordar tres temáticas: “no a mensajes religiosos, no al comercialismo y no a los partidos políticos”.

Su labor permite “normalizar” las lenguas indígenas, está permitiendo que se conciban como normales, que no sean una lengua oculta, estigmatizada y que sus propios hablantes son renuentes a hablar en público, “con la radio consiguen que el estigma se vaya diluyendo, en muchos casos desaparezca y se convierta en orgullo”.

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