La violencia además de ser generada por el narcotráfico –la delincuencia organizada-, es un problema de justicia social, de falta de democracia, de inequidad de género, de represión, de falta de información, sintetiza Leticia Mora Perdomo, organizadora de las Jornadas de la Violencia, durante las cuales se observó el fenómeno desde la visión de la literatura.

Desde esa óptica retoma la referencia del New York Times acerca de que Xalapa es una de las ciudades más peligrosas para los periodistas.

“¿Entonces cuál es el mensaje?”, interroga, para soltar la respuesta con la misma intensidad del tema: Cállense.

“No se puede negar y no puedes explicarlo, sólo puedes especular”, prosigue.

Pero también menciona que ante esto “la conclusión es que no nos van a silenciar, vamos a seguir estudiando el tema y reflexionando desde varios puntos de vista, no sólo desde la literatura, porque no podemos quedarnos en lo bello que es el lenguaje, ya que hay mucho más que eso”.

Su visión surge de observar un mundo que se presenta violento ante una población que no tiene acceso a información fidedigna, ante lo cual plantea que el estudio de esta crisis social es cada vez más una necesidad, de ahí que el arte busque respuestas y de ahí que muchos estén investigando en conjunto la naturaleza de eso que cada vez se mete más entre las calles y en nuestras casas.

Las Jornadas de la Violencia se desarrollaron en la Facultad de Humanidades del 11 al 15 de junio, y en las mismas se reunieron investigadores y académicos de Zacatecas, Chiapas, del Estado de México, Puebla, el DF, Buenos Aires y por supuesto, Xalapa.

Leticia Mora abre su casa a los académicos después de la clausura de las jornadas, está satisfecha porque éste fue un encuentro entre estudiosos de un tema que concierne a todos.

Platica que se abarcaron diversos aspectos pero todos tocaron en un punto la situación que estamos viviendo. “El interés por estudiar la violencia partió de una situación violenta que vivimos, no sólo en México sino en el mundo. Las jornadas fueron productivas, porque el curso lo diseñó una investigadora Argentina, Celina Manzoni, que tiene mucha experiencia y ha estudiado la literatura argentina y sufrido una de las dictaduras más horrendas, ella ha estudiado este estado en el que hay censura y se atropellan los derechos humanos”.

Asimismo, se habló de la difícil situación centroamericana, el genocidio por la fuerza del estado contra los indígenas, se habló de la dictadura en Uruguay, en Chile, periodos políticos que México no ha vivido tan drásticamente, aunque en lo últimos años sí han golpeado nuestro país de manera severa.

“En esta jornada fue importante ver el camino que otros han recorrido y ver cómo el arte ha tratado de salir de ese infierno, eso nos da esperanza y certeza de que si bien es cierto que aunque no confrontamos directamente a violencia, porque que no somos criminólogos, sí tenemos una función muy importante como estudiosos de la literatura, yo creo que el arte nos da las pautas para entender no sólo lo que pasa en otros lugares y a nosotros, porque creo que muchos aspectos de la violencia todavía no están articulados”.

Se siente contenta porque todos se van con un buen saber de boca y hubo sorpresas, por ejemplo, un profesor de puebla que también es filósofo, sorprendió a todos, Arturo Aguirre, ya que puso sobre la mesa que sí hay que hablar de la violencia, pero para construir la comunidad que hemos perdido, “creo que ese es el punto”.

Otro aspecto muy satisfactorio, fue  la respuesta, ya que en primera instancia se iba a trabajar con tres cuerpos académicos de Francia, Argentina y la UV, plan que se tenía desde hace un año, “ya tenemos un libro en prensa, este es el segundo sobre el tema, y bueno, me enteré que hay gente trabajando en otros lugares, comencé a indagar y gente que ni siquiera invité me contactaba porque se quería unir, porque es una necesidad hablar del tema y aunque se hablaron de temas horrorosos, que quisieras voltear la cara; la solidaridad y el interés de la gente por colaborar fue notable”.

Leticia Mora recuerda que ella inició un grupo con el escritor argentino Néstor Ponce, con el que en conjunto trabajaron el 68 y el 71, porque de alguna forma México se ha cerrado a revivir e indagar en eso, sí hay interés pero hay cierto recelo. En estas jornadas, Arturo Aguirre los invitó a unirse a un grupo internacional que estudia estos temas, lo cual es muy satisfactorio porque demuestra que hay interés y resonancia.

Les fue tan bien que ya tienen el siguiente evento, será en Toluca y después en Puebla, en otras jornadas que allá han organizado a nivel internacional. De esta jornadas salió mucho y otra cosa muy positiva es la solidaridad entre sus compañeros del grupo de trabajo, “no estaban muy convencidos porque era sacarlos de sus temas habituales, pero ahora estamos muy comprometidos sobre el tema, gento como Esther Hernández Palacios, Ángel José Fernández, Efrén Ortiz, Alfredo Pavón y alumnos muy enfocados. Creo que es la semilla y ha ido creciendo y espero que siga haciéndolo”.

Por el momento van a organizar una red de cuerpos académicos que estén interesados en trabajar el tema, van a ver cómo hacen un convenio de vinculación con otros cuerpos académicas para seguir con estas investigaciones.

“Creo que al venir estas dos profesoras argentinas, Manzoni y Susana Zanetti, y nos hayan puesto en contacto con su experiencia, es muy importante. Por ejemplo, yo les pregunté si tuvieron que salir de Argentina durante la dictadura y me contestaron que no, que su compromiso estaba con el país y se quedaron allá, así que no sólo son gente intelectualmente comprometidas sino éticamente, y eso es un gran estímulo para nosotros”.

“En cuanto a lo que vivimos aquí y aunque no estamos en una dictadura, nos enfrentamos a una sociedad que no es justa, democrática y lo peor de todo es que no sabemos qué está pasando, y vemos a gente que se dedica a decir lo que está pasando y muere. Es muy preocupante, porque quiere decir que vivimos desinformados, y que no tenemos asideros. Esto provoca ansiedad, miedo y lo peor es que provoca que se pierda la solidaridad y la comunicación con otras personas. Muchos no sabemos qué está pasando porque no sale en las noticas. Entonces ¿cuál es la realidad que estamos viviendo?”, pregunta Leticia Mora.

Aunada a esta crisis de desinformación, también hay una de valores, en donde la vida también ha perdido valor, y ahora hay nuevas formas de la violencia además del crimen organizado, como el bullying, producto del estado de desazón en los jóvenes, que llegan a un punto de banalizar la violencia y usarla como un medio de expresión.

Leticia Mora retoma lo que dice Arturo Aguirre y dice que fue muy puntual al decir que estamos estudiando la violencia desde distintas perspectivas, pero el veía la necesidad de hacer un estudio sistemático y un tanto histórico de cómo ha evolucionado y cuáles son las nuevas formas de la violencia desde un enfoque interdisciplinario y formal.

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