Las células se comunican mediante proteínas embebidas en sus membranas plasmáticas. Estas proteínas tienen diversas funciones y se pueden comparar con antenas, interruptores y puertas.

Para sobrevivir, la célula tiene que ajustar constantemente la composición lipídica y proteica de su membrana. Para ello, se incorporan nuevas proteínas, mientras las viejas son recicladas o eliminadas. El proceso por el cual se internaliza material de membrana se denomina endocitosis. 

Los investigadores Daniël Van Damme y Geert De Jaeger del instituto VIB y la Universidad de Gante (Bélgica), y  Staffan Persson del Instituto Max Planck de Fisiología Molecular de Plantas en Golm, cerca de Potsdam (Alemania), acaban de identificar un nuevo complejo proteico, esencial para la endocitosis en plantas.

El complejo TPLATE muestra el camino

«Durante décadas, se ha investigado intensamente la endocitosis en plantas, animales y levaduras.Como resultado, contamos con una gran información sobre las proteínas implicadas en el proceso, así como de las complejas interacciones entre ellas. A pesar de ello, sólo se han identificado en plantas un reducido número de proteínas adaptadoras», explican los científicos.

Los invesigadores, mediante el uso de novedosas técnicas, acaban de identificar un complejo de proteínas adaptadoras esenciales para la endocitosis y que solo existe en plantas.

El complejo está formado por la proteína TPLATE y por otras siete proteínas no descritas hasta el momento. El complejo TPLATE ha resultado ser esencial para la endocitosis vegetal ya que es el primero en alcanzar la zona de la membrana donde debe comenzar la endocitosis.

«En términos evolutivos, que la función del complejo TPLATE sea exclusiva de plantas es un descubrimiento extraordinario. Mientras que otras proteínas implicadas en endocitosis, como las clatrinas, están presentes tanto en el reino animal como en el vegetal, los miembros del complejo TPLATE parecen diseñados especialmente para las plantas», señalan.

Estos resultados se han publicado en la  revista Cell gracias a la intensa colaboración entre VIB y el Instituto Max-Planck.

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