Muro fronterizo en el Desierto de Sonora

Muro fronterizo en el Desierto de Sonora


Las políticas migratorias promovidas por el actual presidente de Estados Unidos, donadl Trump, en contra de los inmigrantes afecta más a las familias que tienen integrantes que ya son residentes o que son ciudadanos, que a los que son indocumentados, «esa es la gran ironía”, apuntó el doctor Carlos Vélez Ibáñez, Regents’ profesor y director fundador emérito de la Escuela de Estudios Transfronterizos de la Universidad Estatal de Arizona.

El doctor Carlos Vélez Ibáñez destacó, que existen estudios como el realizado en 2014 por su colega Seline Szkupinsk Quiroga y otros autores, “In the Belly of the Beast: Effects of Anti-Immigration Policy on Latino Community Members.», que indican que desde el aspecto psicológico la posibilidad de que las familias se fragmenten tiene impacto en las personas y este se refleja en una ansiedad profunda, “pero lo interesante del caso es que esa ansiedad no solo es para las personas indocumentadas, sino que tomando en cuenta que cada familia tiene una o dos personas sin documentos, a otras que son ciudadanos y otras que son residentes, la ansiedad impacta a toda la familia y por ende a la comunidad.

La realidad de la frontera México-Estados Unidos es más que la definición tradicional de la línea divisoria entre dos naciones y zona de tránsito de dos culturas, la frontera entre el sur estadounidense y el norte mexicano, de 3.152 kilómetros, se ha consolidado como una región transfronteriza, totalmente integrada, que involucra a diez estados de ambos países, cuyas economías en conjunto representan la cuarta economía del mundo, a 14 millones de habitantes y una ecología geográfica en común. Por esta frontera cruzan diariamente 437 mil vehículos, un millón de personas y mil millones de dólares.

Además del rubro económico, comercial y laboral, la zona fronteriza comparte relaciones sociales, culturales y ambientales; infraestructura, turismo y vínculos familiares. Organismos internacionales la definen como un sistema geopolítico binacional.

En el reporte The State of the Border Report A Comprehensive Analysis of the U.S.-Mexico Border, publicado en 2013, se señala que los seis estados fronterizos mexicanos y los cuatro estadounidenses tienen fuertes lazos económicos, pero que lo que a menudo no se aprecia es que este valor económico se extiende mucho más allá de la región fronteriza.

“Lo que todos debemos comprender es que la economía transfronteriza estadounidense requiere de la mano obra y del intelecto del inmigrante, es decir, Estados Unidos se beneficia de los mexicanos que aportan sus capacidades para crear oportunidades de innovación en este país dentro de un contexto de ciclo de negocios, y ellos, nuestros migrantes y/o población transfronteriza obtiene trabajo”, sostuvo.

Se debe tomar en cuenta, añadió, que la región está integrada económicamente, se creó desde el siglo XIX en diferentes niveles y distintas fuerzas, pero ahora esta integración es muy fuerte y no se puede negar ni borrar.

“Un ejemplo de ello, es que el 40% por ciento de todos los productos que se exportan desde la frontera del lado mexicano tiene su origen en Estados Unidos, de este país salen las materias primas, en México se maquilan, se ensamblan y luego van de regreso a Estados Unidos, eso muestra una integración económica fuerte y ligada, es parte de la producción dual, eso no se puede deshacer y quien pretenda hacerlo desconoce la información, los datos reales”.

En ese contexto se tiene que reconocer, dijo, que una cosa es levantar un muro, como lo indica una orden ejecutiva del presidente Donald Trump, y otra crear una política migratoria racional, una estrategia pacífica que se ha tenido oportunidad de diseñar en los últimos 25 años y que no se ha hecho, en parte, por Estados Unidos, simplemente por cuestiones políticas sin mérito empírico.

En esta política, precisó el miembro correspondiente de la Academia Mexicana de Ciencias, se tienen que considerar una “regularización” para los 6.2 millones de mexicanos que están en Estados Unidos y no cuentan con documentos, una especie de ordenamiento laboral para que las y los trabajadores puedan ir y regresar a México. Otra acción debería estar orientada en regularizar a todas las personas que no nacieron en territorio estadounidense pero que llegaron a él siendo o muy jóvenes o niños junto con sus padres.

“La histeria que ha causado la política antiinmigrante del actual presidente Donald Trump, especialmente agresiva en su frontera con México, es seria, pero con la misma seriedad nosotros como científicos nos estamos oponiendo y vamos a continuar confrontando esta política no racional con narrativas empíricas y datos objetivos públicamente desarrollados”, manifestó el antropólogo social, quien subrayó que “cuando decimos que estamos trabajando en ello, quiere decir que se apoyará a los estudiantes, no documentados como documentados y sus familias. Nuestra meta primaria es la educación, la preparación, y el desarrollo intelectual y científico, porque ahí está la fuerza de nuestra gente”, apuntó.

Indicó que como académico tiene el objetivo de crear una estructura de beneficio para esta generación y todas las generaciones que sigan. “Nosotros hemos estado luchando desde los movimientos chicanos desde 1970 y este movimiento, que incluye a nuestra población indocumentada y documentada, no va a cambiar”.

En ese sentido, Vélez Ibáñez sostuvo que como investigador su trabajo seguirá en la búsqueda de los patrones que beneficien a esta población, crear fuentes académicas, de educación, de bienestar para que las comunidades de inmigrantes tengas su máximo éxito.

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