Las zonas muertas se expanden con el calentamiento de las aguas costeras


STRI/DICYT El 94% de las zonas muertas marinas del mundo se encuentran en regiones donde se espera que su temperatura aumente al menos 2 grados centígrados para finales de siglo, según un reciente informe del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales y el Centro de Investigación Ambiental Smithsonian publicado en Global Change Biology.

Las zonas muertas se forman en aguas donde el oxígeno se desploma a niveles demasiado bajos para que los peces, cangrejos y otros animales sobrevivan. Las mayores zonas muertas en el Golfo de México y el Mar Báltico pueden cubrir más de 20,000 kilómetros cuadrados de fondo marino. El número de zonas muertas en todo el mundo está creciendo de manera exponencial, duplicándose cada década desde los años 60.

El principal culpable es la proliferación masiva de algas, que extraen oxígeno del agua cuando respiran o se descomponen. Los brotes de algas se forman a partir de un exceso de esco rrentía de nutrientes como el nitrógeno y el fósforo, muy utilizados como fertilizantes. Pero el cambio climático podría agravar el problema.

“Nuestro estudio es el primero en considerar más de una docena de efectos directos e indirectos del cambio climático en las zonas muertas, y sugiere que hemos subestimado su contribución al creciente problema de estas y los efectos sobre la vida marina”, comentó Andrew Altieri, autor principal del estudio y ecólogo del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales.

“Las zonas muertas tienen un gran impacto en la vida en las zonas costeras de todo el mundo”, comentó Keryn Gedan, co-autora y ecóloga marina en el Centro Smithsonian de Investigaciones del Medio Ambiente y la Universidad de Maryland. “Una gran cantidad de personas viven en la costa y están experimentando más muertes de peces y más brotes de algas nocivas. Estos son los efectos de las zonas muertas que tienen un impacto en nuestras vidas”.

Altieri y Gedan analizaron una base de datos de más de 400 zonas muertas en todo el mundo que luego superpusieron en un mapa de las anomalías de la temperatura anual que se espera que sucedan en cada región. En un escenario de término medio, el 94 por ciento de las zonas muertas son áreas donde se espera que la temperatura aumente por 2 grados C o más para el 2099. Luego hicieron una revisión exhaustiva de la literatura, sintetizando la información de muchos campos para predecir cómo los diferentes efectos del cambio climático podrían trabajar juntos para impactar las zonas muertas.

Las aguas cálidas tienen menos oxígeno, explican los autores del artículo, permitiendo que las zonas muertas se formen más fácilmente. Cuando las temperaturas aumentan, los animales marinos necesitan aún más oxígeno, cosa que el océano es menos capaz de proporcionar.

Además, el aumento de las temperaturas previenen la mezcla de las aguas que puede mantener a las zonas muertas en jaque. Las zonas muertas en el fondo del mar pueden disiparse si las aguas de la superficie se hunden, inyectándoles oxígeno fresco desde arriba. Pero ya que las aguas más cálidas flotan, esta cinta transportadora que da vida se detiene.

El aumento del nivel del mar da lugar a la expansión de las bahías y estuarios, elevando el volumen total de agua susceptibles a bajos niveles de oxígeno y también pueden destruir los humedales. Los humedales son una de las mejores defensas contra las zonas muertas, ya que filtran el exceso de contaminación por nutrientes que alimenta la proliferación masiva de algas.

Altieri y Gedan descubrieron sólo un posible impacto positivo del aumento de las temperaturas: Debido que el metabolismo de los animales despunta bajo temperaturas más altas, pequeños crustáceos, como los copépodos y otros zooplancton se pueden comer los brotes de algas que crean las zonas muertas en primer lugar. “Vemos algunos casos en que la proliferación de algas es menor que en años más cálidos, debido a que los herbívoros son capaces de controlar las algas mejor”, comentó Gedan. Sin embargo, agregó, que no está claro cómo va a interactuar con los otros efectos del cambio climático que han presenciado.

Altieri sugiere que hay una lección importante que aprender de su estudio: “Hay una gran cantidad de inercia cuando se trata de cambio climático global, pero podemos contrarrestar los efectos del clima en las zonas muertas mediante el control local de la contaminación por nutrientes.”

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