Especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) realizaron un rescate arqueológico al sur de Veracruz, en un asentamiento que podría tener hasta 2,000 años de antigüedad, donde encontraron 30 entierros prehispánicos acompañados de ofrendas y una gran cantidad de restos animales y fósiles. En el lugar también se localizaron una estructura piramidal y un taller de ladrillos, este último con características del sitio maya de Comalcalco, en Tabasco.

Alfredo Delgado, arqueólogo del INAH y responsable del rescate en el municipio de Jáltipan, informó que en el lugar se construían bodegas de coque (derivado del petróleo), por lo que se procedió a una inspección del sitio. A las excavaciones se sumaron las arqueólogas Marisol Cortés Vilchis y Abigail Gómez González.

Al hacer la revisión de la superficie se halló muy poco material, por lo que los arqueólogos empezaron a excavar hasta una profundidad de 80 centímetros. Ahí se encontraron gran cantidad de restos óseos acompañados de ofrendas que contenían huesos de animales, cuentas de jade, espejos —probablemente de pirita— y figurillas de origen teotihuacano, maya, nahua, popoluca y de la cultura de Remojadas (del centro de Veracruz), por lo que de inmediato se procedió al rescate de los materiales.

Se podría tratar de un santuario donde la gente de los alrededores sepultaba a sus difuntos, o bien una especie de mercado o centro rector en el que confluían diversas culturas, cuya ocupación pudo darse desde principios de nuestra era hasta 700 d.C.

“Con los análisis podremos ver si este sitio —que se encuentra frente a la pirámide localizada— era multicultural, como lo indica el material encontrado o si todos corresponden a un mismo tipo genético; también, quizás estemos ante un mercado, con un pueblo de origen común, al que llegaban elementos de comercio de diferentes regiones, pero eso se determinará con estudios de ADN”, afirmó el arqueólogo.

Al respecto, Alfredo Delgado abundó que la antropóloga física Geraldine Granados, quien colabora con el INAH-Veracruz, analizará el tratamiento mortuorio que se les dio a las osamentas. “También tenemos que ver si tienen deformación craneana, mutilación dentaria, y así sabremos si fueron de la alta jerarquía, pero hay que esperar por lo menos tres meses para conocer los resultados. Lo único que se sabe hasta el momento es que de los 30 entierros, dos por lo menos pertenecen a infantes”, detalló el arqueólogo.

Los enterramientos encontrados en Jáltipan, abundó, estaban acompañados por cornamentas de venado, huesos de cánidos (que podrían ser perros o coyotes) y restos de venados, peces y aves, los cuales pudieron ser acompañantes de los difuntos en su camino al inframundo, de acuerdo con la cosmogonía mesoamericana.

“El rescate tiene un gran valor no sólo por el número de osamentas halladas, sino por los fósiles que aparecieron, y que en algún momento se trajeron del centro del país, pues en la región no hay vestigios de ese tipo. Encontramos huesos largos y dientes muy grandes que quizá son de camélidos o de rinocerontes enanos prehistóricos, dientes fosilizados de tiburón, seguramente del tipo megalodón —extinto hace más de 10 mil años—,  y de tiburón tigre, aún existente en los mares”, detalló el arqueólogo Delgado.

Asimismo, en una loma contigua, donde se hallaron los entierros, se detectó una pirámide recubierta con piedra caliza que tenía dentro una subestructura del tipo maya o Tajín, es decir, construida con lajas de piedra.

La pirámide —de 12 metros de altura y de 60 de largo por 25 metros de ancho encontrada en Jáltipan— cobra relevancia porque es la primera vez que descubren estructuras de piedra en el sur de Veracruz. “Se pensaba que aquí nada más eran de tierra apisonada. En los 500 sitios registrados en esta parte del estado, sólo en Los Tuxtlas y en la Sierra de Santa Marta se han localizado monumentos con piedra bola, pero en este caso son lajas de piedra arenisca muy bien trabajadas”.

El arqueólogo Alfredo Delgado detalló que durante el rescate también se ubicó un taller de ladrillos estilo Comacalco (Tabasco), algo raro en la región, pues esa ciudad se localiza a 120 kilómetros de Jáltipan. Además los restos de ladrillos encontrados tienen el mismo tipo de figurillas esgrafiadas que se usaban en aquella ciudad maya.

De manera preliminar, se sabe que el sitio pudo haber tenido una ocupación desde principios de la era cristiana hasta 600 o 700 d.C., por el tipo de material encontrado en las ofrendas.

“Tenemos elementos olmecoides, como cerámica bicroma, figurillas y vasijas, como tecomates. También encontramos figurillas de ojos punzonados, de la fase terminal de Tres Zapotes, esto daría un primer fechamiento correspondiente al siglo I de nuestra era, y tenemos vasijas teotihuacanas con decoración en grano de café, que nos ubica a fines del periodo Clásico Temprano (400 d.C.)”, destacó el arqueólogo.

El especialista concluyó que una vez hecho el rescate arqueológico de los entierros, se liberó el lomerío para que se terminaran las bodegas, pero el sitio donde se ubican la pirámide y los talleres de ladrillo se protegió y será un área de reserva dentro de la nueva planta de coque.

 

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