Una nueva investigación ha revelado relaciones sorprendentes entre los microbios que tiene un animal y su comportamiento, según un artículo de la ecóloga Vanessa O. Ezenwa y colegas de la Universidad de Georgia.

Este estudio surge del interés de Ezenwa, profesora de la Universidad, particularmente en el departamento de enfermedades infecciosas del Colegio de Medicina Veterinaria, así como de los coautores, de probar la teoría de que los microbiomas, es decir, microorganismos que se encuentran en los animales de forma benéfica, afectaban su comportamiento.

Según Ezenwa, los estudios de estas interacciones normalmente se realizaban en los patógenos, o microbios que provocan infecciones y daño en los animales, pero poco se sabía acerca de los microorganismos benéficos o los microbiomas del animal, pero gracias a diversos estudios se ha iniciado a explorar estas conexiones.

“Sabemos que en primera instancia, el comportamiento de los animales tiene un papel importante en la instalación de microbiomas. Y una vez que estos se instalaron en el animal, tienen la capacidad de influenciar la conducta del huésped de muchas maneras, con consecuencias de largo alcance”, dijo la profesora.

Por ejemplo, los abejorros obtienen los microbios que necesitan de las interacciones sociales con sus parejas, incluyendo el consumo de sus heces, una forma común en la que los animales adquieren microbios. Con las iguanas verdes pasa algo parecido, cuando primero comen sus alimentos de la tierra o consumiendo heces de iguanas adultas, y así existen otros ejemplos.

“Hay muchas conductas por parte de los animales que les permiten obtener diferentes microorganismos  que necesitarán en diferentes puntos de sus vidas”, dijo Ezenwa.

Sin embargo, en respuesta, los microbios influencian una amplia gama de comportamientos, incluidos los de alimentación, apareamientos y en las interacciones cazador-presa. Un estudio reciente encontró que las moscas de la futa prefieren aparearse con machos que tengan un microbioma similar al suyo, o que los mosquitos de la malaria se sienten menos atraídos a los humanos con una mayor diversidad de microbios en la piel, posiblemente porque algunos microorganismos producen químicos que repelen a estos mosquitos.

Ezenwa ha realizado otros estudios en los que se asocia la depresión y la ansiedad en ratones por la presencia de ciertos microbiomas en los intestinos, debido a que algunos de estos tienen un papel importante en la regulación de funciones neuronales, que originan comportamientos particulares.

Asimismo, como parte de su investigación, se enfoca en determinar cómo las conductas sociales e interacciones entre los organismos favorecen la adquisición de ciertos microbiomas y patógenos.

La investigadora concluye que hará falta una combinación de perspectivas experimentales y moleculares para responder las preguntas sobre la compleja relación entre microorganismos y conductas animales.

Este es un tópico emergente que vale la pena investigar, para entender estas relaciones y en un futuro ayudar a diagnosticar qué microorganismos viven en un animal con la observación de su conducta.

 

Referencias:

 

V. O. Ezenwa, N. M. Gerardo, D. W. Inouye, M. Medina, J. B. Xavier. “Animal Behavior and the Microbiome”. Science.

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