Los sedimentos de los ríos son una reserva dinámica de contaminantes

Río Deva a su paso por Deba (Guipuzcoa). / Wikipedia


Los metales son contaminantes que deben ser controlados, con el fin de obtener una visión completa de la situación de la calidad de los sistemas acuáticos, debido a que persisten en el medio ambiente.

Aunque los sedimentos actúan como sumidero de contaminantes, estos también pueden actuar como fuente bajo ciertas condiciones ambientales, como cambios en la composición del agua o movimiento de los sedimentos debido a una crecida.

El Grupo de Hidrología y Medio Ambiente de la  Universidad del País Vasco (UPV/EHU) ha realizado una investigación en el río Deba y sus afluentes, para valorar la influencia de los aportes antropogénicos y el efecto que tienen las grandes crecidas en la distribución de los metales asociados a los sedimentos.

Es importante conocer la distribución de los contaminantes en las fases soluble (agua) y particulada (sedimentos) de los ríos, distribución que viene condicionada en gran medida por la materia orgánica. Según explica Estilita Ruiz, investigadora del grupo, «en el momento en que hay un cambio, ese metal contenido en los sedimentos puede pasar de la fase particulada (asociada al sedimento) a la parte soluble (al agua), y así aumenta el riesgo medio ambiental –el riesgo para los seres vivos–».

La cuenca del río Deba fue seleccionada por ser una de las cuencas más contaminadas de Gipuzkoa. Está afectada por un fuerte desarrollo industrial y poblacional, y su consecuente aporte de grandes cantidades de efluentes industriales y municipales. Otro factor considerado en este estudio fue la movilización de gran cantidad de sedimentos durante la construcción de infraestructuras de transporte, debido a que eran susceptibles de ser arrastrados por precipitaciones de gran intensidad.

¿Qué hay en los sedimentos de fondo?

Además de analizar las variaciones de los contaminantes a lo largo del cauce del río Deba y sus afluentes (Ego y Oñati) desde la cabecera hasta la desembocadura en los años 2011 y 2012, los cambios producidos en esta cuenca durante estos dos años –tanto en lo que respecta a la gestión de aguas residuales, como a obras realizadas en el entorno, o crecidas acaecidas en ese periodo de tiempo– han llevado al grupo a establecer las diferencias entre los muestreos de dos años hidrológicos diferentes.

La recogida de sedimento fino a lo largo del cauce del río, así como su posterior análisis en el laboratorio, han permitido evidenciar que la principal fuente antropogénica de materia orgánica y metales son los efluentes industriales y municipales no tratados o parcialmente tratados. Esto se refleja en la elevada carga orgánica hallada en los sedimentos del arroyo Ego, el cual recibía hasta el 2014 las aguas residuales no tratadas del municipio de Ermua.

Por otra parte, el trasvase de los efluentes orgánicos del municipio de Oñati a la depuradora de Epele en 2012 ha tenido un efecto beneficioso en la calidad de los sedimentos, ya que presentan una marcada disminución de su carga orgánica y, consecuentemente, de los metales asociados a estos complejos orgánicos. Esto supone una menor disponibilidad de estos metales para el medio acuático y, por tanto, una disminución de la toxicidad potencial para la vida acuática.

Aparte de las aguas residuales, existen unas cien empresas de mediano y gran tamaño que aportan efluentes ricos en metales, entre las cuales se encuentran fábricas de galvanizado, metalurgia y fundición. Los metales que aportan dichas industrias se encuentran en las fracciones que son más susceptibles de ser liberadas al medio acuático si las condiciones fisicoquímicas del río cambian.

De hecho, condiciones de flujo turbulento, como las generadas durante los episodios de crecidas, podrían favorecer la movilidad y liberación de los metales asociados a estos sedimentos. Por todo ello, estos metales deberían ser controlados durante estos episodios.

Finalmente, han concluido que en la cuenca del río Deba existe un claro incremento de la concentración de materia orgánica y metales desde la cabecera a la desembocadura, «lo que evidencia la relativa naturaleza no contaminada de los arroyos de cabecera frente a la alta contaminación de origen antropogénico en la parte media y baja de este río –explica la investigadora–.

Los altamente contaminados sedimentos del arroyo Ego reflejan lo lejos que éste se encuentra de las condiciones óptimas de calidad que debe presentar un curso de agua superficial. Además, se ha observado que dicho arroyo tiene un impacto negativo sobre la calidad de las aguas del río Deba, en el cual éste desemboca».

Referencia bibliográfica

M. Martínez-Santos, A. Probstb, J. García-García, E. Ruiz-Romera. ‘Influence of anthropogenic inputs and high-magnitude flood event on metal contamination pattern in surface bottom sediments from the Deba River urban catchment’. Science of the Total Environment (STOTEN) 514, 10-25. 2015.

(UPV/EHU)

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