Las ventajas de alimentar a los recién nacidos con leche materna son ampliamente conocidas; sin embargo, por múltiples factores en México sólo 14 por ciento de los menores de seis meses son alimentados mediante la lactancia materna, informó la maestra María del Pilar Torre, profesora-investigadora del Departamento de Atención a la Salud de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

La académica de la Unidad Xochimilco dirige desde hace varios años el proyecto de investigación Alimentación infantil, una aproximación desde la epidemiología sociocultural, con el cual se analiza la alimentación infantil, ya que “en México representa un problema que adquiere cada vez más importancia”, debido a que desde las edades tempranas se inician trayectorias que “nos han llevado a convertirnos en uno de los países peor alimentados del mundo, a pesar de contar con una de las mejores cocinas”.

Uno de los problemas en los que el grupo de investigación ha puesto mayor énfasis es en el de la lactancia materna, ya que esta práctica, como forma de alimentación de los bebés “ha pasado a la historia”, pues sólo 14 por ciento de los bebés menores de seis meses se alimentan de esta manera. Debido a diferentes factores que van desde una cuestión de moda hasta la imposibilidad de la madre de producir leche o  problemas de horarios de trabajo, entre otros.

Existen otras formas de alimentar a los bebés mediante sucedáneos de leche materna, mejor conocidos como fórmulas; sin embargo, “no están bien descritas todavía por la epidemiología”, porque en los análisis epidemiológicos generalmente se pregunta sobre la lactancia materna y no sobre otras formas de alimentación.

Lo cierto es que “se están utilizando productos no muy adecuados para la alimentación infantil, y se tienen evidencias de que en etapas tempranas los niños padecen trastornos como la obesidad”, porque desarrollan un gusto excesivo por alimentos dulces, grasosos y fáciles de masticar y tragar, y en esto radica el inicio de una trayectoria que a la larga nos va a dar el panorama general catastrófico de la alimentación en México, pues aunque se hacen intentos “no hay políticas dirigidas a resolver esta problemática”.

Señaló que en el caso de los bebés, la Organización Mundial de la Salud propone la lactancia materna, complementada después con alimentos tomados de la dieta familiar en cantidad y calidad necesaria hasta bien entrado el segundo año de vida. La leche materna es casi un tejido vivo que contiene una gran cantidad de factores favorables para el desarrollo y para la salud de los infantes que las fórmulas no tienen.

No amamantar significa dejar al niño sin la protección frente a agentes patógenos, de la barrera intestinal, o algunos relacionados con el desarrollo de bacterias favorables para el organismo “que obviamente la leche materna y las fórmulas no tienen”. Aunque se ha tratado de adicionarle algunos elementos nutritivos, nunca va a ser igual a la leche materna.

Y aunque se sabe que amamantar es lo más recomendable, la realidad es que la madre se enfrenta a una serie de impedimentos de todo tipo. Por ejemplo, se asume que las mujeres por el hecho de ser mamíferas producen leche, cuando se trata de un proceso fisiológico de alta complejidad neurohormonalmente regulado, independientemente de todos los obstáculos de tipo laboral, económico o social alrededor de la decisión de amamantar o no.

En ámbitos donde no hay suficientes recursos económicos y no está instalada la lactancia como forma de alimentación, es posible que se recurra a otros sustitutos que ya no son los sucedáneos de leche materna, sino simplemente leche Liconsa. Por otro lado manejar biberones no es tarea fácil, pues es necesario tener el conocimiento suficiente y garantizar la higiene en el proceso de prepararlos.

La maestra María del Pilar Torre señaló que el tema de la alimentación infantil tiene que ser sacado del ámbito de lo privado y llevarlo a la discusión pública, pues en México tienen lugar casi dos millones y medio de partos al año, por tanto es un problema de “mucha gente”, es un asunto de salud pública que tiene alcances en el corto, mediano y largo plazos.

Es necesario también un debate social, porque a pesar de que se sabe de las ventajas de amamantar, “hay una censura social hacia la mujer que lo hace”, pues la práctica se vincula con la pobreza: “quienes amamantan son pobres” y de marginalidad social. Es muy difícil amamantar en público, porque pareciera que el mensaje es “si quieres amamantar a tu hijo quédate en tu casa, porque públicamente lo que se ve bien es alimentar con biberón.

Hay muchos mensajes contradictorios en torno al tema y por eso “pretendemos abordarlo, desentrañando todos esos imaginarios”, en los distintos ámbitos, el de las parejas, las familias y el personal médico, entre otros. 

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