Los dioses primordiales de Mesoamérica celebran a uno de los museos más importantes del mundo, el Nacional de Antropología (MNA), que llega a sus 48 años de existencia este mes de septiembre; más de dos millones de visitas al año, entre público nacional y extranjero, confirman que es el recinto por excelencia que identifica a México, dentro y fuera de sus fronteras.

Alfonso de Maria y Campos, director general del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), inauguró la exposición Los dioses de barro, que reúne nueve esculturas de deidades prehispánicas, todas ellas de gran formato, realizadas con dicho material que el hombre mesoamericano descubrió hace más de tres mil años.

Las obras maestras del México Antiguo, que se pueden admirar en el espacio de la Media Luna, en el vestíbulo del museo (Reforma y Gandhi, Bosque de Chapultepec), proceden de las propias colecciones del MNA, así como de los recintos del Templo Mayor y de Antropología de Xalapa, de manera que representan a diversas culturas, como la mexica, zapoteca, maya y totonaca.

Los dioses de barro, exposición curada por Matos Moctezuma y Diana Magaloni, directora del MNA, se presenta a manera de un cosmograma, a partir de los cuatro rumbos en que se dividía la superficie de la Tierra, de acuerdo con el pensamiento mesoamericano, más el centro, el axis mundi, que comunicaba las tres regiones del cosmos: agua primordial (inframundo), superficie de la tierra (donde ocurren los eventos humanos) y cielo (la región superior).

En esta muestra —que permanecerá hasta el 20 de octubre— se observa en la región poniente a las diosas Tlazoltéotl y Cihuatetéotl, por ser ellas las acompañantes del sol en su descenso al inframundo; mientras, Xipe Tótec y K’inich Ajaw, dios solar maya, se encuentran al sur, región que muestra al astro en todo su esplendor, y que se asociaba con el triunfo de los guerreros en batalla.

Macuilxóchitl y el Dios zapoteco de la máscara bucal de serpientes, se encuentran al oriente por ser deidades vinculadas con la regeneración e inicios, y estar asociadas con el surgimiento de Venus como estrella de la mañana. En la región norte, el lugar más oscuro y profundo del inframundo, gobernaban Mictlantecuhtli y el Guerrero de la muerte, que también forman parte de Los dioses de barro.

Al centro de la exposición, como guardián del equilibrio universal, se halla una de las representaciones más logradas de Huehuetéotl, dios del Fuego Viejo, perteneciente a la cultura totonaca y realizada entre 650 y 900 d.C., aunque la veneración en Mesoamérica al patrón del fuego y abuelo de los dioses, se puede rastrear desde 1800-100 a.C.

Estas obras de gran formato —la mayor de ellas es la representación de Mictlantecuhtli con 1.76 m de altura—, “poseen una estética poderosa”, manifestó Diana Magaloni, directora del MNA; este impacto visual que generan en el espectador, las hace totalmente vigentes pese a que fueron realizadas entre 200-1521 d.C., es decir, algunas tienen cerca de mil 800 años.

Los dioses de barro puede visitarse de martes a domingo, de 9:00 a 19:00 horas. Media Luna del vestíbulo principal del Museo Nacional de Antropología. Entrada libre al público en general. 

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