Benito Muros, presidente de la compañía OEP Electrics con sede en Barcelona (noreste de España) es el artífice de este invento revolucionario y también de la creación de un equipo de investigadores con una filosofía propia, y de la que participan sus 35 trabajadores más los 22 ingenieros que la han hecho posible.

La obsolescencia programada (programación de la vida útil de un producto) es la que tienen la mayor parte de los artículos y por la que, desde su fabricación, deben dejar de ser útiles en un tiempo límite. El equipo de OEP Electrics está en contra de esta forma de fabricar los productos que ha hecho posible el eslogan ‘Comprar, tirar, comprar’”. De ahí el empeño de este equipo por conseguir una bombilla para toda la vida.

El presidente de OEP explica que “es una bombilla fabricada con tecnología LED (diodo emisor de luz), eso quiere decir que permite un ahorro con respecto a la tecnología incandescente de un 92 por ciento en la factura eléctrica y de un 68,42 por ciento con respecto a la tecnología fluorescente o de bajo consumo habitual. Está basada en unos materiales fabricados de una forma determinada, que hace posible que no tenga ‘obsolescencia programada’. La garantizamos por 25 años, aunque puede durar de por vida. No tiene límite”.

 

LA BOMBILLA QUE ENCENDIÓ LA LUZ.

 

El motivo de inspiración para Muros fue la famosa bombilla que cuelga en el cuartel de bomberos de Livermore, California y que lleva 111 años brillando sin haberse apagado por sí sola ni una sola vez. Se encendió por primera vez  en el año 1901 y está incluida en el libro Guinness de los récords por ser la bombilla más resistente y duradera de la historia.

Muros recuerda que “en el año 1999, me llamó mucho la atención la existencia de esa bombilla que ya llevaba en esa época casi cien años encendida. En aquél momento pude hablar con algún descendiente del que la fabricó y, aunque no pudo darme muchos datos de cómo lo hizo, sí pude obtener las claves para empezar la investigación”.

Lo que sorprende de esa bombilla es, además, el hecho de que desde que se creara, a principios del siglo XX, no se haya vuelto a fabricar ninguna otra que, por lo menos, la emule en resistencia. Para el empresario las razones son muy claras:.

“Guardaron el secreto o le pagaron al creador que la fabricó para que no la sacara al mercado porque, de hecho, nunca se llegó a vender y solo quedó esa unidad. Años después salieron otras patentes con bombillas que podían durar 80 o 100 años, pero tampoco llegaron a salir al mercado. Esto quiere decir que, técnicamente, se puede hacer si se tiene voluntad y no se quiere uno lucrar con la venta de bombillas”.

Las ambiciones con esta bombilla, que ya se está comercializando, son humildes y están dirigidas al consumo diario. Como explica Muros, se trata de “una bombilla standard, equivalente a 60 watios de la tecnología antigua, que en nuestro caso se convierte en un consumo de 6 watios y cuesta 25 euros (33 dólares), es decir, es un 35 por ciento más económica que las que hay en el mercado con obsolescencia programada de tecnología LED, y es un poco más cara que las de bajo consumo de alta gama”.

La explicación técnica que hace a estas bombillas duraderas y ecológicas, la resume su creador de la siguiente forma:.

“El hecho de que no se fundan nunca es porque en su fabricación no utilizamos hierro carbónico sino que eliminamos el carbono de los componentes electrónicos, y también suprimimos el oxígeno. Después le añadimos dos materiales más que los compactamos a muchos más grados de los que tendrá que soportar en toda su vida útil, de tal manera que se llegan a juntar de tal manera las moléculas, que no permiten las típicas microrroturas que hacen que exista una dispersión de electrones y lleguen a fundirse”.

El uso generalizado de esta bombilla, además ayudaría a limitar las emisiones de dióxido de carbono (CO2), causantes del efecto invernadero.

Como subraya Muros, “estas bombillas emiten un 70 por ciento menos de CO2 a la atmósfera, no se calientan y no se reciclan. En la actualidad ofrecemos una garantía de 25 años, pero si obtenemos una tecnología más eficiente, a partir de los cinco años volveremos a recomprar las bombillas al 20 por ciento de lo que se pagó en su momento. Y como estarán como el primer día, hemos llegado a un acuerdo con varias ONG para trasladarlas al Tercer Mundo, porque son las únicas bombillas del mundo que están fabricadas para que se puedan utilizar igualmente en África, en Latinoamérica, en EE.UU., en Asia o en cualquier parte de mundo, ya que funcionan en una banda entre los 85 y 265 voltios”.

 

LA FILOSOFÍA DEL MOVIMIENTO “SOP”.

 

Ante la posibilidad de que esta bombilla tan especial pueda incitar a otros fabricantes a competir en el mercado con productos de similares características, Muros no se inquieta, sino todo lo contrario:.

“Esa es nuestra ilusión. La ilusión de las 32 personas que componemos el equipo más los 22 ingenieros que han trabajado en este proyecto. En nuestra página web se puede leer la filosofía del movimiento ‘SOP’ (sin obsolescencia programada), con la intención que muchas personas se unan a este esfuerzo porque, al final, las grandes cosas las cambian las gente de a pie. Si mucha gente se une, muchos fabricantes tendrán que cambiar su mentalidad, dejar de producir con obsolescencia programada y fabricar como nosotros lo hacemos, con una tecnología que se puede aplicar a otros aparatos electrónicos como frigoríficos o lavadoras, entre otros”.

Son varias las empresas y entidades que se han interesado por su compra, desde ayuntamientos de la zona hasta hoteles, y concesionarios de automóviles. Pero, indica Muros, “los particulares solo pueden comprar pequeñas cantidades a través de nuestra página web, ya que los distribuidores tradicionales prefieren seguir vendiendo las que se funden. Ahora estamos homologando distribuidores, porque queremos que éstos compartan la filosofía ‘SOP’ de la empresa y trabajen de acuerdo a ella”.

Para el empresario y su equipo de trabajo, la obsolescencia programada ha contribuido a esquilmar los recursos de la naturaleza y ha generado profundas diferencias entre los países desarrollados y el Tercer Mundo.

“Si fabricamos artículos de larga duración, que no se tengan que tirar ni reciclar, contribuiremos a mejorar el medioambiente. Nos gustaría que otros fabricantes se apuntaran a esta idea”, argumenta Muros.

También  anuncia el empresario que “el departamento de imagen ya está trabajando para que, dentro de unos diez o doce meses, podamos sacar un frigorífico con la misma tecnología, sin obsolescencia programada”.

Los motivos que han llevado a este grupo de personas a embarcarse en la fabricación de la bombilla se basan en el convencimiento que, subraya Muros: “el origen de la crisis actual se encuentra en esta forma de producción. Estamos acostumbrados a un derroche absoluto que, además de cargarse el planeta, nos obliga a que, cuando acabamos de pagar una cosa, ya se nos ha estropeado y tenemos que comprar otra de lo mismo. Yo creo que el camino más adecuado es cambiar ese sistema de producción. Por  lo menos, nosotros, hemos puesto este grano de arena”.

Los comentarios están cerrados.