Intercambio universitario- UdeG

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La educación superior y la ciencia en México requieren una estrategia nacional para el establecimiento de redes internacionales a partir de una visión que permita gestionar de mejor forma la producción, la circulación, la transferencia y la aplicación de conocimiento, y enfrentar los desafíos globales, sostuvo el doctor Edgar Góngora Jaramillo, profesor de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), en la Rectoría General de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

 

En la ponencia Redes, colectivos y asociaciones para la internacionalización de la educación superior en México enfatizó que deben priorizarse el impulso de las capacidades nacionales y la generación de vínculos con instituciones de Asia y otras regiones del mundo, con el objetivo de crear correlaciones de fuerza científica, lo que además fomentaría la participación de la inversión privada en el desarrollo de innovaciones tecnológicas.

 

“No contamos con instrumentos de planeación y hemos mantenido una actitud reactiva frente a los escenarios mundiales, dando mayor énfasis a lo que sucede en Estados Unidos, por lo que si contamos con metas y objetivos claros que respondan a problemáticas globales podremos pensar en hacer aportes útiles”, mencionó al participar en el Foro Hacia una internacionalización endógena de la educación superior: Los temas de la agenda.

 

La definición de esos objetivos precisos permitiría encauzar el diseño de líneas de acción y lograr procesos de aprendizaje más rápidos, refirió en la actividad organizada por el Consejo Regional del Área Metropolitana (CRAM), la UAM, la Red sobre Internacionalización y Movilidades Académicas y Científicas (RIMAC) y el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav),

 

La internacionalización, precisó Góngora Jaramillo, es una herramienta para el logro de objetivos nacionales y no debe ser entendida como un fin en sí mismo.

 

El doctor German Álvarez Mendiola, académico del Cinvestav, Sede Sur, explicó que desde 1990 comenzó un fenómeno de proliferación de grupos corporativos que ofrecen alternativas de educación superior de carácter privado, lo cual responde ante todo a una situación interna de competitividad laboral y académica.

 

No puede decirse que sea una forma trasnacional, sino simplemente inversionistas que siguen los mismos patrones de negocios que cualquier otro sector comercial y aunque “son opciones de baja calidad están adquiriendo mayor poder en la escala estatal, lo cual abre un debate en torno a la oligopolización educativa”, manifestó en la conferencia Comercio educativo y provisión transnacional de servicios educativos.

 

En posgrado ha cobrado mayor importancia el crecimiento de esas corporaciones ya que hacia 2015 se observó que abarcaban más de la mitad de la matrícula de estudiantes que cursaba una maestría y cerca de 40 por ciento en doctorado, lo cual “responde a una ausencia de una política pública general enfocada en ese nivel académico, dejando una puerta abierta para que los empresarios obtengan grandes márgenes de utilidad”.

 

En el año 2000 se calculaban 525 mil alumnos estudiando en el nivel superior en alguno de esos conglomerados y en 2015 esa cifra aumentó a un millón 200 mil jóvenes; esas instituciones se han regionalizado y ubicado en las periferias de las grandes ciudades, colocándose como uno de los sectores con mayor poderío económico al ubicarse en el lugar 26 en la generación del Producto Interno Bruto (PIB) del país.

 

El doctor Juan José Ramírez Bonilla, investigador del Centro de Estudios de Asia y África de El Colegio de México, insistió en que tras la toma de poder de Donald Trump como presidente de Estados Unidos se ha roto la estrategia gubernamental de integración con la nación del norte, a lo cual se suma el cambio drástico que el ámbito económico sufrió desde 2006 con el inicio de la llamada guerra contra el narcotráfico que generalizó un ambiente de violencia.

 

En la conferencia Diversificar territorialmente la cooperación académica: retos de la colaboración entre las IES mexicanas y las asiáticas, el investigador resaltó que ante esas condiciones externas el país debe apuntar al desarrollo de nuevos vínculos con otras regiones que permitan el crecimiento económico y que desde la academia debería tomar mayor importancia lo relativo al continente asiático.

 

En distintas partes de México hay proyectos de empresas de esa región interesadas en colaborar con las universidades para el desarrollo de medicinas, productos de autopartes inteligentes e hidrógeno como fuente de energía para los automóviles, de modo que este nuevo contexto plantea la necesidad de pensar en vinculaciones menos tradicionales y más del tipo académico-sector productivo.

 

Para lograrlo las instituciones de educación superior deben incluir cada vez más contenidos sobre Asia en cuanto a información general de esa sociedad, así como de carácter específico en áreas de derecho o de contabilidad que habiliten a los egresados a insertarse fácilmente en empresas chinas, coreanas o japonesas que operan en el territorio nacional.

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