En México, la articulación entre la política educativa y cultura está diluida. Su esplendor fue con José Vasconcelos en el periodo posrevolucionario; posteriormente, en los setenta hubo algunos intentos de resaltar ambos sectores. No obstante, desde ese entonces y hasta la fecha están siendo “laceradas” por las políticas neoliberales, opinó María Esther Aguirre Lora, del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

         La investigadora coordinó el seminario “El campo de la historia de la educación. Tendencias emergentes, campos y líneas de investigación”, que se imparte desde el 19 y hasta el 22 de junio en el marco del LVIII aniversario de la  fundación de la Facultad de Pedagogía de la Universidad Veracruzana (UV).

“Para mí hay una articulación que debería ser imprescindible entre política educativa y política cultural. En los años de José Vasconcelos, entre los veinte y cuarenta del siglo pasado, se logró una voluntad política de articular cultura y educación y yo creo que eso se ha diluido, ese es un déficit que tenemos. Sí hay una desarticulación”, pronunció la integrante del IISUE de la UNAM.

Desde Vasconcelos a la fecha, consideró, la política educativa y cultural se ha diluido a causa de la pobreza formativa y de los intereses pragmáticos. A aquellos que están en las cúpulas del Estado, “les falta una visión y mayor compromiso por un desarrollo más amplio de la sociedad”.

Aclaró que en cada gobierno, desde la época posrevolucionaria, sí se han generado avances en materia de educación y cultura; sin embargo, se trata de acciones “desarticuladas”.

Criticó que la educación y la cultura están siendo “atravesadas”, “laceradas” por el mercado y, por consecuencia, desde los gobiernos se emiten “políticas de mercado”.

A decir de Aguirre Lora, desde la etapa de Vasconcelos al frente de la entonces Secretaría de Instrucción Pública, fue hasta el sexenio de Luis Echeverría  Álvarez (1970 a 1976) que se trató de innovar y articular en materia cultural y educación, “pero ahora parecería que los intereses andan por otro lado”.

Destacó que luego de la década de los setenta, los gobiernos se han inclinado hacia la economía del neoliberalismo. Es más, “desde 1999 la UNESCO lanzó un llamado para que músicos, teatreros y bailarines se volcaran a la educación básica, se fortalecieran instituciones culturales y artísticas. Es un llamado que por ahí a abierto algunas cosas, pero faltaría amarrar más”, dijo.

Finalmente, se le cuestionó sobre las actuales movilizaciones del magisterio en algunos estados como Michoacán, Guerrero y Oaxaca –quienes entre otras cosas se manifiestan en contra de la Evaluación Universal y la Evaluación Nacional del Logro Académico en Centros Escolares–, a lo que respondió: “Creo que son muy complejas y dependen del lugar. Yo no dudo que los movimientos sociales tienen un potencial, pero a veces hay distorsión, manipulación o rutina sin que nada se resuelva y afecta todo un proceso”.

A pesar del escenario del país, y la historia de la cultura y educación, opinó: “Hay gente que está en su lugar haciendo lo que tiene que hacer”.

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