El Instituto de Neuroetología de la Universidad Veracruzana (UV) es reconocido a nivel internacional por la calidad e innovación de sus investigaciones, así como por las colaboraciones que realiza.

         Esta entidad académica, dirigida actualmente por Francisco García Orduña, celebra su 20 aniversario con un ciclo de conferencias que se dieron entre el jueves 30 y el viernes 31 de agosto, dictadas por especialistas de talla nacional e internacional en el Museo de Antropología de Xalapa.

Entre ellos se encuentra la doctora Robyn E. Hudson, del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIB) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), así como el investigador Martin Heil, del Departamento de Ingeniería Genética del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (CINVESTAV) del Instituto Politécnico Nacional, con sede en Irapuato.

También los especialistas Horacio Merchant, del IIB-UNAM, Carlos Beyer Flores, del Laboratorio de Biología de la Reproducción CINVESTAV-Tlaxcala, y Gordon M. Burghardt, de los departamentos de Psicobiología, Ecología y Biología Evolutiva, de la Tennesse University, Estados Unidos.

         Cabe destacar que en la actualidad las líneas de investigación del Instituto de Neuroetología, que a su vez dan nombre a los laboratorios con los que cuenta, son Neurofisiología de la Conducta, Neurofarmacología de la Conducta y Biología de la Conducta.

         Los estudios que realizan tanto los académicos como los alumnos de posgrado –pues cuenta con la Maestría y el Doctorado en Neuroetología–, se enfocan al análisis micro, donde se incluye la función celular, la de los tejidos, los órganos y los sistemas; y a nivel macro, analizando individuos, grupos y/o poblaciones de diferentes especies.

         A propósito de las líneas de investigación, Laura Teresa Hernández Salazar, investigadora del Departamento de Biología de la Conducta, comentó que existe una gran diversidad, especialmente a nivel de neurociencias y neuroconductas, entre las que se cuentan el estudio endocrinólogo y conductual de los monos aulladores y arañas.

“El Instituto tiene un reconocimiento internacional por la diversidad de proyectos que se puede ver a nivel de neurociencias y neuroconductas; abarcamos grupos fuertes y grandes de investigaciones que permiten las colaboraciones variadas y de publicaciones en revistas importantes de circulación internacional”, indicó.

Mencionó que la alta productividad que registra el Instituto se debe a la fuerte y consolidada plantilla académica, ejemplo de ello es que tres académicos son Nivel III, dos Nivel II y un grupo importante es Nivel I en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI).

Hernández Salazar es especialista en fisiología digestiva de los animales. En la actualidad, sus investigaciones –como las de otros integrantes del Instituto– se enfocan en los monos aulladores.

 

Individuos híbridos

Pedro Américo Duarte Días, doctor en Etología por la Universidad Autónoma de Madrid e investigador del Instituto de Neuroetología, en colaboración con Liliana Cortés, egresada de la UV e investigadora en la Universidad de Michigan, Estados Unidos, estudian la hibridación de los monos aulladores en México, específicamente en una región del estado de Tabasco.

Explicó que aproximadamente hace 15 años investigadores del Instituto realizaban estudios de la existencia de una zona de contacto de dos especies de mono aullador: mono aullador de manto (Alouatta palliata) y mono aullador negro (Alouatta pigra). A partir de esto, fue que Liliana Cortés, en colaboración con Duarte Días, emprendieron la investigación.

“Queremos entender cómo la complejidad que se generó en esta región, en particular con individuos de dos especies que generaron híbridos que aparentemente son fértiles y que a su vez interactúan con otros individuos híbridos, está afectando las estrategias socio-sexuales en los individuos, porque de manera general en los monos aulladores existen diferencias muy importantes a nivel de la organización social”, compartió.

Cabe aclarar que el mono aullador negro es originario del área de Campeche, mientras que el mono aullador de manto se ubica en Veracruz, y la zona de simpatría está en Tabasco, “es muy amplia y hemos encontrado grupos de una sola especie, grupos mixtos y grupos de algunos híbridos”.

Al preguntarle si se trata de una nueva especie, Duarte Días indicó que no puede considerarse como tal; además, tendría que pasar mucho tiempo en términos evolutivos y registrarse miles de generaciones para que los híbridos presentaran características adecuadas para la supervivencia y mantener la población.

“Tenemos evidencias muy claras de que individuos puros de las dos especies han producido individuos híbridos y que éstos han podido aparearse con otros híbridos y especies puras, se han producido nuevos individuos”, apuntó.

Ante el interrogatorio si los híbridos son producto de la fragmentación y perturbación del medio ambiente en donde habitan las dos especies de monos aulladores mexicanos, el especialista abundó en el tema y dijo que en la exploración realizada en 700 fragmentos de bosque encontraron que ésa podría ser una de las posibilidades por las que se registra la convivencia entre las especies.

“Bajo el supuesto de que los individuos se están quedando sin bosque y se ven en la necesidad de moverse de un bosque a otro para buscar recursos, entonces puede pasar que como cada vez hay menos espacios disponibles se topen los grupos de especies”, mencionó.

Respecto a las diferencias morfológicas entre los individuos híbridos con los otros monos aulladores, expuso que son pocas y la más clara es a nivel de las vocalizaciones. Los monos aulladores tienen vocalizaciones potentes, al tener un aparato fonatario transformado que incluye una caja de resonancia que es una laringe transformada y amplificada, y un hueso hioides más grande y totalmente hueco muy separado de la tráquea.

“Los híbridos presentan características que tienen que ver con los parámetros de las vocalizaciones, las cuales se relacionan con la amplitud, la frecuencia, los intervalos, toda una serie de análisis que se hace y es una parte que está incluida en este proyecto”, puntualizó.

Cabe mencionar que Duarte Días también trabaja en el estudio del comportamiento de primates, específicamente de los monos aulladores ante determinados desafíos ecológicos y sociales. También tiene en puerta un proyecto relacionado con una población que vive en un fragmento de selva en la zona de Catemaco, donde detectará cuáles son las implicaciones de la variación en el estado reproductivo de las hembras sobre su comportamiento y fisiología.

 

El ambiente y la alimentación

Laura Teresa Hernández Salazar y Ariadna Rangel Negrín, experta en endocrinología alimentaria, coincidieron en que la perturbación al hábitat de los monos aulladores ha cambiado su alimentación.

“Los monos tienen mentalizadas áreas donde encuentran alimentos, de repente surgen estos cambios y entonces ya no llegan a estas zonas y tienen que adaptarse a las condiciones”, comentó Hernández Salazar.

“Los animales están enfrentando cambios en su ambiente y les está costando mucho trabajo adaptarse, cuando se enfrentan a esto suben los niveles hormonales, y especialmente del glucocortisol, lo que provoca que se eleven sus niveles de estrés”, compartió Rangel Negrín.

Laura Teresa Hernández explicó que ante el decremento de la cantidad y calidad del recurso alimenticio, los monos han desarrollado estrategias fisiológicas como permanecer inmóvil el mayor tiempo para ahorrar energía o mantener el alimento el mayor tiempo posible en su organismo para extraerle todos los nutrientes.

“Buscan adaptarse de manera rápida a los cambios, pero aquí la incógnita es cuánto podrían aguantar. Lo han sabido moldear a costos altos como mantenerse inmóviles, adoptar posturas específicas y mantener mucho tiempo el alimento, pero obviamente si continúa la destrucción no tendrán manera de modificar y adaptarse”, destacó.

Incluso, dijo, esta perturbación ambiental ha ocasionado que la dieta de estos primates haya cambiado, dado que los investigadores registraron que han incluido algunos brotes que están en el piso, algunas lianas o epifitas: “Tratan de hacer sus mezclas necesarias para mantener su dieta en las mejores condiciones”.

Por otro lado, Rangel Negrín señaló que recientemente han descubierto que los monos que viven en bosques o selvas fragmentadas y más pequeños, con incidencias del humano como tala, cacería o cualquier tipo de ruido, presentan el glucocortisol más alto, así que tendrán más problemas para enfrentarse a los cambios en el ambiente.

“El estrés les ayuda a tener más azúcar en la sangre permitiéndoles estar atentos, pueden correr más rápido y estar alertas, entonces sirve de algo. El problema se presenta cuando todos los días el animal eleva sus niveles de cortisol, si lo hace se está gastando toda la azúcar y presentará debilidad en el cuerpo, empezará a estar más inmuno-deprimido, por lo que se puede enfermar más”, abundó.

Finalmente, las investigadoras mencionaron que estudios realizados en las tres especies de primates mexicanos han demostrado que aquellos que viven en ambientes perturbados tienen niveles crónicos de estrés, en comparación con los que habitan en las grandes reservas de selva.

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