En Veracruz, a partir de 1994 se detectaron y categorizaron ocho nuevas especies de agave, que no se encontraban en registros oficiales, por el trabajo realizado por Miguel Cházaro Basáñez, académico de la Facultad de Biología de la Universidad Veracruzana (UV), junto con otros investigadores.

         Una de estas especies descubiertas por el profesor fue nombrada en honor al notable investgiador Arturo Gómez Pompa, conocido ahora como el Agave gomezpompae Cházaro & Jimeno-Sevilla, oriundo de Veracruz. Gómez Pompa, quien fue mentor de Miguel Cházaro y le brindó consejos para redactar sus primeros trabajos de investigación, así como para su titulo de posgrado.

El agave fue descrito por el cronista novohispano Josep Acosta como la “planta de las maravillas” y en México se han registrado 150 de las cerca de 200 especies a nivel mundial, lo que convierte a nuestro país en un centro de diversidad del género, afirmó.

         El docente participó en el foro académico que se organiza al interior de la Facultad con la ponencia “Estudio florístico y taxonómico de los agaves en el centro de México”, donde expuso sus hallazgos en la entidad y la región que lleva recorriendo por más de tres décadas, las dos últimas ya como investigador de la UV.

         La primera descripción de los agaves la hizo el biólogo Carlos Linneo en 1753 a partir de las muestras que le enviaban sus alumnos, quienes recorrían el mundo y enviaban ejemplares para su clasificación.

         Después las caracterizaciones se hicieron a partir de especímenes cultivados en los jardines botánicos europeos y no en la observación dentro de su hábitat natural, hasta el siglo XX, cuando el botánico Howard S. Gentry visitó México y dedicó 40 años a estudiar el agave, publicando libros en 1972, 1978 y 1982, que sirvieron como base para las investigaciones posteriores.

         Cházaro Basáñez apuntó que las diversas especies de agave en nuestro país se pueden localizar desde los tres hasta los tres mil metros sobre el nivel del mar y sus dimensiones también son variadas, desde los 15 centímetros hasta los dos metros de altura.

         En ese sentido, instó a los universitarios a publicar sus resultados: “Es importante observar, recolectar y revisar los datos, pero lo más importante es escribir los artículos ya que si ustedes quieren trascender y ser conocidos tienen que publicar”.

         La mayoría de los agaves crecen en zonas rocosas y en el caso de Veracruz ha identificado especies en los paredones de las cañadas como la del río Los Pescados en Jalcomulco, el río Filobobos y en la sierra de Chiconquiaco, a donde lo han acompañado alumnos dentro de sus prácticas de campo.

         Para elaborar la taxonomía de ciertas especies ha tenido que esperar hasta ocho y nueve años, tiempo en que ha tardado en florecer la planta a partir de semillas recolectadas en las zonas de observación, por ello el trabajo, advirtió, “puede tomar años de paciencia”.

         Insistió en el hecho de trabajar para presentar los resultados a la comunidad científica, “si ustedes no publican me parece una tragedia; en esta Facultad hay una cantidad brutal de tesis sin publicar, y algunas son muy buenas. Supongamos que hay 200 y de ese total se encuentran publicadas quizá el uno por ciento”.

         Algunos estudiantes consideran que la tesis es una publicación, a lo que les advirtió lo contrario, al igual que una ponencia presentada en un congreso, ambos, precisó, son trabajos inéditos.

         “Una publicación tiene que ser en una revista científica o de divulgación, donde lleve un título, una introducción, metodología, objetivos y desarrollo del tema. Eso es una publicación.”

         Finalmente planteó que hay toda una línea de investigación sin abordar como es la relación biológica de las plantas con otras especies; aunque se sabe que los murciélagos, por la noche, y los colibríes, por la mañana, polinizan a esta planta, no existen trabajos que analicen dicha relación.

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