Investigar nuevas  fuentes de energías alternativas, sostenibles y renovables es ya  un tema recurrente debido al incremento del precio del barril de petróleo y al previsto desabastecimiento en las décadas venideras.

El biodiésel se presenta como una alternativa prometedora dentro del campo de los biocarburantes, aunque su producción pasa generalmente por la utilización de un catalizador químico (sosa o potasa) que acarrea numerosos problemas medioambientales, como el elevado consumo de energía necesario para su producción o la generación de subproductos como la glicerina, que contamina tanto al medioambiente como al propio carburante.

Encarnación Mellado, investigadora del departamento de Microbiología y Parasitología de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Sevilla explica que una forma de conseguir procesos industriales más sostenibles en la producción de biodiésel es sustituir las reacciones químicas por reacciones enzimáticas producidas por microorganismos, lo que se conoce como biocatálisis enzimática. «La biocatálisis enzimática pertenece a la llamada biotecnología blanca, gracias a la cual se consigue realizar estos procesos industriales de forma más sostenible, realizándose de forma natural y a temperatura ambiente», subraya.

El futuro de los carburantes

“Para seleccionar la cepa microbiana capaz de realizar este proceso eficiente de producción de biodiésel hemos tomado numerosas muestras en almazaras, fábricas de conservas de pescado y jamón, etc. ya que ahí viven los microorganismos que tienen las enzimas capaces de realizar esta acción que nos sirve para sustituir la catálisis química por la catálisis enzimática”, añade la profesora e investigadora de la US. “Tras realizar una búsqueda y selección de diferentes cepas microbiana seleccionamos Terribacillus, capaz de llevar a cabo reacciones de transesterificación a partir de aceites, lo que permite, entre otros usos, la producción de biodiésel”.

A través de la transesterificación lo que se consigue es romper las moléculas de aceite para hacerlas más sencillas. Así, se mantiene su estructura química pero se reduce su densidad, con lo cual se obtiene un biodiésel que en los motores resulta mucho más fluido, pudiendo entrar en los conductos, inyección y pistones sin problemas.

“Una cosa está clara”, sentencia el investigador David Cánovas del departamento de Genética de la Universidad de Sevilla, “el petróleo se acaba y debemos buscar energías alternativas para sustituirlo. Creemos que el futuro del biodiésel pasa por utilizar procesos de biocatálisis enzimática ya que es una fórmula mucho más verde que producirlo a nivel industrial”.

El científico cree además que este carburante tiene la ventaja de poder ser utilizado en cualquier motor diésel con un rendimiento energético similar sin que sea necesaria ninguna modificación en la infraestructura existente.

La patente está desarrollada a nivel de laboratorio pero los investigadores insisten en que sería posible llevarla a la industria aumentando la producción de la enzima escalando la reacción.

La Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación (OTRI) de la Universidad de Sevilla, es la encargada de gestionar la protección de los resultados de las investigaciones desarrolladas en la propia institución, así como de negociar los acuerdos de licencia y trasferencia a los sectores productivos interesados en la explotación de estos resultados.

Encarnación Mellado, David Cánovas y Almudena Escobar

Encarnación Mellado, investigadora de la Facultad de Farmacia, y David Cánovas y Almudena Escobar, investigadores de la Facultad de Biología de la Universidad de Sevilla / Clarisa Guerra | OTRIUS.

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