En un estudio de Stanford University Medical Center, enfocado en la respuesta del sistema inmune ante el estrés, se divulga que aunque el estrés crónico es perjudicial para la salud, el estrés a corto plazo puede disparar la respuesta inmunológica positivamente.

En el estudio que el doctor Firdaus Dhabhar y Eric Neri realizaron en roedores, se describe que los sometieron a estrés a corto plazo, a través de la completa inmovilización de sus miembros por un tiempo de dos horas, esto provocó la movilización masiva de diferentes tipos de células inmunes al torrente sanguíneo, que por lo tanto, fortalecieron las defensas de los ratones. Lo mismo sucede con los pacientes que experimentan estrés posoperatorio, que favorece una recuperación rápida y menos susceptibilidad a las infecciones.

La movilización de células inmunes, conocidas como glóbulos blancos, esta orquestada por una triada de hormonas relacionadas con el estrés (la epinefrina, norepinefrina y corticosterona) que son liberadas por las glándulas adrenales. Las hormonas tienen la facultad de indicar al cerebro que debe estar alerta y protegerse; este evento es común en el mundo animal, en el que una presa debe estar muy atenta a las señales de un entorno agresivo, es decir, que la respuesta al estrés a corto plazo es una forma de defensa, mientras que el estrés a largo plazo, provoca que debido a la intensa producción de hormonas, el individuo se canse, a tal punto que éstas ya no disparan su sistema inmunológico.

El descubrimiento de estos mecanismos podría tener aplicaciones médicas útiles, como la aplicación de pequeñas dosis de hormonas del estrés o drogas que las emulen, para estimular la respuesta inmunológica de los pacientes que sufren de estrés a corto plazo, como en las cirugías o accidentes.

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