“En el mercado les habla uno de la miel melipona y creen que es lo mismo que la miel europea y entonces quieren que se les venda en 30 o 40 pesos, pero cuesta entre 300 y 500 pesos el litro, dependiendo de la época”, explicó el investigador de la Universidad Veracruzana (UV), quien busca que los productores se conviertan en empresarios.

Investigador de tiempo completo del Instituto de Investigaciones y Estudios Superiores de las Ciencias Administrativas (IIESCA), de la UV, detalló que esta miel “no es para consumirse en grandes proporciones, estamos buscando darle presentaciones de 30 mililitros para usos específicos como los aspectos medicinales –antioxidante, gastritis, las estrías de las mujeres que recientemente parieron, infecciones oculares, entre otros.

“No es una miel para hacerse un sándwich, no es miel para ponerla en el pan, sino para beneficios específicos. Es muy especial”, aclaró.

Sobre el proyecto que realiza, explicó que éste se lleva a cabo en  la comunidad Gildardo Muñoz, municipio de Papantla, en la región del Totonacapan, y que está enfocado al impulso de la producción de miel melipona –que tiene sus orígenes en la época prehispánica– e impulsar su comercialización.

         El título es “Modelo de alianza estratégica para la mejora de la competitividad de pequeñas empresas productoras de miel y sus derivados en la región Totonaca del estado de Veracruz”.

         “Buscamos aplicar un modelo metodológico que he desarrollado sobre alianza estratégica de pequeñas empresas con procesos sustentables, que pretende mejorar sus resultados en función de la productividad y competitividad. Este modelo inició durante mis estudios de doctorado y aplicado a otras empresas, la idea es hacer de los productores pequeños empresarios”.

En la comunidad Gildardo Muñoz –como en muchas comunidades del Totonacapan y del país en general–, estaba en vías de extinguirse la producción de la miel que se obtiene de abejas llamadas meliponas –de ahí su nombre–, pequeños insectos sin aguijón que subsisten en Mesoamérica desde la época prehispánica.

Hace dos años, el IIESCA inició el proyecto en Gildardo Muñoz, con el propósito de que los productores logren organizarse y convertirse en pequeños empresarios. En aquel tiempo sólo cuatro personas se integraron, todos de edades que oscilan entre los 70 y 90 años. Sin embargo, los buenos resultados han aumentado el número que a la fecha es de 11, incluidos jóvenes.

El investigador justificó que los productores agropecuarios en general tienen notoria inferioridad en el mercado porque sus niveles de producción no son competitivos, “y no son competitivos porque las empresas actúan en forma aislada”.

En ese sentido, reiteró que lo que se busca con este proyecto es lograr integrar el esfuerzo de pequeños productores, convertirlos en pequeños empresarios, que unan su producción y comercialicen conjuntamente en mercados más amplios.

“La cooperativa sería una forma de producción colectiva, lo que estamos fomentando aquí es que cada uno de ellos cambie su visión de productor a pequeño empresario, y entonces pueda desarrollar su actividad independientemente, pero comercializar conjuntamente”, aclaró.

Con lo anterior se busca cambiar la visión, pues el pequeño productor sólo piensa en la subsistencia. “Con esto lo que hacemos es que entiendan que pueden producir para obtener beneficios que les permitan vivir mejor”.

Por otro lado, la UV contribuye a rescatar una actividad que es ancestral pero por ser laboriosa está en vías de extinción, destacó el investigador. Aunque aclaró que no se trata de un trabajo exclusivo, sino complementario con su actividad agrícola.

Además de que se ha incentivado a la población para retomar el oficio, se ha modificado el proceso para duplicar la producción, pues normalmente se daba una cosecha al año y ahora son dos y se trabaja para que sean tres.

Otro de los logros es que los productores ya reúnen su cosecha de miel, lo que ha favorecido que la vendan en mercados de la región como Papantla, Tuxpan y Poza Rica, y no sólo en su comunidad.

Ramírez Juárez añadió que está en proceso de ponerse en marcha –y cuenta ya con estudios de mercado– la diversificación de la producción, es decir, buscan darle un valor agregado a la miel y una identidad propia, para de esta manera explotar de mejor forma sus amplias propiedades medicinales, gastronómicas y cosméticas.

El investigador cuenta con un doctorado en Ingeniería Industrial, por el Instituto Superior Politécnico “José Antonio Echeverría” de La Habana, Cuba. Su correo electrónico: [email protected]

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